No podía dejar de caminar por el despacho de Dumbledore con los brazos extendidos como si simulara ser un avión. Sabía que debía verme ridícula, pero no quería tocarme ni tantito. Sentía que iba a profanar el cuerpo de Malfoy si tocaba cualquier parte de su figura, y eso me hacía sentir demasiado incómoda. Las personas de los cuadros colgados alrededor de la estancia me veían con curiosidad, algunos meneando la cabeza con desaprobación.
Dumbledore se había puesto a leer nuevamente El Quisquilloso, dejándome hacer ese espectáculo sin sentido, sin regañarme o pedirme que me controlara. Soltaban unos fuertes "¡Já!" de vez en cuando, pretendiendo que yo no estaba ahí, jugando a los aviones. Sin embargo su semblante había cambiado, ya no se notaba sereno, podía decir que algo de lo que le había contado le inquietaba.
Me moría de vergüenza y no sabia que decirle. ¿Cómo iba a explicar que mi pensamiento poderoso era el mismísimo Draco Malfoy, mi compañero de castigo, hijo de uno de los más viles mortífagos del Mundo Mágico? Y además, ¿cómo rayos iba a regresar a mi cuerpo? ¡Oh, Merlin, iba a tener que quedarme con la apariencia del slytherin y todos me iban a descubrir a mí y a lo mío con él!
—Profesor, quiero... Necesito regresar a mi cuerpo —dije acercándome a él, con las mejillas encendidas. Mi voz sonaba como la del rubio.
El anciano mago me sonrió con cordialidad.
—Ese es su cuerpo —me señaló de arriba a abajo—. Sólo se ve diferente. Interesante elección, por cierto. No sabía que usted y el señor Malfoy eran más cercanos de lo que aparentaban...
Desvié la mirada, apenada.
Él puso el diario en una mesilla cercana, y se levantó para ponerse frente a mí. Con una seriedad renovada me puso una mano en el hombro, presionándome para que lo mirara a los ojos y le prestara atención.
—Escuche bien, Señorita Bourdeu...
—Por favor, Profesor —lo interrumpí con voz de un Malfoy tímido—, dígame Emma.
Asintió con una sonrisa rápida.
—Bien, Emma, es necesario que todo esto continúe siendo un secreto, pero también es de vital importancia que practiques lo más que puedas en tu metamorfosis. Nunca sabes cuando te será útil, y puede que tenga un papel importante en lo que se avecina.
Titubee.
—¿Qué... Qué se avecina, señor?
Meneó la cabeza con preocupación y el entrecejo levemente fruncido.
—Aún no lo sé. Pero tu sueño ha sido una advertencia que no podemos ignorar. Como sabrá, tiempos oscuros nos esperan, y hay muchas implicaciones interconectadas que aún no comprendo del todo. Tengo algunas suposiciones... Pero me gustaría hacer mi investigación primero antes de poder dar todo por sentado... Prometo mantenerte al tanto si descubro algo de valor... —me miró con severidad—. Debes estar muy atenta a lo que sucede a tu alrededor. Intenta mantenerte fuera de foco, no te metas en problemas innecesarios. No quiero entrometerme en lo que hay entre usted y el joven Malfoy, pero te pido seas más cuidadosa al respecto también en esa situación.
Sentí un pinchazo en mi interior.
—Él nunca me haría daño —solté un poco a la defensiva. Dumbledore parecía buscar en mi mirada aquello que me hacía hablar con tanta seguridad.
—De acuerdo —suspiró con paciencia—. Puedo ver que eres consciente de lo que su persona implica, y también veo en ti un brillo particular de un alma valerosa. Confío en que serías capaz de salvar a más de un alma corrompida, y no caer en las garras del lado oscuro por más tentador que pudiera ser.
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Another Weasley
FanfictionCon el regreso de "El-que-no-debe-ser-nombrado" y los recientes cambios en su vida, Emma Bourdeu debe afrontar el hecho de ser una Weasley. Toda su vida se ha negado a portar el apellido de su padre, pero su cabello del color del atardecer no se...