Celos

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Finalmente había llegado el fin de semana y eso significaba que podíamos visitar Hogsmeade y olvidarnos un poco de los deberes.

El clima comenzaba a enfriarse, Halloween estaba a la vuelta de la esquina. Fred y George se morían de ganas de probar todos aquellos artefactos de broma que se habían pasado tanto tiempo diseñando con chicos de primer curso. Y alguno que otro mayor, de ser posible.

—¡Vamos Emma!—suplicó Fred—. Hazlo por nosotros, sé que somos tus favoritos.

Ambos pusieron cara de cachorritos tristes. Ginny los empujó

—¡Eh, que su favorita soy yo, tontos!—rezongó.

Yo me reí.

—No voy a ser su muñeca de prueba—rodé los ojos—. Ya sabemos cuantos hematomas le han dejado a Ron, y aquel ojo negro de la historia de Hermione.

—¡Bien!—exclamaron al unísono, rindiéndose—. Pero te has perdido de las muestras gratis que íbamos a darte y que podías utilizar con esas insoportables serpientes —agregó George.

Neville, que se encontraba unos pasos atrás, se unió a la discusión.

—Una vez me dieron muestras gratis—suspiró—. Estuve en la enfermería una semana completa.

Ron, que también nos había alcanzado, junto con Harry y Hermione, bufó.

—Tú siempre estás en la enfermería, no es excusa, Longbottom.

Todos rieron.

Nos dirigimos hacia Las Tres Escobas para calentarnos un poco con cerveza de mantequilla. Los de quinto curso estábamos algo estresados por lo cerca que se encontraban los TIMOS y las horas que invertíamos cada día a ello parecían nunca ser suficientes para aprender lo necesario.

Yo aprovechaba las horas extra en la biblioteca para repasar, porque aquel castigo me estaba quitando valioso tiempo de estudio. Aún me mantenía firme en cuanto a lo que quería lograr, y no iba a permitir que nada me fuera a detener. Ni siquiera Malfoy, quien después de negarse y hacerse el difícil, al final había pasado las últimas dos semanas repasando conmigo todo lo que nos fuera posible. Pero eso era algo que nadie sabía, y prefería mantenerlo de ese modo. No quería volver a causar tensiones en el grupo.

Pedimos una mesa lo suficientemente grande para todos. Madame Rosmerta nos atendió, haciendo que a Ron se le subieran los colores al rostro, y todos hiciéramos bromas al respecto.

Tomé asiento junto a Neville, quien había estado un poco distante desde... El beso... Y aquella charla en el periodo libre donde mi compañero de castigo había salido a colación. Había intentado buscarlo para charlar en los jardines como era nuestra costumbre, pero él siempre decía que debía estudiar si no quería fallar en sus exámenes. Al principio le había creído, porque era un motivo razonable. Pero con el paso de los días me di cuenta que podía tratarse de una evasión más que cualquier otra cosa, y me preocupó que nuestra amistad hubiera quedado estropeada después de todo.

—Hey, Neville —le di unos pequeños toquecitos en el brazo, mientras los demás estaban en plena plática sobre Quidditch—. Es la primera vez que salimos desde hace un tiempo, ¿va todo bien?

Él se encogió de hombros, dándole un trago a su bebida.

—Sí, lo siento, he estado ocupado —dijo inexpresivo, pretendiendo que escuchaba la plática de los demás.

Me acerqué un poco más, intentando buscar su mirada.

—Me refiero a nosotros —dije en voz baja.

Another WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora