Aquella revelación me tomó por sorpresa. Casi me hizo olvidar que estaba herida.
Casi.
La mano me ardía y la sangre no dejaba de salir. No me explicaba cómo había podido lastimarme mientras dormía... Recordaba mi sueño a la perfección, pero no era posible que un viaje onírico me causara heridas físicas reales, tangibles. No tenía sentido.
La impresionante figura de Albus Dumbledore abandonó su escritorio para acercarse a nosotros.
Con un gesto me pidió permiso para tomar mi mano ensangrentada, que temblorosa le extendí.
—Supongo —habló con calma mientras con una mano sostenía firmemente la mía, y con la otra realizaba movimientos extraños sobre ella que me hacían sentir punzadas de dolor—, que esto supone una historia entretenida sobre lo que ha pasado en la Torre de Astronomía.
Draco y yo abrimos mucho los ojos. El rubio tragó saliva. Había perdido completamente el color. Yo por mi parte, sentía mis mejillas arder.
Dumbledore rió.
—No creerán que no me entero de las cosas que pasan en mi propio colegio.
Unos segundos después, dejó mi mano libre, invitándome a mirarla. Aún estaba rojiza por la sangre que había perdido, pero la herida estaba perfectamente suturada, prácticamente como si hubiera ido con la mejor enfermera del Mundo Mágico. Vaya, nunca subestimen el poder de la magia.
No me podía sacar de la cabeza aquella voz resonando. "Haz tu elección". No había duda de que se trataba de aquel mago, pero ¿acaso él era consciente de ello o eran puros inventos de mi imaginación? Debía estarme volviendo loca.
—Estaba dormida... No sé cómo... —me miré la mano, y después mis mechones que caían por sobre mis hombros, ahora más rojos que nunca— ... Mi cabello... ¿Señor?
Sabía que no tenía sentido lo que decía, pero mis pensamientos estaban así, revueltos, incapaces de conectarse uno con otro.
Si embargo, él asintió con pasividad, como si le hubiera explicado todo con detalle.
—Señor Malfoy —le habló al pálido rubio que se encontraba cerca de mi—, ¿tiene usted algo que agregar al respecto?
Draco estaba con la cabeza gacha. Una leve capa de sudor le cubría la frente. No dejaba de impactarme su uniforme manchado con sangre, que hacía par con el mío... Era una visión aterradora. Parecía que acabara de cometer mi propio homicidio.
Se aclaró la garganta y elevó un par de ojos grises y fríos hacia el director.
—No.
El hombre de barba plateada sonrió.
—Entonces debo pedirle que espere un momento afuera, para que pueda hablar mejor con la Señorita Bourdeu —le señaló la puerta—. Pero no se aleje tanto. Quisiera conversar a solas con usted también, de ser posible.
El rubio me dedicó una mirada fugaz que no supe interpretar más que como miedo. ¿Miedo de dejarme sola con aquel personaje?
Dumbledore me hizo sentarme en una de las butacas frente a su escritorio, y tomó asiento. Noté que una bellísima ave fénix nos observaba de cerca, con gran interés.
Me miró como si esperara que fuera yo la que dijera algo, meditabundo. Tenía pinta de filósofo con aquella fachada estrafalaria. Un gorro púrpura puntiagudo descansaba sobre la mesa, para ir a la par con el resto de sus ropas.
—Me imagino —dijo con simpatía—, que habrás llegado a la conclusión de que tus sueños no son normales.
Asentí temerosa.
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Another Weasley
FanfictionCon el regreso de "El-que-no-debe-ser-nombrado" y los recientes cambios en su vida, Emma Bourdeu debe afrontar el hecho de ser una Weasley. Toda su vida se ha negado a portar el apellido de su padre, pero su cabello del color del atardecer no se...