15: Feliz cumpleaños Kate

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Cuando él volvió, se pasaron el rato charlando, riéndose y recordando cosas de su infancia. Era divertido en cierta forma, ver el pasado y ahora, lo que eran y lo que son, y el cómo las cosas cambian.

Harry alrededor de las once y media, cerró los ojos y fingió haberse dormido. Katherine suspiró, pese a que quería que Harry pasara las doce con ella, para esperar su cumpleaños, entendía que estuviese exhausto.

Así que se acomodó en el lado de la cama que daba a la pared, y volteó dándole la espalda a su novio. Cerró los ojos y poco después se durmió.

Harry, con sigilo, miró la hora en su celular. En diez minutos serían las doce.

Se paró con cuidado, verificó si ella estaba dormida, y bajó donde estaba su madre con el gran pastel que habían comprado. Prendieron las velitas, mientras Harry se guardaba la pequeña cajita en el bolsillo. El regalo para su novia.

Las doce con tres minutos.

Su madre lo ayudó a subir con el pastel. Abrieron la puerta de la habitación de Harry, prendieron la luz y cantaron el feliz cumpleaños. Ella despertó –pese a que solo había dormido unos minutos– y sonrió al ver la sorpresa. Harry había planeado todo.

—Feliz cumpleaños linda –dijo la madre de Harry mientras el sostenía el pastel, la abrazó y le besó la mejilla.

Ella era como una madre para Kate. No como su verdadera madre. Anne se preocupaba mucho más por ella.

—Gracias Anne, te agradezco todo lo que has hecho por mí –dijo con una sonrisa.

—De nada, eres parte de la familia Kate –Anne sonrió.

Katherine apagó las velitas. No creía en eso de: pide un deseo. Puesto que su mayor deseo, estaba frente a ella.

—Dame el pastel Harry, dejaré que felicites a tu novia –ellos se miraron y sonrieron automáticamente. Anne tomó el pastel—. Los espero abajo.

—Gracias mamá –dijo Harry. Él se acercó a su novia y la rodeó en un gran abrazo. Cerraron los ojos, esos momentos debían sentirlos solamente—. Feliz cumpleaños Kate, solo quiero decirte que gracias por ser tú, gracias por darme una oportunidad en tu vida a pesar de todo, y gracias por ser mi maravillosa y perfecta novia. Te amo –ella sonrió.

Harry la miró a esos ojos marrones, le besó la frente, la nariz y los labios. Se rieron mientras se besaban, y se volvieron a abrazar.

—Gracias Harry –susurró—. Te amo, gracias por demostrarme que lo que realmente necesitaba estuvo siempre aquí –él le sonrió. Le entregó el regalo. Ella se mordió el labio nerviosa—. ¡No debiste!

—Sí debía. –sonrió arqueando una ceja. Miró ansioso a que sus manos abrieran la cajita.

Entonces fue cuando sacó la pulsera. Era de plata, y traía varios colgantes. Un corazón, una llave, una pequeña Torre Eiffel, un pequeño Big Ben, un angelito y lo que más resaltaba debido a que llevaba un color suave rosado, eran dos letras unidas. Una H y una K.

Ella sonrió con los ojos llorosos—. Amor es precioso –lo abrazó y lo besó, luego la ayudó a ponerla en su muñeca. Ambos sonrieron—. Gracias Harry.

—Bajemos, mamá quiere comer pastel junto a Robin –se rieron. Se tomaron de la mano y bajaron.

Disfrutaron con la familia de Harry, todo parecía hermoso. Harry amaba verla feliz y sonreír, era como si todo dependiera de ella. Nunca creyó que podía querer tanto a alguien, siendo que era prácticamente un mocoso, pero la amaba, como nadie.

Aprendiendo a amar; hsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora