Epílogo

271 55 14
                                    

Se miró al espejo una vez más, comprobando que lucía bien. El vestido parecía ajustarse perfectamente a ella. Retocó una vez más el labial, y bajó las escaleras. Subió al auto que la conduciría a la iglesia. Estaba algo nerviosa, aunque realmente era tonto estarlo.

Habían pasado dos años desde que Harry se había recuperado totalmente. Desde entonces, todo parecía ir bien. Eran felices, a pesar de sus peleas, como las de toda pareja, todo era hermoso para ambos. Amaban la vida como estaba yendo en este momento, así que no tenía nada de lo que quejarse.

Miró la iglesia al bajarse del auto, y entró llevando esos enormes tacones. De pronto, encontró la mirada que la hizo sentir en casa. Los ojos verdes de Harry recorrieron su cuerpo de arriba hacia abajo.

Se acercó a él, y le dio un besito.

—Te demoraste demasiado, agradece que la novia aún no llega –dijo burlón. Miró a su novio, lucía apuesto con su traje formal. Y llevaba una corbata lila combinando con su vestido. Él la abrazó por la cintura, acercándola a ella.

—¿Puedo ir a saludarlo? –Harry asintió, le tomó la mano y caminó hacia donde estaba el altar. Un muchacho conversaba con otro, estaban de espaldas.

—¿Nervioso? –preguntó ella saludando a su amigo. Louis volteó y se rio bastante tenso. Katherine lo miró, su esmoquin lo hacía lucir aún más apuesto. Sus ojos azules hoy parecían más hermosos y llenos de vida. Louis asintió ante la pregunta.

—No tienes idea cuan nervioso estoy –murmuró.

—Relájate, espantarás a Jess –bromeó Harry. Louis lo fulminó con la mirada. Su amigo parecía demasiado tenso, y sus bromas no hacían más que ponerlo de los nervios.

—Creo que ha llegado la novia –dijo alguien cercano.

La cara de Louis solo mostró un terror tremendo. Harry y Kate se ubicaron a los lados correspondientes de los padrinos. La música sonó clásicamente, y todos se callaron y ordenaron de pie para esperar a la novia, que venía acompañada de su padre.

Al aparecer, todos murmuraron. Se veía resplandeciente, espectacular y extremadamente feliz. Louis pareció relajarse al mirar lo hermosa que estaba Jess. Sus ojos brillaron al verla. Sonreía, casi como diciéndole con la mirada luces perfecta.

Harry y Kate se miraron para sonreírse. El padre entregó a la novia, y se pusieron frente al sacerdote. Escucharon sus palabras, mientras se lanzaban miradas. Louis y Jess estaban en otro mundo, maravillados por su día especial. Kate sonrió viendo lo enamorados que se veían.

Louis dijo sus votos, mientras miraba a Jess como si mirara el tesoro más preciado en todo el mundo. Su mano temblorosa ponía el anillo en los largos dedos de la muchacha. Luego fue el turno de ella, mientras ponía la argolla en el dedo de Louis, lo miraba a los ojos diciendo los votos.

—Los declaro, marido y mujer –dijo finalmente el sacerdote —. Puede besar a la novia –le guiñó un ojo a Louis. Él sonrió, miró a Jess y se acercó, tomándole el rostro. Se besaron lentamente, para luego recibir el aplauso general.

La recepción era justo luego de la fiesta en un lugar vecino donde todos disfrutarían de una genial fiesta. La novia fue a cambiarse de ropa para presentarse. Las felicitaciones les llovían. Jess llegó con un vestido color crema ajustado, hasta un poco más arriba de la rodilla, que aún seguía pareciendo como el vestido de novia, solo que más cómodo. Bebieron, rieron, se tomaron fotos y bailaron. Todo salía a la perfección.

Jess llamó a las chicas solteras para la hora de atrapar el ramo. Katherine fue por insistencia de Harry, quien miraba divertido la escena junto a Louis.

—Uno, dos... –Jess de espaldas a las chicas se preparó —, tres.

El ramo voló. Kate comenzó a reír frenéticamente hasta darse cuenta que ella era la que lo había atrapado. Levantó la mirada, y se encontró con los ojos verdes de Harry, quien la miraba con una traviesa sonrisa.

—Tendré que dejar el vestido a mano, al parecer pronto habrá otra boda –murmuró la novia de Niall. Todos rieron.

Kate se acercó a Harry y le dio un beso.

—No creí que tendríamos que casarnos tan luego –bromeó.

La noche llegó y la música convirtió el centro del lugar en una pista de baile. La música lenta se apoderó del lugar, los novios fueron los primeros en salir, seguidos de algunas otras parejas.

—Hey, ven acá –la mano de su novio se entrelazó a la suya. La acercó a él y la tomó por la cintura.

La acercó a su cuerpo, mientras ella pasaba sus manos por su cuello—. Te ves tan hermosa que quizás pronto tenga que sacarte de aquí para tenerte para mi solito –susurró cerca de su oído.

—Digo lo mismo –dijo ella sonriendo. Apoyó su cabeza en el pecho de Harry, mientras se mecían ante la música.

De pronto una canción conocida sonó. Flightless bird.

—Oh dios mío –susurró ella —. ¿Recuerdas esto?

—La graduación –dijo él —, como olvidarla. –tomó la mano de su novia y la entrelazó con la de él.

Bailaron, llenándose de recuerdos hermosos, recordando como lucían hace casi cuatro años, probablemente tan enamorados como ahora, solo que recién aprendiendo a manejarlo, aprendiendo a amarse por primera vez, comprometiéndose por primera vez el uno con el otro, y sin saberlo y por accidente, quizás comprometiéndose para siempre.


Have I found you... flightless bird, jealous, weeping or lost you, american mouth. Big pill looming


Harry canto en su oído la canción, mientras sentía el suave perfume que tanto le gustaba de la muchacha. La miró a los ojos por unos segundos, encontró aquel pasadizo a su mente, como si estuviese grabado un te amo en sus pupilas. Esos ojos que tanto amaba, los que veía cada día al despertar, que lo enamoraban hasta caer a sus pies.

Besó su frente mientras seguían meciéndose al compás de la música. Buscó sus labios, se dieron un corto beso. La chica miró otra vez el destello verde de los ojos del chico que amaba, aquel destello que un día hace dos años, la había llenado de ilusión después del dolor.

El destello esmeralda que indicaba que todo estaría bien, que indicaba que estaban juntos, que él estaba ahí y que no era capaz de dejarla. Se abrazaron más aún, no habiendo distancia alguna entre ellos. Cerraron los ojos, sintiendo, recordando. Caricias, risas, palabras, amor. Todo eso se les venía a la mente.

—Te amo princesa... –susurró él —. Quisiera estar para siempre contigo.

—Estaremos siempre juntos –dijo ella mirándolo fijamente. Una corriente eléctrica recorría su cuerpo cada vez que sus miradas chocaban de esa forma intensa.

—Ven acá –le tomó la mano y salieron. Fuera la luna estaba en todo su esplendor. Le tomó las manos –en las buenas y en las malas, en la salud, y en la enfermedad... –susurró. Se miraron, sabían que era así—. En la riqueza y en la pobreza, hasta que la muerte nos separe –se arrodilló frente a ella, sacando una cajita pequeña. Katherine no podía creerlo. Lo miró sorprendida —. ¿Aceptas casarte conmigo? –preguntó mostrándole el pequeño anillo de compromiso.

Katherine sintió algo tan extraño y único, solo supo que asintió rápidamente y sintió un beso en sus labios de parte de Harry. Él le colocó el anillo suavemente. Se abrazaron con fuerza.

Desde una estúpida pelea de secundaria, pasando por un fallido baile de primavera, además de la maravillosa graduación, su primera vez, las risas y llantos, Nueva York, el Empire State, el cumpleaños de Harry, su recuperación, el apartamento juntos, y tantas cosas que habían sucedido, ahora sabía que habían valido la pena.

Porque a pesar del sufrimiento, y las injusticias, siempre hubo alguien que estuvo apoyándola, siempre estuvo ese amor ayudándola a no caer. Porque siempre estuvieron el uno con el otro, dispuestos a aprender a amarse una vez más.

Porque después de todo, su pequeña casita de lego, llena de amor, jamás tuvo que ser derrumbada.

Y porque ahora, sabía que agradecía a Dios, el día que Harry la ayudó a pararse luego de caerse en bicicleta hace tantos años.

Aprendiendo a amar; hsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora