27: Feliz Cumpleaños, Harry

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El dolor de cabeza por una mala noche comenzaba a aparecer apenas abrió los ojos, como si hubiese tenido una terrible resaca. Suspiró pesadamente, mientras unos rayos de sol se colaban por la ventana.

Aun así, hacía frío. No quería levantarse, era un día como cualquier otro ahora que volvía a despertar en Londres. Tomó el celular y revisó su teléfono celular. Katherine le había mandado mensaje, sonrió automáticamente.

Espero que hayas llegado muy bien, apenas subiste al avión comencé a extrañarte. ¿Cómo están todos en Londres? Envíale saludos a los chicos... y recuerda, no hagas alguna estupidez, lo prometiste. Te amo cariño.

Harry sonrió, y contestó de inmediato, asegurándole que no haría nada tonto, y que la extrañaba con toda su vida. Y prometió mandarle los saludos a los chicos.

Tomó una ducha, se vistió y fue a dar una vuelta. Había un sol maravilloso, pero aun así se puso uno de sus sudaderas con capucha. Salió de su casa, y caminó sin una dirección muy clara.

Quería estar con Kate, pero sabía que las cosas se complicarían mucho apenas ella llegara. Intentó hacer algo de fricción con sus manos frías, fuera estaba bastante frío. Miró a su alrededor, no había mucha gente, se sentía muy bien estar ahí.

Extrañaba su hogar, la tranquilidad de Londres, comparada con la ajetreada vida de Nueva York. Aunque faltaba algo, y ese algo llegaría en unas tres semanas. No quedaba demasiado, pero para él, era bastante.

Mientras pensaba en ella, ocurrió lo que más temía. Su vista perdida en el horizonte divisó una figura humana que se acercaba, con unas bolsas. Fijó más su mirada, quizás sería uno de sus vecinos, y así era, pero no uno de los que hubiese deseado.

Sintió una quemazón recorrerle el cuerpo, la ira se apoderaba de él. Rob caminaba despreocupado por la acera.

Contrólate. Se dijo a sí mismo. Pero le era casi imposible, sobre todo cuando el malnacido le dirigió la palabra.

—¡Styles, has vuelto! ¿qqué tal Nueva York? –su voz le parecía desagradable, sintió ganas de matarlo, golpearlo contra el pavimento y matarlo.

Ayúdame... se dirigió a Dios otra vez.

Y otra idea vino a su cabeza. Si Rob sospechaba que él sabía algo de Kate, escaparía. Tenía que idear bien el plan, así que intento parecer lo más calmado posible.

—¡Ajetreado! –dijo intentando sonreír —. ¡Nada comparado con Londres!

—Te creo –dijo el hombre con una sonrisa, que a Harry le pareció totalmente irónica —, ¡es bueno verte muchacho!

Harry asintió sonriendo, y el hombre entró a la que alguna vez fue la casa de Katherine. Avanzó a paso rápido a algún lugar que le despejara la mente. Su parque favorito estaba a la vista, corrió hasta allí, sintió la brisa cosquillearle el rostro, algo de alivio se apoderaba de él, pero rápidamente volvió el maldito sentimiento de ira y odio, sus ojos se llenaron de lágrimas.

Llegó hasta allí, y se acercó a un árbol, donde se sostuvo y tomó un respiro. Miró el suelo, dejando las lágrimas caer.

Quiero asesinarlo... solo quiero verlo muerto.

Su mente estaba fuera de sí, y lo entendía. Lo odiaba, le tenía asco, quería vengarse. Ni siquiera la muerte le parecía suficiente castigo. Miles de recuerdos amargos llegaron a su mente.

Te amo linda –Kate lo miró sonriendo y lo besó. Harry comenzó a bajar las tiras que sostenían su blusa, cuando en su hombro, vio una cicatriz de la que nunca antes se había percatado —. ¿Qué te pasó ahí? –la miró dudar, y sus ojos cristalizarse.

Aprendiendo a amar; hsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora