Noventa y cuatro

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Me llevo las manos a la mascarilla de oxigeno que tapa mi boca y mi nariz. Escucho un montón de pitidos diferentes. Zumban y tintinean las pantallas de ordenador con... flechas y números que no entiendo. Levantar el brazo me duele... pero no en el brazo, sino en todo el tórax. La respiración se me acelera y el plástico de la mascarilla se empaña. 

- No, no te la quites- me pide Gale apareciendo a mi lado. ¿De dónde ha salido? ¿Estaba ya aquí? De todas formas no hago caso y continuo tirando de la mascarilla. Cuando tiro de ella retrocede hacia atrás y vuelve a su sitio dándome un latigazo en la cara. Mis ojos se abren de par en par, no puedo quitarme esto de encima-. Espera- dice Gale desistiendo y acercando las manos a mi cara. Con cuidado baja la mascarilla hasta que cuelga de mi cuello y comienzo a toser. 

Toser duele un montón, todas las costillas se me agitan. Puedo notar perfectamente como lo hacen. Suelto un gemido de dolor y trato de retorcerme, pero eso no es buena idea. 

- ¿Dónde están?- pregunto ahogadamente-. ¿Está todo el mundo bien?- sigo preguntando frenéticamente sin dejar de mirar de un lado a otro-. ¿Todos habéis vuelto? 

- Shhh. Tranquila. Todos estamos aquí- dice volviéndome a colocar contra la cama del hospital.- Voy a buscar al médico. 

Cuando sale de la habitación me doy cuenta de que no todo el mundo está bien. No todos han vuelto. Peter no está, ya no está. Pero justo antes de que pueda ponerme a llorar, escucho la puerta abrirse y pestañeo para volver a concentrarme en lo que está pasando ahora. 

- Estás despierta- dice el médico mientras llega junto con una enfermera que porta una especie de papeles o algo-. ¿Por qué no llevas la mascarilla de oxigeno?- pregunta frunciendo el ceño disgustado. Se acerca a mi y vuelve a ponerme la mascarilla sobre la boca y la nariz sin preguntar-. Comprueba las constantes vitales- le ordena el médico a la enfermera. Gale deja espacio y se pone a los pies de la cama mientras el medico y la enfermera pululan por ahí como si fuesen mariposas. 

La enfermera me toma la temperatura en el oído. Después la presión. Apunta cosas que mira en las pantallas. Me saca sangre... 

Me doy cuenta de que llevo ropa de hospital y de que estoy limpia. No tengo hojas en el pelo, ni sangre por el cuerpo. Alguien ha debido limpiarme. 

- Hemos tenido que extraerte agua de los pulmones, afortunadamente era dulce- explica el médico-. Has tenido fiebre muy alta durante dos días. Vamos a levantar un poco la cama para que estés en una mejor postura- el médico pulsa algún botón en la cama y está comienza a elevarse hasta que estoy casi sentada-. Tienes seis costillas rotas... el proceso de curación dura unas seis semanas. 

Me llevo la mano a la mascarilla y la tiro hacia abajo. 

- No puedo esperar seis semanas- le digo al médico seriamente. 

- Bueno... hay otro método de curación mucho más rápido- explica el médico. La enfermera sigue todavía pululando alrededor y tomando notas-. Consiste en veinticuatro inyecciones en la caja torácica. Es un proceso muy doloroso... 

- Me da igual- digo rotundamente-. ¿No ha visto lo que me han hecho?- le pregunto con lágrimas de rabia. 

- Está bien. Ve a por ellas- le pide a la enfermera. 

Veinticuatro inyecciones en el tórax. Una a una clavando por encima de mis costillas. Me quedo mirando a Gale todo el proceso, porque no tengo otra cosa con la que distraerme y no me apetece ver el proceso. Él lleva el uniforme del trece, su mono gris y yo llevo un camisón blanco, lo han tenido que levantar para poder ponerme las inyecciones pero aquí no hace frío. 

Cuando han terminado conmigo los médicos se largan. No sé si me permiten tener visitas o no, aunque Gale está aquí. Tal vez para vigilarme. 

- ¿Cuánto tiempo ha pasado?- pregunto-. ¿Cuánto tiempo estuve allí? 

73º Juegos del Hambre (Todos los libros) TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora