Al finalizar la semana ya no me sentía como "la chica nueva". Todos se habían acostumbrado a mi presencia, ya no había novedad alguna en la Weasley que fue seleccionada en Slytherin. Las habladurías cesaron, a nadie parecía molestarle que de repente me sentara con los Weasley en la mesa de Gryffindor, y lo más notable aún: nadie en mi propia casa me llamaba con desprecio por mi apellido. Aquellos con los que había tenido que cruzar palabra por alguna razón u otra, simplemente me llamaban Emma. Unos cuantos, por otra parte, parecían rechazarme completamente y ni siquiera me miraban, como si el mirarme fuera a hacerlos sentir sucios. No me molestaba, me parecía perfecto. No los necesitaba en mi vida.
Algo que había contribuido a aquel cambio eran las horribles clases con Umbridge. Lo digo desde el fondo de mi corazón, esa vieja bruja con cara de sapo tiene el boleto premiado directo a la route de l'enfer. Todos estaban muy desgastados como para pensar en algo más desagradable que ella.
Mi madre me había enviado innumerables cartas durante toda la semana para saber si estaba bien. Le preocupaba que no me sintiera cómoda, o que me hicieran sentir mal por ser la nueva (como si eso fuera lo realmente relevante sobre mi al llegar a este lugar, pensé sarcásticamente). Me contaba que le estaba costando trabajo acostumbrarse a las rutinas de trabajo, pero estaba haciendo lo mejor que podía. No me preocupaba, era una mujer bastante luchona y orgullosa. No se iba a dar por vencida, o a dejar que la pisotearan. No me sorprendería verla escalar algunos puestos más con el tiempo.
Era viernes y teníamos bastante tiempo libre después de Defensa Contra las Artes Oscuras. Salimos del salón de clases bastante abatidos, algo estresados por tener que pasar el tiempo con Umbridge. El día de hoy nadie se había ganado una detención. Había llegado el fin de semana. Todos parecíamos unos ángeles, nadie quería tener que pasar dentro del castillo horas extra por decir algo que a la Profesora no le agradara.
El día era el más soleado que habíamos tenido en la semana. Todos querían estar fuera, así que cuando llegué a la sala común, estaba vacía.
Bueno, vacía, excepto por una sola persona.
Estaba sentado leyendo un libro en un sillón cercano a uno de los ventanales. El agua del lago hacía que en su rostro pálido se reflejara el movimiento del agua. Tenía una expresión dura, como la mayor parte del tiempo cuando no estaba siendo un estúpido frente a los demás. Podrías llegar a creer que era alguien con quien no debías meterte.
—Llegas tarde—dijo, sin apartar la mirada del libro.
Hice una mueca de fastidio. Apenas había llegado 5 minutos más tarde de lo acordado.
—Decidí tomar el camino largo para poder disfrutar el sol —respondí—. Algo que le caería bien a cierta persona, con la piel más pálida en todo el castillo.
Me senté en el sillón junto al suyo, preparé mi libro de Transformaciones y un pergamino con apuntes. Suspiré, algo cansada y miré a Malfoy, que parecía fingir que yo no estaba allí, o que había dicho algo. Cerré los ojos por un minuto, deseaba infinitamente no estar ahí. Pero el dichoso ensayo no se iba a hacer solo, tenía que aguantar un poco más.
—Encontré bastante información sobre el hechizo Evanesco que podría servirnos para...
—Ya he hecho mi parte del ensayo —soltó en seco.
Parpadee, confundida.
—¿Q-qué? ¿Tu parte? Acordamos hacerlo juntos aquí.
—Bueno, he adelantado mi parte —se encogió de hombros, con la vista fija en su libro.
Señaló la pequeña mesilla que había entre nosotros. Varios pedazos de pergamino estaban amontonados encima de ella. La letra era pulcra y tenía un estilo elegante. Eran, tanteando nada más, como diez hojas de ensayo.
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Another Weasley
FanficCon el regreso de "El-que-no-debe-ser-nombrado" y los recientes cambios en su vida, Emma Bourdeu debe afrontar el hecho de ser una Weasley. Toda su vida se ha negado a portar el apellido de su padre, pero su cabello del color del atardecer no se...