Veintiséis

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Cuando todas las entrevistas han terminado y estamos de vuelta en nuestros asientos, nos levantamos para el himno. Hay que alzar la cabeza, porque es obligatorio.

Después del himnos todos nos ponemos en fila para volver al vestíbulo del Centro de Entrenamiento y después al ascensor. Realmente no me toca con nadie de mi distrito, ni con mi estilista o mentora... Voy con algunos otros tributos, ninguno con el que haya hablado. La chica que no deja de retorcer las manos junto a mi es la tributo del ocho, tiene un ojo... desviado. Da un poco de miedo mirarla directamente por eso mantengo la vista fija hacia delante. 

El idiota de Oceanus ha actuado como un niño humilde diciendo frases como.... "Yo, siendo hijo de un pescador..." "Esto es increíble..." "Me encantan todas las tartas y pasteles del Capitolio" ¡Pero por favor, si nos tienen prohibido que comamos postre! ¡Y todo el mundo sabe que a los hijos de los pescadores no les falta ninguna comida en la mesa!

Le estamparia mi puño en la cara sino fuese porque vamos a los Juegos y porque es ilegal. 

Trato de volver a la realidad y me bajo en la cuarta planta. Cuando llego al comedor la cena está sobre la mesa. Todos nos sentamos alrededor y los demás comienzan a comentar las entrevistas. Escucho algunas cosas, aunque no demasiadas porque normalmente las entrevistas no sirven realmente para conocer al tributo... más de uno puede estar actuando. La comida sabe intimida contra mi lengua, pero me la como de todas formas porque necesitaré fuerzas para mañana. Mañana en el campo de batalla no habrá estos manjares. 

Después de la cena tomamos asiento en los sofás y sillones con extrañas formas y colores. Vemos las repeticiones de las entrevistas. No estoy segura que de que la chica que veo en la pantalla sea yo. Cuando me imagino mentalmente a mi misma, veo a una chica que usa una camiseta, unos vaqueros y unos zapatos de tela... si me imagino cuando trabajo llevo el traje de neopreno. La chica que veo en la pantalla es la versión que crea el Capitolio de mi. Bella, sensual, dulce... atractiva. Más como un florero que como una persona con cerebro. Aunque cuando me escucho puedo ver un poco más de mi, detrás de esas respuestas tontas hay algo... misterioso. 

Cuando termina el himno, la pantalla se oscurece y Gala nos manda a la cama con una estúpida alegría que no llego a comprender. Mañana nos levantaremos al alba y nos prepararan para tirarnos en medio de la arena. En realidad los juegos no empiezan hasta las diez, pero nunca se sabe lo lejos que estará el campo de batalla. 

Antes de abandonar el salón nos despedimos de Annie y de Gala. Abrazo fuertemente a Annie tratando de trasmitirle la energia suficiente para conseguirme patrocinadores... esperemos que funcione. 

Me doy una ducha para quitarme todos los potingues de la cara y al final acabo oliendo a magnolias. Me quedo realmente relajada aunque siento como si la sangre temblase por todo mi cuerpo por los nervios. No me gusta la sensación. No me gusta tampoco no saber a que tipo de arena me voy a tener que enfrentar... desierto, bosque, ruinas, nieve, isla, selva, montañas. Demasiado donde elegir. 

Es Crénada quien viene a recogerme al alba. Me entrega una sencilla bata de seda y subimos al tejado. Los últimos preparativos siempre se llevan a cabo en las catacumbas que hay debajo de la arena, por lo que antes de nada debemos llegar hasta allí. El aerodeslizador desciende y subo tan solo un escalón de la escalera que me mantiene pegada a ella. Una mujer con una bata blanca se acerca con una jeringuilla en la mano. 

- Es tu dispositivo de seguimiento- explica justo antes de introducir la aguja en mi antebrazo y soltar ahí el dispositivo metálico de seguimiento. 

Después de esto, suben a Crénada y una chica avox nos conduce hasta nuestro desayuno. Me sorprendo un poco al encontrar tanta comida, pensaba que Gala metería las narices en el asunto y me dejaría comer tan solo una rebanada de pan con mantequilla... pero no. 

- Será mejor que comas bastante- me aconseja Crénada mientras toma asiento frente a mi. Mi reloj interno me dice que el viaje dura bastante tiempo. Seguramente más de dos horas. Las ventanas se oscurecen y de esta forma sé que estamos llegando a la arena. 

Cuando el aerodeslizador aterriza Crénada y yo bajamos por un tubo parecido a un ascensor, hasta las catacumbas. Después de esto la sigo por los pasillos hasta mi sala de lanzamiento. Es algo gracioso y a la vez molesto lo que hacen después con las arenas. Las usan como lugares de ocio y los ciudadanos del Capitolio juegan a ser tributos... ¡Despreciable! 

Me ducho y me lavo los dientes hasta que me queda un sabor mentolado en la boca y un aliento muy fresco. Después Crénada me ayuda a vestirme. Ni siquiera ella sabe que tipo de ropa hay en la funda, pero me comenta que cada distrito llevará un color sea de lo que sea para distinguirnos más fácilmente. 

Cuando ya me ha puesto la ropa interior pasamos a lo siguiente. Lo que sale de la funda no me lo esperaba... 


73º Juegos del Hambre (Todos los libros) TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora