Los últimos rayos de un sol exhausto se esconde ya en el horizonte, perfilando cuatro siluetas de espaldas; descendientes Balcoin con un objetivo en mente: cerrar el círculo para el que fueron engendrados. A sus pies, el día da paso a la noche en la pequeña ciudad de Chance Harbor, cuyos habitantes (o la mayor parte de ellos) descansan en sus casas ajenos a la épica batalla que se ha desarrollado en el interior del malogrado ferry que dieciséis años atrás fuese la tumba en llamas de varios jóvenes de la zona, padres y madres de los miembros de un círculo ya roto, cuyo vínculo les acompañará por siempre. Adolescentes que creen haber dejado atrás el mal o al menos rezagado por un tiempo. Pero este ya estaba en camino y ahora solo queda esperar a que hagan el siguiente movimiento.
MESES DESPUÉS. SEPTIEMBRE:
El timbre anuncia el comienzo del primer día de clase. Una chica de largas piernas taconea confiada sobre el suelo resplandeciente de los pasillos atestados de estudiantes que se abrazan después de un verano, que a ella se le ha antojado corto.
La muchacha de melena azabache acaricia el colgante de cuentas que pende alrededor de su cuello mientras mordisquea su labio inferior. Se para en seco al lado de su taquilla gris, la misma del año pasado. Después de mirar a un lado y al otro, atusa con una mano el vestido floreado en tonos oscuros que se ajusta a su cintura, ensanchándose a la altura de las caderas, y roza con la otra el candado, que sin accionar el cierre hace un clic y se abre de inmediato. Sonríe satisfecha, tamborileando con las uñas maquilladas de negro (a juego con sus botas militares y una chaqueta de piel) sobre una zona en la cual ha saltado la pintura.
—Uhm. Me sigue encantando —dice, sin girar la cabeza pero presintiendo la llegada de Melissa, su mejor amiga.
—Hay cosas que no cambian nunca, Faye —responde, enhebrando su brazo en el de ella, que pone los ojos en blanco— ¿Me acompañas al baño?.
—Joder, Melissa, no estamos en primaria. No creo que necesites que te ayude a bajarte las bragas ¿o sí?
—Tú misma. Eres una borde —responde, frunciendo el ceño.
—Parece que eso tampoco cambia —replica, componiendo una mueca burlona.
—Muy bien —claudica Melissa, girando en redondo—, empezaré la fiesta sin ti —canturrea, agitando entre sus dedos un porro.
En cuanto Faye mira lo que sostiene, esboza una sonrisa traviesa y se abalanza sobre su amiga, cuya escotada camiseta oscura está siendo escrutada por un atractivo chico unos años mayor, que pasa justo a su lado.
—Haber especificado. Esto es otra cosa —dice, emprendiendo el camino hacia los lavabos y enviando un mensaje a Jake.
Un coche estaciona frente a la entrada del edificio gris con detalles en ocre.
—Sana y salva, como te prometí —indica Grant mientras acaricia el volante, echando de menos por adelantado su tacto.
Tuerce la cabeza y el sol que brilla en el cielo despejado, le arranca un reflejo a su cabello dorado. Sonríe a su acompañante, que eleva también la comisura de los labios. Coloca su mano alrededor de ella y la besa apasionadamente, saboreando su boca que se le antoja como un delicioso caramelo.
—Me alegra comprobar que eres un hombre de palabra —responde Diana, abriendo los párpados y clavando sus ojos castaños en los de él, tan azules como el mar al que sabe debe regresar en unas horas— ¿De verdad tienes que embarcarte? —pregunta, chantajeándole con una nueva ráfaga, esta vez de fugaces besos— ¿Tanto tiempo?
—Uhm, me cuesta mucho responder a ambas preguntas con un sí...
—Entonces no lo hagas. —Diana vuelve a la carga, coge las manos de su novio entre las suyas y acorta la escasa distancia que los separa.
—Eres muy persuasiva, ¿lo sabías? —susurra él, ensanchando el cuello de su polo, como si le costase respirar. Ella reacciona profiriendo una carcajada—. Haremos una cosa. Te escribiré todas las semanas y en cuanto quieras darte cuenta, estaré de vuelta, ¿de acuerdo? —Le cuesta horrores pronunciar esas palabras, casi tanto como el adiós que toma forma en su garganta.
—Si no hay más remedio —responde, ladeando la cabeza y suspirando—. Todas las semanas. —Agita el dedo con firmeza, como una madre que da una lección a su hijo pequeño.
Él vuelve a fundir sus labios, en esta ocasión con mayor fervor.
—Echaré de menos esto. ¿Te veré a la salida? —inquiere, conservando una mínima esperanza, que se desvanece al ver el brillo de sus ojos claros extinguirse.
—Lo siento. Big nos ha citado en el puerto dentro de dos horas.
Alguien golpea suavemente el cristal de la ventanilla, sobresaltándoles. Se trata de Faye:
—Tortolitos. Es todo precioso, pero ¿tarde el primer día, Doña Perfecta? Nada propio de ti, ¿eh? —dice con tono jocoso, poniendo una mano en jarras y soltando el humo de un cigarro contra la luna—. Te veo luego
—Muy bien —la voz de Diana suena tan irritada como divertida. En el fondo la ha echado de menos. A Faye. A todos. El círculo se disolvió, pero lo que les une es más fuerte que cualquier magia, la cual ha intentando no utilizar, para no desvelar a Grant su secreto—. Una carta —el asiente—. Cada semana —vuelve a agitar la cabeza y le dedica una resplandeciente sonrisa.
—Lo prometo. Y ahora vete, o tu amiga regresará a por ti.
Se despiden y ella sale del coche, colocándose la blazer azul con cuidado y echando su melena castaña hacia atrás, dejando a la vista un par de aros de plata que cuelgan de sus orejas.
—Hazme un favor —solicita Grant con el motor ya en marcha.
—¿Qué?
—No seas tan sexy —suplica, sonriendo y alejándose calle abajo, lanzando un beso que la chica recibe reflejado en el retrovisor.
—Muy bonito —se burla Faye, caminando hacia ella ligeramente tambaleante.
—¿En serio? ¿as a empezar el curso colocada? —Automáticamente se cruza de brazos. Está acostumbrada a ejercer de madre con sus amigos, un mal hábito que intenta corregir.
—Uhm...Veamos —dice, tamborileando su barbilla y fingiendo reflexionar— ¿Sí? ¿Te unes, o eres demasiado snob para esto?
—¿Snob? Solo quiero estar sobria. Esto es...Da igual. No pienso discutir el primer día —dice, poniéndose en marcha.
—¿Qué tal tu verano con el chico Sonrisa Perfecta? Por tu cutis diría que muuuy intenso —aprecia, realizando un gesto obsceno que sonroja a Diana de inmediato.
—¡Por Dios, Faye! Eres incorregible. ¿Y vosotros? Yo os mandé cartas, pero solo me devolvisteis un par —comenta algo dolida.
—Un momento —la corta, parándose de golpe frente a ella— ¿cartas? Yo no escribí ninguna. ¿Y... qué ocultas? ¿Algún tatuaje de "Amo a Grant"? —Sostiene su mano cubierta con un mitón. Di la aleja como repelida.
—No es asunto tuyo, Faye —responde con más intensidad de la que deseaba.
Desde que se percatara de la marca surgida en la palma de su mano, ha hecho lo imposible por cubrirla. Gracias a los mails que ha intercambiado con Cassie sabe que ella también posee una igual y ambas han llegado a la conclusión de que forma parte de su legado Balcoin, que tanto repelen. El sello apareció la noche que sostuvieron la calavera de cristal, notando un poder inimaginable, el mayor que jamás hayan experimentado, también el más oscuro...
—La verdad, me da igual.
—Típico de ti —responde por lo bajo, alejándose hacia la entrada.
Allí le saluda Cassie, que ha sido abordada por la entusiasta Sally Mathews, y Adam. Nota al chico algo distinto con respecto a cuando se despidieron. Todo él emana seguridad, firmeza. Algo ha cambiado durante las vacaciones, pero todavía desconoce hasta qué punto. Sus vidas han dado un giro de 180º....LA HISTORIA CONTINÚA EN LA SEGUNDA PARTE DEL CAPÍTULO.
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El Círculo Secreto: Legado (The Secret Circle - Temporada 2)
FanfictionEste es un fan fic creado para continuar con la segunda temporada de EL CÍRCULO SECRETO, que fue injustamente cancelada. Todas las historias aquí narradas son inventadas, pero los personajes, así como las localizaciones descritas y muchos de los nom...