Cap 48

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Dan circuló junto al resto de grupos que poco a poco se fueron arremolinando frente al puesto que les proporcionaría las armas, miró a su alrededor localizando a Carter a lo lejos con cara de estar siendo aplastado por dos soldados bastante más grandes que él. No tardaron demasiado en repartirlo todo y en menos de diez minutos ya los estaban subiendo a los camiones para llevarlos al frente. Dan estaba muchísimo más tranquilo que sus compañeros, algunos rezaban en murmullos a sus respectivos dioses, otros se mordían las uñas con nerviosismo y también los había que directamente desconectaban y se quedaban con la mirada perdida. Dan los observaba casi divertido, siempre era lo mismo sin importar la guerra, antes de arrancar se subió una última persona que enseguida reconocieron todos como el oficial pelirrojo que había pasado revista la última vez, los miró a todos con arrogancia y se sentó en el borde a la vez que golpeaba la estructura del vehículo indicando que se pusieran en marcha.

-Algunos ya me conocéis pero me presentaré de todos modos, soy el capitán Mcdawell y estaré a cargo de esta operación.

Dan analizó al capitán, no tenía mucho más que hacer la verdad... Era un hombre alto y considerablemente corpulento con una inusual cabellera pelirroja, poseía una mirada ámbar con carácter que transmitía perfectamente su dureza y pocas ganas de ser amable con los demás... pero debía reconocer que no estaba nada mal en conjunto a pesar de parecer una de esas personas difíciles de tratar, aunque no era su tipo en realidad.

Les explicó a grito pelado los detalles tratando de superar al potente ruido del motor y tras repetirlo como ochenta veces finalmente todos lo entendieron, o fingieron entenderlo, tampoco querían morir antes de llegar a su destino porque su superior hubiera perdido su poca paciencia y los hubiera lanzado fuera del camión de una patada. Dan se rió un poco por lo bajo mientras hacía un hueco entre las telas verdes que cubrían el camión para ver donde estaban... Vio un paisaje devastado, los restos de lo que parecía un pequeño pueblo entre el humo y la ceniza, en cualquier momento se detendrían y comenzaría el espectáculo. Sus pensamientos parecieron anunciarlo todo, de repente vio como se formaba un pequeño agujero en la tela junto a un potente sonido lejano, se giró para ver como su compañero que se sentaba frente a él caía de cara al suelo del camión y dejaba un charco de sangre, la bala había atravesado su cabeza matándolo al instante, varios casi se murieron del susto y por poco no se cagaban encima. Dan chasqueó la lengua y frunció el ceño mientras el vehículo por fin se detenía, dejando escuchar los disparos en la lejanía que poco a poco se iban acercando.

-Muy bien chicos... Aquí empieza el plan.- los miró a todos detenidamente mientras escuchaban a los demás soldados salir de sus camiones.- Vosotros, conmigo.- señaló a un par de soldados y a Dan, quien se sorprendió un poco de su extraña elección.

Lo siguieron en silencio, rifle en mano hasta que el capitán se metió en una casa que por lo menos se mantenía en pie, improvisaron una barricada con lo poco que tenían y esperaron, los demás estaban tensos pero Dan se sentía inútil allí, él no estaba hecho para defender sino para atacar... Los soldados enemigos no tardaron en aparecer como si os hubiera invocado y la cosa se convirtió en un tiro al blanco de feria para Dan, disparos precisos y mortales, pasando los cartuchos de carga como si nada y con una continuidad abrumadora, él solo podía encargarse de todo si se lo proponía pero la oleada enemiga no los dejó indemnes... el primer tiroteo terminó con un ataque suicida en la barricada vecina que sin dudas acabó con todos sus integrantes gracias a la explosión.

Antes de salir a revisar si había supervivientes, por muchas ganas que tuvieran esperaron para comprobar que no quedaban enemigos en el perímetro y entonces sí se movió hasta allí junto al capitán mientras los otros se quedaban haciendo guardia, aunque realmente tenían un miedo que podía hasta olerse. No quedaba nada más que cadáveres completamente calcinados, el capitán recogió las chapas de identificación con indiferencia y las guardó en uno de sus bolsillos, así contarían las bajas... pero no había tiempo que perder, los tiros regresaron y esta vez no estaban cubiertos, se tiraron al suelo tras lo poco que quedaba de la barricada, tratando de averiguar cuantas personas había disparando aunque ese gesto fue totalmente inútil.

Escucharon un par de cuerpos caer no demasiado lejos seguidos de múltiples gritos desesperados que acompañaban a unos últimos disparos y cuando levantaron la mirada se encontraron rodeados por los mercenarios que habían enviado a la misión. Dan reconoció sus ropas, eran iguales a las de Cóndor y no le extrañó nada verlo de pie a unos cuantos metros de distancia, limpiándose la cara de la sangre que acababa de salpicarle, se comportaba diferente cuando estaba entre sus compañeros, desalmado y frío, fingiendo que no lo había visto solo para no meterlo en problemas.

Dan le guiñó un ojo disimuladamente y pudo distinguir una débil sonrisa por su parte, solo por eso ya había merecido la pena ir allí. El capitán Mcdawell se acercó al líder de los mercenarios e intercambiaron información, dándoles unas deseadas buenas noticias, habían acabado prácticamente con toda la línea enemiga y podrían regresar pronto al campamento. Dan se acercó a Cóndor pero lo ignoró y solo se puso a revisar los cadáveres de los enemigos en busca del botín de guerra. Bueno, era de esperarse, estaban ahí para eso. Se alejó por ahí con una sonrisa en la cara pero desde una esquina lo atacó de improvisto un soldado muy malherido, enterrando profundamente un cuchillo de caza en su pecho junto con su último grito, luchando por llevarse a alguien consigo a la muerte... una pena que hubiera elegido a la única persona que no podía morir en todo el lugar.

Dan se cayó de espaldas por la impresión, dejando que el soldado se cayera sobre él. Tanto los mercenarios como el capitán fueron a socorrerlo pero Dan se apartó el cadáver con un brazo como si fuera una sábana y se levantó como si nada, aún con el cuchillo sobresaliendo tanto por su espalda como por su pecho, dejando su uniforme completamente empapado de sangre. Se lo quedaron mirando completamente anonadados y se alejaron un par de pasos, Dan se arrancó el cuchillo del pecho empezando a ver borroso... bueno, a morir otra vez.

Se desplomó y el único que fue a socorrerlo de verdad fue Cóndor, quien trató de parar la hemorragia mientras palidecía aún más por momentos viendo como se extendía el charco de sangre, se quedó a su lado un rato mientras el capitán se acercaba para arrancar su placa pero en cuanto sus dedos rozaron el pecho de Dan este le agarró la muñeca, dándole el susto de su vida.

-Oye, que no estoy muerto.- Dan se levantó como si nada, sorprendido y contento de ver a Cóndor a su lado que lo miraba con los ojos como platos, totalmente confundido y planteándose si estaba soñando o no. Mcdawell lo miró intrigado mientras sonreía y los mercenarios seguían sin reacción.- Bueno, se acabó el espectáculo, todos al campamento.


Averno (yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora