29: Días dolorosos

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Caminaba por una especie de valle. Todo era extremadamente verde. Miró al suelo y vio sus pies descalzos, sintiendo cada roce del césped en su piel. Suspiró y dejó que la brisa la envolviera de pies a cabeza, sacudiendo su cabello, y cosquilleándole cada centímetro de su piel. El sol se imponía en todo su esplendor.

Todo lucía tan perfecto, deseaba quedarse para siempre allí. Se sentó en el césped, dejando que su hermoso y delicado vestido reposara con ella. Dirigió su vista al cielo, inspiró el aire puro y se lanzó de espaldas, acostándose y cerrando los ojos. No tenía la menor idea que hacía ahí, pero le gustaba el lugar.

—Kate –una voz muy familiar la sobresaltó. Abrió los ojos aunque no veía demasiado con el sol. Puso su mano cubriendo la fuerte luz del astro. Ojos verdes y cabello rizado. Sonrió como una niña pequeña, se puso de pie y se lanzó sobre él. Sus labios se encontraron en ese instante.

—¿Dónde estabas? –preguntó ella riéndose. Harry sonrió pero no respondió —, ¿y adónde estamos ahora?

El muchacho le regaló otra dulce sonrisa, y la rodeó con sus brazos.

—Quisiera estar aquí para siempre... –susurró ella.

—Debo irme –murmuró él soltándola y levantándose.

—¿Dónde vas Harry? –preguntó desconcertada —Harry... –susurró viéndolo desvanecerse entre la luz solar y el bosque.

Despertó agitada. Miró a su alrededor, estaba en la habitación de Harry. Respiró y sintió el alivio correr por sus venas. Pero de pronto, todo ese alivio se fue al recordar lo que había pasado con Rob y Harry. Se levantó de golpe, pero un mareo la dejó de nuevo en la cama.

—Dios... –susurró. Las náuseas se apoderaron de ella. Se tumbó en la cama y respiró profundamente.

Luego de un rato, logró levantarse y caminó hasta el pasillo. Antes de bajar las escaleras, sintió ruido abajo. Voces.

Quizás debemos llevarla otra vez al hospital –la voz de un muchacho. Zayn.

No sé, el doctor dijo que el shock a veces había durado semanas. Hoy cumplirá dos días así. –esa voz era inconfundible. Su mejor amiga, Jess.

Además, puede que la mejor opción para ella en este momento sea esta. ¿De qué sirve que esté despierta con todo lo que está pasando? –preguntó Liam. Sí, su voz también le era familiar.

En algún momento sabrá que Harry...–musitó Louis sonando algo molesto.

—¿Qué Harry qué? –ella bajó justo en ese momento exigiéndoles que hablaran. Todos callaron. Solo Jess atinó a pararse e ir a comprobar si su amiga seguía del todo bien—. Estoy bien, Jess –dijo fríamente, Jess siguió inspeccionándola —. ¡Qué estoy bien, maldita sea! —gruñó —. ¿Qué pasa con Harry? ¿Está bien?

—Harry... –todos se miraron cuando Liam quiso hablar. Pero la voz no le salía.

—Harry está en coma, Kate –dijo Louis finalmente.

Todos lo miraron en silencio. Katherine sintió el pecho apretado. ¿Realmente era cierto? Sintió que se desvanecía otra vez, pero luchó contra eso. No, necesitaba estar consciente, necesitaba ver a Harry.

Tomó su bolso y corrió. Los chicos se pararon para seguirla, Louis la detuvo de inmediato.

—No sirve de nada que vayas Kate, Harry no tiene visitas en este momento –murmuró Louis.

Ella lo miró directo a los ojos. El color azul de sus ojos estaba acompañado de un color rojo alrededor de ellos. Louis había estado llorando.

—Lou... –susurró —, ¿qué tan malo es?

Louis la observó por un momento y tomó una gran bocanada de aire. Miró a Kate. La adorable y bonita novia de su amigo. Sus ojos marrones llenos de lágrimas esperaban por la respuesta. Lo peor, es que él no podía darle una respuesta que le devolviera en cierta forma la esperanza.

Los pronósticos eran terribles. Era un milagro que hubieran reanimado al muchacho cuando llegó sin signos vitales al hospital, era milagroso que estuviese vivo.

—Harry... está mal, Kate –dijo por fin. Sintió otra vez aquel maldito nudo en la garganta —. Es un milagro que respire.

Katherine soltó el brazo de Louis, y cerró fuertemente los ojos. Su mano fue a su boca, como si quisiera gritar y contener el grito. Miró a Louis, a quien se le habían cristalizado los ojos. Las cosas no se veían para nada bien.

Finalmente el muchacho se acercó a ella y le ofreció sus brazos. Katherine se lanzó sobre su amigo, y lo abrazó, echándose a llorar. Louis la abrazó con fuerza, ambos compartían el dolor. Él, tenía miedo de no volver a ver a su mejor amigo con vida, y ella de no volver a besar a su novio otra vez.

Louis y Katherine se habían hecho buenos amigos, pero nunca habían tenido algún contacto más que saludos cordiales. Era la primera vez que lo abrazaba. Realmente se sentía bien, era uno de sus mejores amigos.

—Gracias... –susurró ella —. Necesitaba eso –ambos se sonrieron unos segundos. Louis abrazó a Kate y entraron a la casa de Harry. Quizás era mejor ir al día siguiente y calmar un poco su ánimo.

Llamó a su padre y le contó lo que había sucedido. No pudo evitar sollozar pegada al teléfono mientras le contaba lo que estaba pasando en su vida y la de su novio. Su padre prometió viajar lo más pronto posible. Debía estar con ella. Así que ella se dispuso a buscar apartamento esos días, por lo menos para alojar a su padre y su hermana.

A la mañana siguiente, se levantó con un ánimo terrible. Las pesadillas no la habían dejado en paz. Se encontró con Anne en la cocina, quien lucía peor aún. Sus ojos estaban hinchados, mezcla de no haber dormido nada y del llanto, y su aspecto cansado era imposible de ocultar. Estaba también Gemma, la hermana de Harry, quien tomaba un café sin mirar nada más que su taza.

—Buenos días –apenas murmuró Kate. No tenían nada de buenos.

—Kate... –susurró Gemma. Se levantó y abrazó a su cuñada. Katherine sintió que se lanzaría a llorar otra vez, pero no era el momento—. ¿Cómo estás?

—Normal –susurró. Gemma asintió, comprendiendo enseguida—. ¿Y tú?

—Normal –musitó. Ambas sonrieron. Katherine fue y le dio un cálido abrazo a Anne. La mujer sonrió, aunque la felicidad no llegó a sus ojos. Katherine intentó sonreír también.

—¿Y a qué hora llegaron? –preguntó Kate.

—Hace media hora –respondió Gemma—. No podía venir sin saber nada de Harry.

—¿Y qué ha sucedido?

—Nada, todo sigue igual –musitó la muchacha—. Bueno, según el médico, existen algunos estímulos a los que responde, por lo que no es un coma del peor grado. Es posible que despierte, aunque el riesgo de muerte sigue ahí –lo último fue solo un susurro —, además... dijo que por el golpe en la cabeza que se dio contra el cemento, se había producido un traumatismo, que estaba entre el nivel moderado y grave. Solo un seis por ciento aproximadamente de los pacientes que tienen un TEC grave se recuperan –Anne había salido de la cocina, no quería seguir escuchando—, y hay posibilidades altas de secuelas.

Katherine asintió. Todo parecía volver a darle vueltas. La culpa se la comía desde dentro hacia afuera. No podía creer que Harry estuviera luchando contra la muerte por lo que había sucedido, por ella.

Aprendiendo a amar; hsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora