23: Pizza

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Apenas Kate llegó a la universidad, sintió un escalofrío recorrer su espalda, con el miedo latente de que Harry la miraría con asco, o le diría algo que no sería capaz de soportar.

Se sentía cansada, y su rostro lo denotaba. Las ojeras mostraban las horas de sueño que las pesadillas le habían quitado.

Habían vuelto las sombras en sus sueños, y las asquerosas manos de él... todo lo que vivió reducido a pesadillas que le quitaron su noche de tranquilidad.

Caminaba por el césped de la universidad, cruzando el campus de par en par para llegar a su clase, cuando unas manos agarraron fuertemente su cintura.

Lanzó un grito pero la mano le tapó la boca, no permitiendo que nadie la escuchase.

—Shh... soy yo –la voz de Harry logró que una ola de alivio recorriera su cuerpo—, necesito que hablemos, ahora –pidió suavemente.

—Casi me matas del susto, Styles –rodó los ojos —. Tenemos clases, no puedes faltar, llevas cuatro días aquí –frunció el ceño.

—Diré que me sentía mal, el cambio de aire, ya sabes –dijo guiñando un ojo—. Ahora...vamos. –le agarró la mano con fuerza y casi la arrastró fuera del campus.

Caminaron algunas cuadras, mientras Kate se preguntaban hacia donde iban, Harry aún debatía mentalmente que decirle. Llegaron a un gran edificio, donde Harry entró, sin soltarle la mano. La rubia recepcionista lo saludó con amabilidad.

—¿A dónde vamos? –preguntó confusa al subir al ascensor.

—A mi apartamento –contestó Harry con tono seco.

Ella no dijo nada al respecto, pero miró de reojo a Harry, quien miraba hacia el frente sin soltarle la mano. Sonrió, ver el hermoso rostro de Harry era algo impagable.

¡Dios, cuanto lo había extrañado!

Tenía unas enormes ganas de lanzarse a sus brazos, besarlo y no dejarlo ir jamás, pero se quedó quieta en su lugar hasta que el ascensor abrió las puertas. Bajaron, Harry sacó sus llaves y abrió.

Observó el acogedor apartamento en que Harry se hospedaba. Era ordenado y amplio, además vivía solo por lo que tenía gran espacio para él. El rizado cerró la puerta con llave, y volteó para verla a los ojos.

—Siéntate –ordenó.

Ella se sentó en el sofá, Harry fue por un vaso de jugo para ambos. Bebió, algo intimidada por la actitud tosca del muchacho. Ambos terminaron de tomar jugo y se miraron.

Harry fue a sentarse junto a ella, se miraron unos segundos y rompió el silencio—. Yo quería... f –comenzó el rizado algo nervioso —... dios, esto es difícil.

—Solo dilo. –susurró Kate, esperando lo peor.

—Nena... perdóname –ella frunció el ceño por la sorpresa—. Yo... no supe cómo reaccionar, me sentía mal conmigo mismo, debí haberte protegido y... –comenzó a costarle hablar—, Kate te amo tanto que solo pensar lo que pasaste sola, todo lo que te guardaste –Harry le tomó la mano y la miró, sus miradas casi quemaban—. Mi amor, perdóname... te prometo, que desde ahora, nunca te dejaré sola y te protegeré de todo, te lo juro.

Sonaba desesperado, herido y lleno de ansias, solo quería demostrarle que el daría la vida por ella si fuese necesario.

—Yo... –sus ojos se cristalizaron, y ella se acercó a abrazarlo con fuerza. Ambos sintieron que eso era lo que necesitaban, estar cerca del otro, sin palabras de por medio, sin nada más que sentirse—. Te amo con toda mi vida, como nunca había amado... y yo quiero ser capaz de... quiero poder ayudarte a sanar esas heridas, enterraremos ese pasado para no dejarlo salir otra vez...– besó su frente y la abrazó otra vez.

Aprendiendo a amar; hsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora