El Círculo Secreto: Legado (The Secret Circle - Temporada 2)

CAPÍTULO 8: EL LEGADO OSCURO

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 Alguien llama a la puerta reiteradamente.

—¡Ya voy! —exclama Cassie, bajando los peldaños de dos en dos, mientras se termina de poner los pendientes en las orejas. Abre encontrándose con Faye, que está exultante: lleva un vestido corto y morado con escote palabra de honor y una chaqueta de piel a juego con unos botines repletos de tachuelas doradas.

—Hola, Faye —la saluda, abriendo más la puerta e invitándola a entrar.

—Hey —replica, entrando y comenzando a tocar todo cuanto está a su alcance: una figura de porcelana, un marco de fotos, una caja donde Cassie guarda la correspondencia, etc—. Todo sigue igual, ¿eh?

—Como mi abuela lo dejó —responde ella, volviendo a colocar cada cosa en su sitio. Por un momento el rostro de Faye se ensombrece, reflejando algo similar a la pena, pero que pronto es sustituido por su sempiterna sonrisa ladeada, esa que deja en evidencia unos graciosos y traviesos hoyuelos en sus carrillos.

—Bueno, ¡nos vamos de fiesta! ¿Qué mejor manera de inaugurar el nuevo curso? —espeta, dando una palmada y repasando el atuendo de Cassie de arriba abajo. Ha optado por unos short vaqueros, una camiseta de corte imperio azul claro y chaquetilla vaqueta. Se ha calzado un par de sandalias con motivos florales y ha soltado y alisado su melena, que le llega por debajo de los hombros.

—¿Y bien, he aprobado? —inquiere echando el peso en una pierna y cruzando los brazos sobre el pecho, con la ironía impregnando cada palabra.

—Será suficiente. Pero si quieres volver a casa acompañada... —le dice, tirando de la camiseta un poco hacia abajo, dejando al descubierto el nacimiento de sus pechos— debes mostrar más género. Muuucho mejor.

—Sí, para un burdel, Faye.

Ambas se disponen a salir, cuando esta se da la vuelta encarándose con Cassie que la observa con los ojos muy abiertos.

—Lo que quieras. Ah, eso sí, mantente lejos de Jake —comenta, ladeando la cabeza y mirándola con intensidad—. Ya me conozco tu obsesión por los novios ajenos, rubita —añade, antes de romper la tensión con una carcajada y coger del brazo a Cassie, que no sabe cómo digerir esas palabras.

Cuando llegan al Boathouse, la fiesta no ha hecho más que comenzar. Alumnos de los últimos cursos se codean con algunos jóvenes de localidades colindantes que, como cada año, acuden a Chance Harbor con motivo de esta celebración.

En la terraza del bar bulle la actividad. Faye arrastra a Cassie al centro al escuchar sonar por los altavoces una de sus canciones favoritas. Ella le sigue el ritmo y ambas bailan durante los más de tres minutos que dura el tema. Jake se les acerca por detrás, pasa los brazos alrededor de las caderas de su novia y le besa la nuca.

—Ya creí que no venías —ronronéa, mirándolo con deseo.

—¿Y perderme esto? Ni loco —La observa de arriba abajo, deleitándose en su figura—. Me voy dentro, tengo que ir al baño. Pero no te alejes, guárdame un baile —dice, guiñándole un ojo y sonriendo con picardía, antes de marcharse.

Entre tanto adolescente desmelenado emanando efluvios etílicos divisan a Diana y Melissa, que han quedado para acudir a la celebración. La primera luce un conjunto de falda negra que le llega por mitad de muslo y camisa de raso sin mangas: elegante y sofisticada. La segunda ha optado por algo en su línea: un vestido negro de bandas corto que deja al descubierto sus piernas, estilizadas gracias a los tacones de ocho centímetros que le hacen ganar altura.