El Círculo Secreto: Legado (The Secret Circle - Temporada 2)

CAPÍTULO 17: EMBOSCADA

Bueno, he tardado pero aquí está: NUEVO CAPÍTULO.

Últimamente  están más espaciados porque, como ya comenté, estoy inmersa en la preparación para la salida en papel de CLANES: LOS INICIADOS, mi novela que fue adquirida a principios de año por Ediciones Kiwi y que hasta ahora solo estaba disponible en digital. Y por si esto fuera poco, también reviso su segunda parte, la cual termina la historia abierta, además de escribir Oh My Gothess, buscar "hogar" para otra nueva novela Urban Fantasy y llevar mis blogs, que no son pocos. ESPERO QUE LO ENTENDÁIS.

Os recuerdo que podéis leer el comienzo de Los Iniciados en WATTPAD y haceros con él en Amazon o Kiwi por 3,95€

Y ahora...¡A LEER! Espero vuestros VOTOS y COMENTARIOS, tan importantes para mí.

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Melissa ha pasado el resto de la  tarde planeando qué ponerse. Su padre y su recién estrenada madrastra no han hecho acto de presencia, pero una nota con pulcra y curvada caligrafía encontrada en el ahora abastecido frigorífico le avisaba de que tenían que hacer unas cuantas compras más y volverían a eso de las ocho de la tarde.

Está delante del armario con una percha de la que pende un vestido granate en la mano derecha y otra de la que cuelga una simple pero escotada camiseta. No sabe si ir a por todas o ser más sutil. La verdad es que Ryan le gusta. Es simpático, divertido, atento y, sinceramente, está cañón. Pensar en lo mucho que le atrae le provoca un pequeño pinchazo de culpabilidad y rescata de su mente el recuerdo de Nick, ese vivaracho y algo vacilón rubio que le sacaba de sus casillas, no su versión post demoníaca, la cual intenta olvidar.

Agita la cabeza buscando librarse de esos pensamientos y pone el IPOD en una plataforma con altavoces, con tan mala suerte que la primera canción en sonar es Kill Me de The Pretty Reckless.

—Joder. Faye —dice en alto, suspirando ostensiblemente. Sabe que se ha portado fatal, aunque no era su intención.

Abre el cajón y saca las dos entradas que su amiga le ha arrojado horas antes y decide hacer acopio de valor y llamarla por teléfono.

Un tono.

Dos.

Tres.

—¡¿Qué?! —responde Faye con voz arisca.

—Perdóname. Por favor. Lo olvidé, ¿de acuerdo? —se disculpa, sonando verdaderamente arrepentida y enroscando nerviosamente uno de sus mechones rizados en el dedo índice—. Todavía podemos ir, si quieres...

El silencio se hace al otro lado, durante tanto tiempo que Melissa está a punto de colgar, desolada. Por fin se escucha a Faye soltando el aire y preparándose para ceder.

—Muy bien. Nos vemos en el Boathouse. Saludaré a tu nuevo soldadito de juguete y nos iremos a las 22:30, ni un minuto antes ni un minuto después. Te veo ahí —concreta antes de colgar.

—Algo es algo —susurra Mel, dejando el móvil en la mesilla.

Finalmente deshecha los modelitos previos y con la perspectiva de un brutal concierto se embute una falda negra de bandas y se coloca por encima una camiseta gris que deja un hombro al descubierto. Saca su chaqueta de piel y los botines a juego y se maquilla prestando especial atención a sus labios, en los que aplica un brillo de color coral que resalta su piel mestiza y sus ojos.

Está estirando la ropa y valorando el resultado de la prueba en el espejo, cuando escucha la puerta de la calle cerrarse.

            «Han llegado», maldice para sí.