Navidad

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Nos escabullimos hasta mi habitación tratando de evitar la mirada de mi ocupada madre, que reía con algunos clientes de las mesas del fondo. No quería que me viera en esas condiciones, pues sabía que haría preguntas que no iba a saber cómo responder.

Draco le puso seguro a la puerta, visiblemente furioso. Caminaba de un lado a otro como si estuviera conteniendo sus ganas de regresar a San Mungo y romperle la cara a alguien.

—Sabía que era mala idea que hicieras un viaje con Longbottom, siempre se las ingenia para hacer alguna estupidez.

Meneé la cabeza, aún con los ojos llorosos.

—No fue su culpa. Fui yo —él se paró en seco frente a mí, confundido—. Al despedirme de su madre, cuando nuestras manos se tocaron... Tuve una visión, la del día de su tortura. Vi todo... Como si hubiera sido uno de los atacantes —la voz se me quebró—. De alguna manera ella pudo sentirlo a través de mi tacto.

El rubio se sentó junto a mi, al pie de la cama. Tenía el ceño fruncido y una expresión pensativa.

—Te sucedió lo mismo con el ataque de Arthur, ¿cierto? Viste todo.

Lo miré con confusión.

—Yo no te conté eso.

Titubeó.

—Bueno, lo supuse —dijo un poco incómodo—. La manera en la que te afectó... No podía ser sino que habías tenido visión de lo sucedido, al igual que con los sueños sobre tu padre. Aquél día en el despacho de Dumbledore... Me quedó claro que aquello no iba a parar ahí —se aclaró la garganta, evitando mi mirada—. Pero aún así este caso es extraño, porque ni siquiera estabas dormida... ¿Quiénes estaban en la visión?

—Había una mujer, Bellatrix —me estremecí de sólo recordar su fino rostro—. Dos hombres con un parecido enorme, un joven... Y alguien más, desde la perspectiva en la que vi todo.

—Sí, la tía Bella... —dijo meditabundo.

Oh. Aquello era algo que Theodore había dicho el día que descubrió lo nuestro.

Bellatrix era tía de Draco... Me sentí repentinamente golpeada ante la idea de que el chico del que estaba enamorada estuviera emparentado con gente tan vil. Una cosa era su padre, el hombre frío y manipulador que conseguía siempre lo que quería gracias a su posición económica, que creía fervientemente en las ideas de Quien-No-Debe-Ser-Nombrado, pero lo que esa mujer había hecho (y estaba segura de que no era su único crimen cometido) traspasaba por completo los límites del humanismo.

Miré al rubio, que aún meditaba en silencio. Sí, había sido un imbécil en innumerables ocasiones, pero lo suyo se basaba en palabras crueles y amenazas que no llegaba a cumplir. No sería capaz de hacer algo como lo que esa mujer le había hecho a los padres de Neville... ¿O sí?

—Los dos hombres debieron ser los Lestrange, Rodolphus y Rabastan —prosiguió, recordando sus nombres—. Y el joven no puede ser otro que Barty Crouch Jr. Fueron enviados a Azkaban precisamente por el secuestro y tortura de los Longbottom.

—¿Alguien más fue enviado con ellos? Estoy segura de que yo era uno más de ellos...

Negó con la cabeza.

—Si hubo alguien más, logró escapar. Aunque me extraña bastante que nunca fuera delatado por sus compañeros.

Un pinchazo de angustia me dejó intranquila... Quien quiera que fuera, podía ser la misma persona que me había hecho ver lo de Arthur, y había alterado mis sueños para que me enfrentara al recuerdo de mi padre.

"Él es la pieza clave...". La voz de Bilius retumbó dentro de mi. Pero ¿Quién... Dónde?

***

Another WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora