Veinte

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He aceptado el comer con ellos porque no quiero convertirme en su objetivo durante el Baño de Sangre. Sin embargo no voy a formar ningún tipo de alianza con ellos. Sé que mientras como me están evaluando. El chico del distrito uno, Selver, no deja de mirar todo lo que hago. Lo hace de una forma diferente a los demás y en cierto modo me da aun más miedo. No me gusta que me lance miradas de interés, ni que parezca genuinamente interesado por mi vida antes de ser tributo. 

Afortunadamente, no llegan a pedirme que formemos una alianza ni nada. Ya tenía pensado responder que sí para mantenerme de momento fuera de su punto de mira para justo en el Baño de Sangre traicionarles y salir corriendo lejos de su alcance. Se ríen mucho durante la comida, sobretodo mientras critican a los demás tributos de forma muy cruel... En realidad creo que lo hacen para sentirse mejor con ellos mismos, tal vez es porque tienen muy baja autoestima. 

Selver tiene el pelo marrón, largo y lo lleva atado en una pequeña cola baja. Me pregunto cómo es que no se lo han cortado en el Centro de Renovación. Tal vez su estilista lo ha considerado como un distintivo o el chico ha dado más de un problema. 

Mientras comemos descubro que la chica del distrito 1 se llama, Crystal y que tiene catorce años. Parece bastante delicada y no solo lo digo por su figura, sino por lo especial que es para comer... come como si estuviese en una cena de gala. No sé que va a ser de ella en los Juegos. 

La chica grande del dos se llama, Isolda y al parecer es muy buena en el combate cuerpo a cuerpo. De hecho ella se pavonea frente a nosotros de una vez en su distrito haberle roto unas cuantas costillas a una chica de su clase que la llamó fea y bruta. Formo una linea con los labios cuando Isolda relata con pelos y señales lo que sintió cuando lo hizo. Es escalofriante aunque poco cuidadosa. Isolda tiene dieciocho y nunca ha estado en un centro de entrenamiento en su distrito. Me cuesta un poco que confirmé que en su familia son simple albañiles, pero lo hace, al final. Randall tiene diecisiete y sí que ha estado entrenándose. Ninguno de ellos pregunta por mi durante la comida, lo que considero una ventaja. 

Cuando terminamos la comida nos trasladamos de nuevo al gimnasio, y me separo de ellos nuevamente. Excepto Selver quien me persigue hasta las lanzas. 

- ¿Lanzas?- pregunta mientras suelta una carcajada. Le lanzo una mirada enfada a sus ojos castaños. 

- ¿Algún problema?- pregunto sarcasticamente.

- Tengo algo que ofrecerte- susurra acercandose a mi oído. El entrenador del puesto de lanzas parece estar pasando de todo este royo y dejando que nos las arreglemos en este asunto. Dijeron que nada de pelear con los demás tributos, no dijeron nada sobre susurrar al oído. 

- ¿Y qué puede ser eso?- pregunto cruzándome de brazos. 

- Protección, en la arena- vuelve a susurrar en mi oído. Noto su aliento caliente contra mi piel y por un segundo tiemblo, pero no por alguna buena razón.- Protección a cambio de algo... 

- ¿A cambio de...?- pregunto nerviosa. 

- Está noche te escapas de tu planta y vienes a la mía...- dice mientras se aleja y coloca un mechón rubio detrás de mi oreja.- Tenemos poco tiempo para disfrutar y me gustaría hacerlo con una chica como tú. 

Doy un paso hacia detrás. Sexo. Protección a cambio de sexo. Eso es lo que quiere. Ni loca. No voy a tener sexo con alguien a quien después voy a tener que matar, o quien me va a matar... 

- ¿Supongo que eso es un no?- dice esbozando una pequeña sonrisa de superioridad. 

- Es un no- confirmo antes de girarme para entrenar con las lanzas. 

Se me dan bien, en realidad muy bien. Pero utilizar las lanzas requiere mucha energía. Tengo que hacer un fuerte movimiento con el brazo para lanzarla a una larga distancia lo que causa que mis músculos comiencen a doler muy pronto, por eso la gente con más musculatura en los brazos suele elegir la lanza como arma. Yo soy una persona mucho más... precisa, rápida, sigilosa. 

Mientras practico con la lanza y después con la cerbatana veo como algunos de los Vigilantes se acercan hasta donde estoy y apuntan cosas en sus libretas. Aunque la mayoría de ellos permanece atiborrando sus bocas con comida al otro lado del gimnasio. 



73º Juegos del Hambre (Todos los libros) TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora