Serpientes y leones no se sientan en la misma mesa

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El banquete comenzó después de que Dolores Umbridge, la nueva profesora de Defensa contra las Artes Oscuras dijera unas palabras (que ni siquiera escuché). Yo seguía sin dejar de mirar a Ginny mientras la profesora hablaba. Intentar buscar la mirada de los gemelos había sido un completo error, parecía que acababan de decirles una noticia terrible, y aún así sospechaba que la decepción en sus rostros era culpa mía. Ron parecía decir "lo siento" con los ojos, pero el discurso de Umbridge captó su atención y no me miró más.

Intenté ya no darle más vueltas al asunto y comí un poco de los deliciosos platillos que tenía en frente. Había sido seleccionada en Slytherin ¿y qué? no significaba nada, no cambiaba nada en mi. A final de cuentas sí iba a estar sola, pero bueno, las posibilidades eran enormes, no debía sorprenderme tanto. Aún podría verlos en los pasillos, clases (al menos a Ron) y sobre todo pasar con ellos los tiempos libres, porque no me iban a excluir por una tontería ¿o si?, según yo, les había agradado. No iba a estar tan mal.

Al final del banquete, los prefectos nos dirigieron a la sala común. Las mazmorras de Slytherin tenían un aire mistorioso con aquellos detalles en verde y plata, y el ambiente verdoso y algo frío que provenía del Lago Negro.

Las habitaciones también conservaban ese misterio y elegancia con los colores de la casa. Mis cosas se encontraban junto a una de las tres camas de mi habitación asignada. Había un ventanal enorme que dejaba ver las aguas del lago, y el sonido del agua era impresionante. De alguna manera bizarra que no comprendí, me encantó. No se comparaba para nada con el hogar que había compartido con mi muy femenina madre durante tantos años (antes de que nos quedáramos sin dinero para conservarlo), pero estaba más cerca de mi gusto personal.

—Tú debes ser la chica Weasley —dijo una voz, como si se tratara de algo obvio.

Mis dos compañeras de habitación habían llegado. Una era bajita y rubia, con una nariz que me hacía recordar a un cerdito. La otra era una morena preciosa, incluso con la luz verdosa que iluminaba la habitación, su piel se veía resplandeciente y perfecta.

—Soy Emma, Emma Bourdeu.

—Yo soy Johanna Bole y esta Felicia Higgs —respondió la morena, señalando a la chica con nariz de cerdito—. ¿Qué no eres otra Weasley? Pensamos que se habían acabado con la chica de cuarto curso.

—En realidad, son mis primos —intenté explicar—, no conocí a mi padre y a mí madre parece gustarle más que use su apellido.

Ambas rieron mientras buscaban sus pijamas, como si fuera algo con muchísima gracia.

—Ya, claro. Yo tampoco usaría mucho ese apellido por aquí si fuera tú —dijo la rubia—, los Weasley no son precisamente muy queridos por los slytherins. Podría incluso causarte problemas.

Me preocupé. Lo que menos quería era enemigos ajenos. Estaba segura de que gran parte del problema era cosa de los gemelos, ellos mismos habían dicho lo de las "sorpresas". Ojalá no tuviera que pagar los platos rotos si se les ocurría utilizar sus cosas por aquí.

—Aunque con esa cabellera, no tienes ni que decirlo —agregó Johanna—, es el color más vibrante que se ha visto aquí en las mazmorras, eso te lo aseguro.

***

Mi primera clase al día siguiente era pociones, con los de Ravenclaw. Hasta ese momento nadie se había acercado para preguntarme por qué me habían transferido, y el misterio de si era otra hermana Weasley ya había sido resuelto gracias a Johanna y Felicia, que seguro se habían encargado en iniciar una cadena que llevara la información a todos en el castillo.

Another WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora