21: Demasiadas coincidencias

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Cuando despertó, se dio cuenta que la alarma había sonado más tarde y tuvo que correr prácticamente con su madre, su hermana y su padrastro, al aeropuerto. Tomaron un café, pues no habían llamado a abordar aún, así que no se habían atrasado tanto.

—Hijo, me llamas todos los días ¿oíste? –Harry sonrió, su madre exageraba un poco pero le parecía agradable que su ella se preocupase tanto de él.

—Claro mamá –aseguró el muchacho.

—Ten cuidado, intenta pedir instrucciones si quieres salir Harry, existen lugares que no son demasiado buenos en Nueva York –dijo Robin. Harry asintió mientras comía un muffin que había comprado.

—E intenta portarte bien, Tarzan –dijo Gemma sacudiéndole el ondulado cabello a su hermano, quien frunció el ceño. Gemma sacó la lengua divertida.

—Pasajeros del avión A-345 destino a Nueva York, favor comenzar abordar el avión –Harry observó su pasaje y era efectivamente el de él.

Se comenzaron a levantar para acompañarlo hasta la zona de abordaje. Su madre sonreía con cierta melancolía, su pequeño bebé emprendía un viaje a otro continente solo. Se daba cuenta que pronto él se haría todo un hombre y ya no tendría que cuidar de él.

Era triste pero a la vez la hacía feliz pensar cuanto había crecido. Y deseaba que su vida mejorara, porque como veía a Harry ahora, no sentía que él tuviese la suficiente fortaleza y madurez ahora para enfrentar el mundo solo.

Quizás no hubiese pensado lo mismo un par de meses atrás cuando él y Kate estaban juntos. Ella lo hacía cambiar, lo hacía ser un hombre maduro y enamorado, que amaba la vida pero era prudente.

Pero sin ella, y ese abrupto término, no confiaba en que Harry pudiera enfrentarse al mundo solo.

Aun así, no iba a decir nada e iba a dejar a su hijo emprender uno de sus primeros viajes solo, lo haría madurar y lo haría extrañar las cosas hermosas que tiene en su vida.

—Te quiero Harry –le dijo Gemma —, cuídate ¿sí? Y bueno, sabes que las cosas mejorarán de una forma u otra –le sonrió. Harry asintió con un nudo en la garganta.

—Harry, cuídate, y recuerda todo lo que te dije –abrazó a su padrastro, y le sonrió, haciéndole saber que tomaría en cuenta sus sabios consejos.

—Amor, te quiero mucho –su madre besó su mejilla —. Cuídate mucho, estudia, y por favor intenta volver a sonreír, pero esa sonrisa sincera que siempre adornó tu rostro. Cuando el destino nos depara algo que realmente nos pertenece, tarde o temprano vuelve, si no, significa que jamás fue tuyo. Pero la vida es así, solo tienes que ser fuerte y saber enfrentarlo. Te quiero mi amor –se abrazaron. Harry le besó la frente a su madre, y se dispuso a abordar.

Se sentó junto a la ventanilla, y cuando el avión partió se puso sus audífonos.

Sonó la canción que lograba destruirlo antes de que Katherine se enamorase de él: Need you now de Lady Antebellum llenaba sus oídos y lo hizo llorar sin tener que escuchar siquiera el coro.

Siempre le hacía recordar a Kate, bueno, realmente todo le recordaba a ella. Se preguntaba si ella pensaba en él, como él pensaba en ella. Si cruzaba su mente cada recuerdo con él, pero no tenía la respuesta.

Aunque ella estuviera lejos, él se sentía mejor creyendo que ella pensaba en él, que lo extrañaba. Le gustaba convencerse pensando que la decisión de irse no tuvo nada que ver con él, pero claramente era un poco difícil convencerse de aquello.

Miró por la ventanilla las nubes que pasaban bajo ellos. Sonrió a medias, mientras una lágrima caía por su mejilla. Recordó entonces su primer beso con ella. Aquel día borrachos, era algo tan claro en su mente, pese a que su ebriedad era bastante notoria ese día, pero jamás olvidaría la primera vez que tuvo sus labios sobre los de ella.

Aprendiendo a amar; hsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora