La fiesta de los Slytherin

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POR ORDEN DEL MINISTERIO DE MAGIA

Dolores Jane Umbridge (Suma Inquisidora) sustituye a Albus Dumbledore como Director del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería.

Esta orden se ajusta al Decreto de Enseñanza n.° 28.

Firmado:
Cornelius Oswald Fudge
Ministro de Magia

A la mañana siguiente, de alguna manera todo el castillo estaba enterado de los acontecimientos de la noche anterior.

Había versiones muy locas. Felicia nos había despertado a Johanna y a mí, para decirnos que Hannah Abott andaba contando que habían llevado a Dumbledore a Azkaban, que este había hecho explotar las paredes de su celda y se había ido volando en un thestral al amanecer.

—¿Quién demonios es Hannah Abbott? —fue lo único que Johanna pudo decir.

—Es de Hufflepuff.

—Con razón.

Me deje caer en la cama de nuevo, con la cabeza dándome vueltas. No había logrado pegar ojo en toda la noche. Me la había pasado dando vueltas en la habitación y por la sala común, con el mensaje de Dumbledore en la mano. No había duda, algo andaba mal conmigo, y era por eso que estaba teniendo todos esos sueños extraños y aquellas visiones... Y justo cuando iba a tener la respuesta, mis posibilidades de escucharla se habían esfumado. Estaba por demás decir que el director no iba a comunicarse conmigo para contarme la verdad. Era probablemente el mago más buscado por todo el Mundo Mágico en ese momento, no esperaba que fuera a arriesgarse por una cría como yo. Lo único que me quedaba era crearme un montón de chorradas en la cabeza que lo único que hacían era hacerme perder los estribos. Si no me distraía, mis pensamientos acabarían por consumirme.

A la hora del desayuno abandoné a mis compañeras para ir directo a la mesa de los Gryffindor. Los chicos se veían mortificados. Incluso Ron jugueteaba con la comida con desgana. A decir verdad, casi todos en el comedor se veían así. El que el anciano mago hubiera desaparecido y nos dejara en manos de Umbridge y el Ministerio no era precisamente una noticia espectacular.

—Me enteré del asunto del Ejército—les dije mientras ocupaba un lugar junto a Neville.

Harry frunció levemente el ceño. Era el que se veía más afectado, y con justo motivo.

—Nosotros también nos enteramos de que te uniste al grupo que nos buscaba.

Todos me observaron expectantes. Se me subieron los colores al rostro y me apresuré a contestar.

—¡No! Bueno, sí... Es decir... ¡Intentaba protegerlos! Hubiera hecho todo lo posible por estropear los planes que tenía Umbridge, saben que sería incapaz de volverme contra ustedes.

Los rostros se relajaron.

—¡Se los dije! —exclamó George con renovado ánimo—. Esta Slytherin es nuestra chica.

—Queríamos decirte, Emma, pero nos pareció peligroso... —dijo Hermione, con cara de culpabilidad.

—Temíamos que las serpientes pudieran hacerte daño para sacarte información —agregó Ginny.

Me encogí de hombros.

—Entiendo. No pasa nada.

Finalmente, el castaño me contó de qué iba todo el asunto de las reuniones secretas. Aparentemente, hartos de las inútiles clases de Defensa Contra las Artes Oscuras, se decidieron a formar el Ejército con Harry al frente, para aprender cosas que realmente fueran a servirles cuando llegara el momento de pelear. Los gemelos me dijeron que Neville había mejorado muchísimo en sus hechizos (más que cualquier otro), incluso había llegado a producir un patronus corpóreo. Lo felicité orgullosa, haciéndolo ruborizar. Sabía que todo había sido el resultado de la fuga de Bellatrix Lestrange, y me sentía feliz porque les hubiera sacado provecho a sus emociones. Sus padres tendrían que estar muy orgullosos de él.

Another WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora