Cap 69

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Tras unos segundos de silencio que a todos pesaron como un kilo de piedras el hombrecillo comenzó a reírse de una forma exagerada haciendo sonar sus carcajadas defectuosas por todo el lugar.


-Jajajajaja, ¿me estás jodiendo? Jajajaja.- golpeó el mostrador como si fuera algo realmente tronchante pero al ver que Cóndor no compartía su divertimento fue deteniéndose gradualmente.- Espera, ¿hablas en serio...?- apretó el puño un momento y lo levantó justo después para apuntarle con el índice.- Sin dudas os habéis metido en algo peligroso si está ese monstruo involucrado...


-¿Qué?- Hans dio un paso hacia delante sin verse capaz de quedarse mirando sin poder intervenir.-¿Tan peligroso es? Pensaba que solo era un pez gordo de la mafia...- El hombrecillo miró a Hans y le dio una sonrisa torcida.


-Ojalá fuera solo eso pero no... Me atrevería a decir que ese hombre es uno de los cargos más altos del bajo mundo y también de los más crueles y sanguinarios si no el mayor. Está metido en todos los negocios ilegales, tiene hombres por todo el mundo y su red de contactos es incalculable... Eso es un resumen muy general de lo que es realmente.- Abrió un pequeño armario que tenía a un lado y sacó una botella de licor negro del que comenzó a beber a morro.- No puedo decir mucho más de este fenómeno a parte de los rumores que corren por las calles sobre él, ese maldito sabe guardar bien sus asuntos... Todo lo que queda son cadáveres sobre los que solo se puede especular... Todo muy extraño y misterioso.


-Vaya...- Hans se sintió empequeñecido ante la inmensa figura contra la que iban a luchar.


-Sí chicos, estáis muy pero que muy jodidos.


-Pero habrá una manera de vencerlo, ¿cierto?- Dorian había estado en silencio todo el rato escuchando atentamente, no le intimidaba y tenía pensado luchar hasta el final. El hombrecillo lo miró con interés y algo de burla.


-Puede, pero te resultaría mucho más fácil ponerte a bailar claqué en medio del Vaticano que acercarte a él.


-Vale ya, espero que al menos puedas decirnos donde está.- Cóndor iba perdiendo la paciencia.


-Cálmate, ¿quieres? – dejó la botella.- Sé que lleva un par de días en la ciudad pero nada más.


-Con eso me basta.


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Dan abrió los ojos sin ganas, solo notando la incomodidad en sus brazos sobre su cabeza. Tras estar mirando un techo que por unos segundos no reconoció... Al hacerlo por fin empezó a sacudirse con desesperación tratando de soltarse, provocando un tintineo que sonó por toda la habitación. En cuanto se dio cuenta de que era absolutamente inútil hacer aquello levantó un poco la cabeza apoyando la barbilla sobre su pecho para poder ver algo más a aparte del techo.


El lugar estaba en calma al no estar Edgar, seguía en la misma cama y nada parecía haber cambiado... Aunque tampoco había ningún guardia. Se quedó en aquella posición incómoda un par de horas, sin nada más que hacer a parte de dormitar o planear estrategias de fuga. Hasta que el sonido de la puerta principal lo alertó, fue acompañado de un par de voces que discutían o más bien una le gritaba a la otra sin más y por supuesto esa era la de Edgar.


-...¡Me importa una mierda cuánto tardéis en encontrar a esos hijos de puta, los quiero muertos en menos de una semana!- Edgar entró, parecía realmente cabreado, iba despeinado y su rostro estaba deshecho, algo muy inusual en él que ante cualquier situación se mantenía elegante e imperturbable.


-Pero señor, ¡podrían estar en cualquier parte!- El hombre que le seguía parecía ser parte de su círculo cercano de hombres, cualquiera no podría hablarle así a Edgar sin recibir un balazo en la cara.- Y... mandar a tantos hombres para buscar a tres personas me parece un tanto excesivo...-Edgar se dio media vuelta y le plantó un sonoro puñetazo que mandó al hombre a la pared contraria casi volando.- C.. cálmese...- escupió algo de sangre a un lado.


-Han matado a mi hijo... ¡¿Y tú me pides que me calme?!- Tomó aire mientras pasaba su mano por su cabellera pelirroja.- Sal de aquí y manda a esos hombres de una vez, no me hagas repetirlo.


-De acuerdo señor.- El hombre salió un poco a trompicones de allí dejado a Dan y Edgar a solas.


Edgar caminó en círculos algo inquieto durante un rato hasta que fijó su destino en el sofá, donde se apoyó con dolor en la mirada. Mat era su hijo después de todo y seguramente la única persona por la que sintió afecto de verdad. Al escuchar el tintineo de las esposas que Dan había producido con un movimiento involuntario Edgar levantó la mirada para centrarla en él.


-Oh, veo que estás despierto... Y supongo que también has escuchado todo ¿no?- Dejó de apoyarle en el sofá y se encaminó hacia él.- Mathew está muerto... y no lo he sabido hasta que la policía me ha llamado para decirme que habían encontrado su cuerpo en aquel lugar.- Se subió a la cama mirando a Dan desde arriba. Dan se retorcía tratando de alejarse en vano observando impotente cómo Edgar iba acortando peligrosamente las distancias... pero en lugar de atacarlo como esperaba de Edgar este solo se dejó caer sobre él.- Estoy cansado... Solo quédate así.


Dan se quedó inmóvil ante aquella situación inesperada y sorprendente... Jamás imaginó ver a Edgar de aquella forma, era su objeto de odio y la imagen que tenía de él contrastaba mucho con la que tenía frente a sus narices. No pudo hacer nada más que hacer lo que le pedía, se quedó ahí con Edgar sobre él, mirando el techo y los reflejos naranjas en el pelo del otro producidos por las lámparas.

Averno (yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora