A primera hora de la mañana, golpearon a la puerta nuevamente.
—¿Quieres dejarme en paz de una buena vez, Malfoy? ¡Te he dicho que no me busques más! —me quejé.
El breve "clic" del picaporte me sobresaltó. A unos pasos de la cama, mirándome expectante, estaba Narcissa Malfoy, con la llave que abriría cualquier puerta de su hogar en mano. La recordaba de aquel día en King's Cross, en vacaciones de Navidad. Tenía el ceño levemente fruncido, como si intentara descifrar toda mi vida a través de mis ojos.
—El desayuno se ha servido.
Tardé unos segundos en procesar aquella simple oración.
—¿Pretende que tome el desayuno con usted? —inquirí, confundida.
Ella asintió fríamente. Con aquella expresión, el parecido con Draco era aterrador... Excepto por los ojos. Mientras los del rubio eran de un hipnótico y frío gris como los de su padre, los de Narcissa eran de un azul bastante triste, apagado. Si los ojos eran la ventana al alma...
—No eres una prisionera. El Señor Tenebroso ha pedido que te tratemos como una... Invitada especial —explicó, mientras se alisaba la falda de su vestido color ámbar —. Y es tu deber responder como tal. Eres una de nosotros ahora.
Quise bufar con sarcasmo, pero por alguna razón la presencia de la mujer no me lo permitió. Me sentía irrespetuosa e insolente de solo pensarlo. Su grado de autoridad se sentía a kilómetros e intimidaba un poco.
—No puedo ver cómo es que no soy una prisionera, cuando estoy aquí contra mi voluntad —respondí finalmente—. ¿Y cómo saben que no saldré huyendo, si por lo visto puedo salir de aquí sin restricción alguna?
—Ya veo —no perdió la calma, ni su elegancia al hablar—. Desde mi punto de vista, es bastante evidente que no estás en posición para negarte a nada de lo que el Señor Tenebroso indique. ¿Crees que no arremeterá contra tu amigo y su familia como lo insinuó, ante la menor falta que cometas?
—¿Cómo sabe eso?
—Querida, ésta es mi casa. Sé más de lo que alguna vez admitiré —caminó hacia la puerta, y sin girarse agregó—. Te espero abajo, en diez minutos. Te vendría bien una ducha.
Una vez sola, me tallé las sienes. No había dormido en toda la noche, pensando en mi familia y en qué sucedería cuando se dieran cuenta de que no tenían noticias mías. Voldemort no había dicho por cuanto tiempo me requería en sus planes, pero tampoco era tan tonta como para pensar en que esto iba a ser una simple cosa de verano. ¿Y si no volvía a ver a mi madre nunca más? Cerré los ojos con fuerza, tratando de aferrarme al recuerdo de la última vez que la había visto. La última vez que los había visto a todos.
Traté de sacar de mi sistema aquellas ideas, y no del todo segura, escudriñé la habitación en busca de mi maleta por si acaso alguien había sido lo suficientemente amable y considerado como para llevarla ahí mientras torturaba a mi propio padre (sí, sarcasmo). No la encontré, por supuesto, pero por el contrario me sorprendió ver el closet con algunas prendas que eran de mi talla. Supongo que se habían preparado para mi llegada después de todo, y no querían verme pisando sus fríos terrenos en vestidos de flores que había empacado para un verano soleado.
Suspiré, tomé lo primero que tuve a la mano, y entré al baño para quitarme el olor a repudio y resentimiento.
Después
Me perdí un poco por el lugar, pero después de algunos fallos al final encontré a la señora Malfoy sentada en una amplia mesa rectangular con demasiadas sillas vacías. No había nadie más, y el desayuno parecía haber sido preparado para alimentar a todo un batallón.
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Another Weasley
FanfictionCon el regreso de "El-que-no-debe-ser-nombrado" y los recientes cambios en su vida, Emma Bourdeu debe afrontar el hecho de ser una Weasley. Toda su vida se ha negado a portar el apellido de su padre, pero su cabello del color del atardecer no se...