¿Otra Weasley?

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Después de todo, el verano no había terminado tan terriblemente.

Mamá y yo nos habíamos quedado en la antigua habitación de Percy, quien al parecer había tenido algunas diferencias con sus padres de las que nadie quiso hablar.

Me había acostumbrado al ruido proveniente de la habitación de los gemelos y también había aprendido a diferenciarlos... la mayoría de las veces. Había congeniado bien con Ginny, y Ron, a pesar de parecer preocupado la mayor parte del tiempo, se mostró bastante amable conmigo. Todo fue regularmente bien hasta que un día, como había previsto por los murmullos que se escuchaban, todos se marcharon a algún lugar por el resto del periodo sin mucha explicación con lógica.

Volver a ser mamá y yo procesando el cambio no estuvo del todo mal. En su día libre del trabajo fuimos al callejón Diagon y compramos todo lo que había en la lista del colegio, la mayoría de segunda mano. No podíamos darnos el lujo de gastar tanto en las condiciones en las que estábamos, y la verdad es que lo que compramos no estaba taaan desgastado.

El 1° de septiembre nos reencontramos finalmente con los Weasley en la estación 9 y ¾. Los chicos ya se habían subido al tren, presurosos por promocionar los artefactos en los que los gemelos habían trabajado tanto, pero Ginny se encontraba con sus padres, esperándome.

—¿Nerviosa? —me preguntó.

—Un poco.

Mentí. Me sudaban las manos.

No sabía que esperar, aún con las historias que los hermanos me habían contado. Estaba segura (al igual que mi madre, en su historia del pasado), de que al menos la mitad de las anécdotas de los gemelos eran mentira, así que no podía fiarme mucho de sus consejos y advertencias como un antecedente válido para enfrentarme a lo nuevo. Me ponía nerviosa todo eso de la ceremonia de selección y de cómo tenía 3 de 4 posibilidades de estar completamente por mi cuenta.

Juntas subimos al tren y encontramos un compartimiento vacío, de puro milagro. Por todos los pasillos, cientos de voces en pleno reencuentro revelaban emociones diversas ante el inicio de un nuevo curso. Me parecía fascinante que nadie hablara francés, pues había batallado con la lengua de mi madre algún tiempo y era un alivio por fin utilizar mi lengua natal. Ginny me hablaba de sus amigos cuando un chico de cabello castaño se paró en la puerta y sonrió. Llevaba una extraña planta en las manos, pero la chica a mi lado ni se inmutó. Como si fuera la cosa más normal del universo.

—¡Neville! Qué bueno verte —lo saludó, y se giró hacia mí para señalarme con entusiasmo, ésta es mi prima, Emma. La han transferido de Beauxbatons.

Nos dimos la mano torpemente, y el resto del viaje nos la pasamos hablando de Quidditch... y plantas.

***

Después de un viaje en bote hacia el castillo con los de primer curso, esperé fuera del Gran Comedor con ansiedad renovada para la ceremonia de selección. La profesora que se presentó como Minerva McGonagall nos dio la bienvenida y explicó (con palabras más formales que las de Fred y George) que había cuatro casas en las que podíamos quedar seleccionados, y cómo aquella que nos fuera asignada sería nuestra familia durante todos nuestros cursos en Hogwarts.

Después de escuchar al sombrero seleccionador dar un discurso bastante inspiracional, uno a uno cada chico y chica en el grupo dentro del que me encontraba, comenzaron a ser colocados en sus respectivas casas. Para cuando me llegó el turno, sólo quedábamos dos personas. Seguí después de una tal Michelle Vance que había quedado en Hufflepuff.

—Emma Weasley —llamó la Profesora McGonagall.

Me entraron náuseas. "Bourdeu", susurré mientras caminaba, con la mirada clavada en el piso. Tendría que encontrar la manera de corregirlo antes de que todos comenzaran a llamarme así.

Intenté mirar a un punto fijo para evitar vomitar en frente de un montón de alumnos que sorpresivamente me estaban prestando más atención de la que deberían. Probablemente pensarían que era hermana de los demás Weasley y eso los confundía, como si no ya hubiera suficientes de ellos en esa misma sala. La profesora colocó al sombrero seleccionador en mi cabeza, y de pronto empezaron las cosas extrañas.

—Mmm, ¿otra Weasley? —dijo, mientras yo hacía una mueca—. ¿O quizá debería decir, Bourdeu? Sí, Emma Bourdeu —enrojecí y opté por mejor no pensar en nada —. A decir verdad, no eres otra Weasley de los que estoy acostumbrado, así que... ¿Qué haré contigo?

Entre los "mmm" y "claro, sí", los segundos parecieron eternos. El sombrero parecía estar disfrutando descifrar mi enmarañada mente que sólo quería lanzar una maldición al techo encantado para que dejaran de mirarme.

—Vaya... esto es inusual en tu familia, pero... ¡Slytherin!

"¿Qué?", "¿Cómo ha dicho?"

Todos parecían estar sorprendidos, incluso la Profesora McGonagall que me miró intrigada cuando me retiró el sombrero de la cabeza. Recibí algunos aplausos desganados mientras me dirigía a la mesa con los demás slytherins, los más atónitos entre los espectadores. Yo estaba en blanco, como tratando de procesar la decisión del sombrero sin poder enhilar un solo pensamiento.

Me senté junto a un chico de primer curso y busqué con la mirada la mesa de los gryffindor. Ginny y los demás, ya me estaban mirando.

Another WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora