¡Hola, chic@s! En este capítulo tenía la intención de introducir el ritual del círculo, pero me he permitido postergarlo para añadir esta subtrama que considero interesante, ya que en la serie nunca se trató (o apenas): la familia de Melissa. Me he informado para hayar el nombre del padre, lo demás es producto de mi imaginación.
Espero que os guste y estaré atenta a vuestros comentarios.
Besos mágicos,
Lu
LEE. COMENTA. COMPARTE. HAZ QUE NUESTRO CÍRCULO CREZCA.
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Melissa entra en casa cargando con la compra semanal: productos de limpieza, comida, bebida y unas cuantas bombillas, además de pilas y algunas cosas de menaje a mitad de precio. Tal y como entra por la puerta, las bolsas se precipitan contra el suelo, impactando con un estruendoso sonido de cristales rotos. Se queda inmóvil con los ojos muy abiertos observando asombrada a la persona delante de ella.
—¿Qué haces aquí? —pregunta al hombre que se acerca a ella, con el arrepentimiento reflejado en su mirada de ojos castaños.
—Hola, he vuelto a casa, hija.
Melissa lleva encerrada a cal y canto en su habitación unos diez minutos, colgada al teléfono con Faye, que no sale de su asombro:
—Así que ha vuelto…
—Sí.
¿Así sin más? Ni un «Perdona por desaparecer del mapa»? ¿Nada? —pregunta Faye indignada, ante el comportamiento del padre de su mejor amiga.
—No, lo único que me ha dicho es «Mel, cariño ¿te llegan los cheques puntualmente?» —explica, emulando la voz de Patrick, que está en el piso inferior desempaquetando sus cosas.
—Dile que se los puede meter por el…
—Algo así le he dicho, pero Faye….
—¿Qué?
—¿Te parecería una gilipoyas si te dijera que es mayor la ilusión de su regreso que el cabreo por su partida?
—Es un suponer, ¿no? Pues en el hipotético caso, te diría que eres un tontita sentimental…hipotéticamente, maticemos —responde, ahora con tono jocos, intentando rebajar las tensiones—. Te entiendo, Melissa, de verdad que sí, pero no puede aparecer como si nada después de lo que ha hecho y esperar que te lances a sus brazos.
Un largo silencio al otro lado de la línea le hace gruñir exasperada:
—Ya lo has hecho, ¿verdad?
—Faye, ¡ha venido para quedarse! —exclama, dejándose embargar por la alegría.
—Genial. ¿Cuánto esta vez: dos días, una semana, un mes? —responde, destilando ironía— No quiero parecer una perra…
—Pues suenas como una —le corta Melissa—, solo te falta ladrar.
—¡Muy bien! Me alegraré por ti, ¿de acuerdo? ¿Es eso lo que quieres? Bailaremos en círculos, cantaremos el Cumbayá e imaginaremos un mundo repleto de unicornios rosas, dulces que no engordan y padres que no mueren ni ser marchan ¿es suficiente?
—Un comienzo al menos. Te lo digo en serio, Faye, esta vez es de verdad. No volverá a irse. De hecho, me ha dicho que tiene una sorpresa para mí —le comenta ilusionada, poniéndose boca abajo en la colcha y jugueteando con los pies descalzos.
—Si es un osito de peluche, dile que llega muchos años tarde.
—Faye… —le advierte Melissa, que en estos momentos no necesita el sarcasmo de su amiga.
—Muy bien. Pero si es algo comestible o bebible compártelo conmigo, ¿eh?
—Vale. Te dejo, escucho mucha actividad abajo. Creo que son los vecinos, habrán visto el coche de mi padre y… ¡ya sabes! —dice exultante.
—Muy bien. Pero no te olvides de lo de esta noche.
—¡Luego te veo! —se despide, antes de colgar y bajar las escaleras prácticamente a la carrera—. Oye, papá ¿qué…? —interrumpe su pregunta y el descenso al encontrarse cara a cara con una escena que no puede digerir.
Patrick está abrazado a una mujer. Ella calcula que ronda los treinta y cinco años. Tiene la piel morena, aunque mucho más clara que la de él y luce una larga melena lisa y de color azabache. Viste un pantalón y una camisa básicos en color hueso y de su estilizado cuello pende una cadena de plata con un colgante verde que parece algún tipo de piedra preciosa y que hace juego con unos ojos que la observan ahora con manifiesto interés.
—Hola. Tú debes de ser Melissa. Tu padre me ha hablado muchísimo de ti —dice con amabilidad y utilizando una voz clara y cristalina.
—Pues de ti no ha dicho ni una palabra —responde secamente, ignorando de pronto a la mujer y mirando fijamente a su padre, que exhibe una radiante sonrisa para camuflar el temor que siente.
—Cariño, esta es Fala, mi esposa. Te he hablado de ella en las cartas que…
—Las tiré. Todas —le corta antes de que continúe con una explicación y presentación que a Melissa le traen al pairo—. Primero desapareces, mandándome cheques como si fuera una de esas niñas que se apadrinan en el tercer mundo y después vuelves con excusas y…
—Mel, yo…
—¡No, calla! ¡Me toca hablar a mí! —grita, fuera de sus casillas. Un macetero que decora la entrada estalla, y la tierra comienza a caer lentamente sobre el suelo—. No puedes venir diciendo que vas a hacer las cosas bien y aparecer con ella —continúa, señalando a Fala, que en estos momentos trae un cuenco de la cocina para colocar encima la planta, cuyo recipiente se ha quebrado— ¡NO LO TOQUES! NO TOQUES NADA —exclama furibunda, bajando peldaño a peldaño con algunos de sus mechones elevándose como un halo alrededor de su cabeza.
Fala, lejos de amedrentarse o salir despavorida, se yergue, rodeando su colgante con ambas manos y susurrando unas palabras en lo que parece algún idioma primitivo. De repente, a Melissa la invade una sensación de calma y la planta en manos de la desconocida parece brillar, crecer, llenarse de vida.
—¿Qué coño eres? —pregunta Melissa, mirándola con interés y recelo a partes iguales.
—Soy Fala, mi nombre significa Cuervo. Pertenezco a un largo linaje de hechiceros tribales y ahora, además, soy tu madrastra —responde, caminando hacia ella y esbozando la mejor de sus sonrisas, tendiendo una mano en son de paz—. Encantada de conocerte.
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El Círculo Secreto: Legado (The Secret Circle - Temporada 2)
FanficEste es un fan fic creado para continuar con la segunda temporada de EL CÍRCULO SECRETO, que fue injustamente cancelada. Todas las historias aquí narradas son inventadas, pero los personajes, así como las localizaciones descritas y muchos de los nom...