Veintisiete

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Crénada observa la ropa. Es como enfundarme en capas y capas de ropa. Primero unos pantalones de una tela muy elástica y ajustados completamente a mi cuerpo, una camiseta también muy ajustada, una camiseta después de esto Crénada me ayuda a ponerme unos pantalones negros algo acolchados con gruesos tirantes negros elasticos que ayudan a que el pantalón no se mueva de su sitio, encima una buena chaqueta bien acolchada. También llevo una botas bastante interesantes que se agarran con bastantes cordones, unos guantes en las manos, algo que se coloca al rededor del cuello, pero que no es una bufanda, y... un gorro de lana en la cabeza. 

- Creo que estamos de acuerdo en que va a hacer frío- digo levantando la mirada y esbozando una pequeña sonrisa. Nada mejor que tratar de levantarme el animo a mi misma.

- Pueden ser varias opciones con respecto al frío... montañas, desierto de hielo... Cualquiera de esas cosas- me recuerda seriamente.

- Pronto lo sabremos- digo chasqueando la lengua. 

No es demasiado dificil moverse con esta ropa, pero me temo que son bastantes capas de tela. Toda mi familia sabe que odio el frío, todos mis amigos también lo saben... Esto va a ser una pesadilla. 

- Toma- dice Crénada alzando el anillo que me regalaron mis padres por mi cumpleaños.- Ya lo ha revisado.- Lo tomo de su mano y lo coloco en mi dedo corazón justo antes de volverme a colocar el guante.- Muévete por la habitación y asegúrate de que todo te queda bien. 

Hago lo que me pide y comienzo a andar por la habitación agitando los brazos y las piernas de una extraña forma. Después comienzo a hacer un poco de calentamiento, ya de paso, para estar preparada para cuando suene el gong. 

- Me queda perfectamente- digo. 

Una bonita voz femenina anuncia que ha llegado el momento de prepararnos para el momento del lanzamiento. Después de subir a una plataforma y despedirme con dos besos de Crénada un cilindro de cristal me rodea y comienzo a subir. Me quedo a oscuras durante unos segundos hasta que salgo a la superficie y el sol me da en un lado de la cara. Lo primero que noto es el frío. No un frío natural, más bien ese frío que hace que a uno le castañeen los dientes. 

Respiro hondo y lentamente. He estudiado esto en el distrito cuatro. Sé que hacer y qué no para sobrevivir a este clima. Tranquila, tranquila... 

En ese momento la voz de Claudius Templesmith suena por todos lados y comienza a hablar: 

- Damas y caballeros, ¡que empiecen los Septuagésimo Terceros Juegos del Hambre! 

Claro, que comiencen después de sesenta segundos. Ese es el tiempo que tenemos para esperar de pie en estos círculos metálicos antes de que el sonido de un gong nos indique que podemos salir echando leches. Si alguien tiene la genial idea de salir corriendo antes... las bombas se activan y te vuelan las piernas. Todos estamos a la misma distancia alrededor de la Cornucopia, ese cuerno gigante dorado que contiene los más valiosos y exquisitos suministros y armas. 

Observo un poco el paisaje. Estamos en una llanura cubierta de nieve polvo. A mi derecha hay un gran bosque con pinos nevados, apenas se puede ver a tres metros más allá de la primera tanda de árboles. A la izquierda tengo una gran montaña nevada y delante se extiende un poco la llanura aunque hay algunos pinos más. Nada de agua de momento, claro, si no tenemos en cuenta todo el agua congelada... Hay muchas espadas, lanzas, cuchillos, arcos... todas las armas de todos los tipos. 

Observo a los demás tributos, cada uno de ellos está trazando un plan en su mente. ¿Qué hacer? ¿Cómo? ¿A quién matar? 

Cada distrito usa un color diferente: blanco, azul, rojo, marrón... Somos veinticuatro y solo uno sobrevive. Tengo una entre veinticuatro posibilidades. Aquí no hay un segundo y tercer puesto como en los juegos del colegio... no. Es morir o vivir, no hay un nivel intermedio. 

Mis estrategia no es precisamente meterme de lleno en el baño de sangre. Prefiero coger una de las mochilas en las que me he fijado. Tiene un buen tamaño y no creo que pese demasiado, además está bastante cerca de la Cornucopia por lo que seguramente tendrá material valioso en el interior. 

Espero no ser el único objetivo al que abatir, no quiero que ser de un distrito profesional se convierta en una desventaja. 

Suena el gong y mi cerebro trabaja duro a la misma vez que mi cuerpo. 

73º Juegos del Hambre (Todos los libros) TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora