Capítulo 1. Un encuentro predestinado

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Anime: Gravitation

Autor original: Maki Murakami.


Siglo XXX. Año 3000. La humanidad había llegado a una nueva etapa en su existencia. Una nueva especie había aparecido en el árbol evolutivo y rápidamente se había expandido por sobre las ciudades cual peste. Una especie tan parecida al homo sapiens pero que había dejado atrás las debilidades de las emociones humanas, distinguiéndose por su gran fuerza, inteligencia y astucia, y al mismo tiempo por la falta de humanidad y buenos sentimientos.

El ser humano rápidamente había decaído bajo las feroces garras de estos nuevos seres, viéndose obligado a sobrevivir de migajas, recluyéndose en pequeños poblados y fungiendo como meros esclavos de esta especie superior. Los denominados kaizokus.

¿Quién los creó? ¿De dónde salieron? ¿Por qué eran tan parecidos a los seres humanos y al mismo tiempo, tan diferentes? ¿Por qué, a pesar de tener una esperanza de vida media similar a los seres humanos, había un kaizoku que parecía trascender en el tiempo?

Seguchi Tohma. El líder de los kaizokus. Todos los kaizokus respondían ante él; quienes osaban oponerse, solían desaparecer sin dejar rastro. Tohma se había encargado de esclavizar a los remanentes de la especie humana en decadencia.

El más destacado kaizoku de la ciudad capital era el conocido Eiri Uesugi. Entre los kaizokus, Eiri era el favorito de Tohma sin alguna razón aparente. Un caso excepcional era el de la familia Uesugi que había engendrado tres hijos, tenía dos hermanos, su hermana mayor Mika, y el hermano menor, Tatsuha, un kaizoku desbocado que continuamente compraba mascotas, simplemente para su disfrute personal.

Era bien conocido que el sexo entre "esclavos" era un acto de entretenimiento público para los kaizoku, casi como solía hacerse en el pasado viendo carreras de caballos o peleas de gallos, un mero acto de esparcimiento visual. "Ver y no tocar", era la única regla.

Un kaizoku podía reclamar a cualquier humano como su sirviente o como su esclavo una vez que éste había caído en manos de los kaizokus. Bastaba simplemente con ponerle los ojos encima, decir "yo lo quiero" y pagar el precio. A un kaizoku nunca se le negaba nada. Ese era el alcance de su poder. Esta era la manera de vivir de los kaizokus.

La vida de los humanos era otra historia. Como marginados, vivían en los suburbios colindantes a las grandes ciudades, pequeños poblados caídos en la inmundicia. Vivían en condiciones deplorables. Ellos no vivían... sobrevivían.

Los trabajos eran mediocres. Los que tenían suerte se convertían en sirvientes cuyas única función era mantener limpios los aposentos de sus amos y cumplir con sus necesidades personales que no involucraran actividades sexuales. Los que no corrían tanta suerte, se convertían en esclavos sexuales destinados al deleite visual de los kaizokus.

Había otras diferencias entre un sirviente y un esclavo. Un sirviente podía ir y venir, siempre y cuando su amo no lo necesitara, un esclavo no tenía esas libertades. Un sirviente podía salir a la calle solo. Un esclavo sólo podía salir en compañía de su amo o con un sirviente, con previa autorización del kaizoku. Esa era la ley.

***

—Shu, tengo que hablar contigo.

Hiro y Shuichi caminaban rumbo a su cuarto compartido después de pasar el día tratando de encontrar un trabajo para Shuichi.

—¿Que pasa Hiro? —preguntó Shuichi mientras andaban por las transitadas calles de los suburbios.

—Bueno... —Hiroshi parecía dubitativo en cuanto a empezar la conversación.

Siglo XXX (Gravitation)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora