Veintiuno

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Cuando Oceanus y yo volvemos a la cuarta planta Gala comienza a avasallarnos con preguntas sobre los entrenamientos. Cada uno se limita a hablar de sí mismo y decido no comentar que he almorzado juntos a los tributos del 1 y 2 porque temo que Gala insista en que debo formar una alianza con ellos. Paso de alianzas, todos sabemos como acaban al final. 

Annie da de vez en cuando una sencilla, corta y humilde opción sobre lo que está pasando y qué tal vamos... Supongo que la pobre no es capaz de hacer nada más, pero la necesito para hacer los tratos con los patrocinadores. 

Tan solo tardo unos segundos en quedarme dormida cuando apoyo la cabeza en la almohada y lo último en lo que pienso es en mi familia. 

Es el tercer día de entrenamiento cuando empiezan a llamarnos a la hora de la comida para nuestras sesiones privadas con los Vigilantes. Distrito a distrito, primero el chico y luego la chica. Ninguna persona regresa después de la sesión por lo que supongo que nos mandaran a otro lado. 

Para bien o para mal no tengo que esperar demasiado a que llegue mi turno. Me llaman y me levanto rápidamente como si de pronto hubiese comenzado a funcionar automáticamente. 

Cuando entro al gimnasio me gano la atención de los Vigilantes, quienes sostienen copas de cristal llenas de vino entre sus manos. Sin duda mi plan va bien. He usado la progresión durante las sesiones de entrenamientos. Primero empecé en los puestos de técnicas de supervivencia, después pase a armas que se me dan bien... y ahora es el momento de mostrar la que mejor se me dan. 

Sonrío dulcemente a los Vigilantes. Si algo sabe todo Panem es que a nadie más le gusta una chica bonita y de aspecto inocente que a los malditos Vigilantes de los juegos. 

Camino hacia el lugar donde se encuentran las armas y tomo un cinturón lleno de pequeños y preciosos cuchillos. Los cuchillos no solo son sigilosos cuando cortan el aire con su afilada cuchillas y se clavan en el muñeco de practicas de cuchillos, sino que requieren muy poca fuerza para alcanzar gran velocidad y precisión. Uno no necesita hacer mucho esfuerzo para ser capaz de matar a alguien con un cuchillos. Estos cuchillos son prácticamente iguales que los que lanzaba en el entrenamiento del distrito 4. Ya tuve en cuenta cuando entre en el gimnasio el otro día si sería capaz de lanzarlos con tanta precisión como lo hago en casa, pero resulta que sí. 

No solo lanzo los cuchillos de esa forma sino que también tomo un cuchillo en cada mano y lo lanzo a dos muñecos distintos asestándole a los dos una cuchillada en las cabezas. Recibo la aprobación de la gran mayoría de ellos y salgo de allí con la cabeza bien alta. Que crean que es un honor estar allí. 

Me quito el cinturón ahora vacio de cuchillos y se lo entrego al avox de la puerta. Vuelvo hasta mi planta y cuando cruzo las puertas me encuentro con una multitud expectante. Me quedo paralizada unos segundos sintiendo todos esos ojos puestos en mi y esperando respuestas sin tan siquiera preguntar. 

- ¿Qué tal te ha ido?- pregunta Gala Pyros. 

- Bien- digo rapidamente. 

- ¿Qué arma les has mostrado? ¿La lanza, la cervatana...?- comienza a preguntar mientras remueve el colorido contenido de su copa. 

- Cuchillos- la corto secamente. Gala me mira con los ojos abiertos de par en par. 

- ¿Quééééé?- pregunta alarmada. - Pero si no has entrenado con ellos... 

- No me hacía falta- digo antes de pasar de ellos y caminar hacia mi habitación. En serio, prefiero pecar de creída que pecar de traidora. No necesito darles razones para creer que odio esto, lo odio horriblemente... 

Hola!!!! os aviso que no sé si voy a poder subir muchos más capítulos durante las próximas semanas porque tengo los exámenes de la universidad. Lo siento... 


73º Juegos del Hambre (Todos los libros) TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora