Cap 59

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Vale, esta situación le brindaba una gran oportunidad a Dan para pensar un poco en todo aquello... así es como se engañaba a sí mismo para no caer en su buena amiga la histeria.


Movió sus muñecas con molestia notando como el metal trataba de comerse su piel, sin dudas esos grilletes estaban hechos con un único propósito así que Dan razonó que o Edgar tenía unos gustos sexuales muy perversos o aquel armario era para prisioneros de guerra y hacer los interrogatorios después de esa tortura física y psicológica que suponía estar ahí encerrado sin hablar con nadie ni ver la luz del sol.


Apretó los puños y trató de revolverse con el resto del cuerpo pero solo consiguió hacerse heridas, también estaba atado por las piernas... inmovilizado. En cuanto saliera de allí mataría a Edgar, esa fue a la conclusión que llegó pero su lado más racional le pasó una visión de Cóndor para que recordara por qué diablos estaba haciendo todo aquello y ahí ya volvió a preocuparse. Estaba allí encerrado mientras Cóndor estaba en un estado vulnerable y rodeado de potenciales enemigos... solo podía confiar en Carter para que estuviera pendiente de él pero era una tarea imposible de realizar para una sola persona y menos si se trataba de un soldado que podían llamar en cualquier momento para ir al frente... a demás, no tenía forma de comunicarse con él así que se apostaba lo que fuera a que estaba de nuevo borracho en algún lado del campamento. Jasper y Anton tampoco eran una opción, su trabajo como guardias apenas les daba el lujo de ir al baño, mucho menos de vigilar a un herido... y ahí se detenía la lista, era jodidamente corta. El trato que había establecido con Edgar le impedía hacerle cualquier tipo de daño a Cóndor pero teniendo en cuenta que ahora mismo estaba encerrado en un armario de torturas tan gratuitamente pues como que no podía confiar en su palabra. Se quedó inmóvil al escuchar un sonido leve fuera, alguien había entrado en la tienda y con toda seguridad se trataba de Edgar, ¿quién si no se atrevería a ir allí? El sonido se aproximó y tras un tintineo metálico las puertas se abrieron para cegar momentáneamente a Dan, segundos después distinguió la sonrisa complacida de Edgar.


-Lamento la espera, el departamento médico no se creía que un mercenario hubiera cambiado de bando... no me mires así, tendrías que estar feliz porque ya no le vayan a dar problemas a tu amado ¿no?- se acercó a Dan para quitarle la mordaza de la boca.- No me gusta tener que tratarte así pero tú solito te lo has buscado.


-Sí, seguro... no había ninguna otra forma más civilizada de hacer las cosas.- rodó los ojos y frunció el ceño. Su sentimiento de desconfianza flaqueó por un momento así que sus deseos de matar también disminuyeron.- ¿De verdad has hecho eso?- alzó una ceja con escepticismo.


-Claro, yo cumplo mis promesas.- caminó hacia alguna parte de la habitación que salía del campo de visión de Dan y regresó con un par de grilletes con un aspecto muy pesado.- Te sacaré de ahí pero tienes que portarte bien.- le dio una media sonrisa que le tocó la moral a Dan pero este decidió callarse y solo ponerle mala cara.


Edgar desencadenó parcialmente a Dan para llevarlo poco a poco hasta la cama donde lo volvió a encadenar boca abajo, primero una de sus muñecas con su tobillo para dejarlo en una posición incómoda y desventajosa y su otra muñeca a uno de los barrotes que sobresalían de la cama para que no pudiera escaparse de ninguna manera.


-¿Esto era necesario?- entrecerró los ojos.


-¿Qué esperabas exactamente?- se sentó en la cama una vez terminado el trabajo.


-No sé, que sirvieras el té.- Dan trataba de escapar un poco de lo que veía venir.


-Es un poco complicado conseguir té en esta zona.- Edgar le siguió el juego.- Así que he pensado en compensarlo de alguna manera.- sacó una navaja de uno de los múltiples bolsillos que tenía y la abrió dejando ver el brillo lustroso que lucía el metal. Desvió su mirada de la navaja a Dan de una forma escalofriante y de ahí la guió hasta los pantalones de Dan quien no pudo hacer otra cosa que estremecerse ante el contacto, moverse no sería algo inteligente, aunque fuera inmortal un corte seguía doliendo de la misma manera.


De una forma magistral Edgar recortó el pantalón de Dan para dejar su entrada y su miembro al aire, lo que fue extraño para él. Edgar agarró su culo con ambas manos y lo manoseó como quien evalúa un pescado pero antes de proseguir se inclinó sobre su espalda dejando que notara su erección con toda la intención, se acercó lo suficiente como para que notara la calidez de su respiración en la oreja.


-¿Qué pasa, no piensas resistirte?- Edgar parecía divertirse.


-¿Para qué? Vas a hacer lo que quieras de todas formas.- estaba completamente resignado. Se imaginó perfectamente la sonrisa arrogante de Edgar, no le hizo falta ni ladear la cabeza para corroborarlo.


-Tienes toda la razón.


Dan escuchó como se bajaba la cremallera de los pantalones mientras enterraba la cara en la cama, no quería mirar ni lo haría. Edgar continuó amasando su culo, estaba en una posición propicia para ello y sin dudas lo aprovechaba pero de un momento a otro colocó su miembro entre sus nalgas para deslizarse entre ellas a un ritmo principalmente lento, tampoco dudó en colarse entre sus piernas para levantar el miembro flácido de Dan con su propio pene como si lo sostuviera y después meter también una mano. Agarró los testículos de Dan sobresaltándolo y subió la mano para tomar su miembro anteriormente flácido con firmeza consiguiendo resucitarlo mientras escuchaba los débiles gemidos sofocados de Dan. La mano que reposaba en las nalgas de Dan pasó a la acción, introdujo lentamente uno de sus dedos en su interior con satisfacción y no tardó demasiado en meter un segundo, Dan tensó la espalda al notar los dedos intrusos pero no pudo hacer más que apretar los dientes. Edgar metió un tercer dedo y los giró en su interior hasta asegurarse de que estaba lo suficientemente preparado, sacó su dedos observando su entrada palpitante y deslizó una vez más su miembro por encima dejando su líquido preseminal como lubricante. Con un movimiento lo penetró, de una sola vez y sacándole un pequeño grito que no pudo ahogar Dan. A partir ahí todo fueron fuertes e incontrolables estocadas acompañadas de los jadeos de Dan.


Edgar se sentó en el borde de la cama mientras sacaba un cigarro y observaba al agotado Dan quien le devolvió una mirada indiferente.


-Ahora me toca comer.- se acercó y tiró de su pelo obligándolo a levantar la cabeza para besarlo profundamente, lo soltó dejándolo inerte sobre la cama y se encendió el cigarro esperando a que Dan despertara de nuevo mientras cruzaba las piernas.


Dan levantó la cabeza y miró las sábanas con asco, ¿cómo miraría a Cóndor a la cara ahora? Su conciencia no le permitiría guardar silencio ante lo que acababa de ocurrir y cuando todo eso acabara pensaba hablar con él.


-Mmmm...- giró la cabeza para ver a Edgar mirándolo fijamente mientras le daba caladas a su cigarrillo.- Cuando todo esto termine te llevaré conmigo, al final resulta que eres demasiado bueno como para olvidarme de ti.



Averno (yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora