Capítulo 4

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Pasó una semana. Una larga y asfixiante semana en la que aún no había fecha para reubicar el rodaje y en la que, por supuesto, no había vuelto a ver a Jared.
Jensen no esperaba que cada día de esa semana se despertara pensando en ese chico.
Pensaba en su cuerpo, en sus ojos... Pensaba en lo rico que había sido estar entre sus brazos y, luego, pensaba en su expresión de dolor cuando le dijo que se marchara.
Prácticamente, andaba como un alma en pena por la casa, el trabajo era insoportable y su hermana no paraba de insistirle para que tratara de localizar el teléfono del castaño pero, claro, ¿qué le diría?
¡Hey Jay! ¿Te acuerdas de mí? Soy el gilipollas que te echó de su casa y ahora sueña con volver a verte.
Jamás podría hacer eso...
De modo que aquella mañana de sábado estaba tirado en el sofá, compadeciéndose de sí mismo, cuando recibió la llamada de Samantha para decirle que el rodaje de la peli que hacía con Jared se retomaría el martes.
Le vería de nuevo el martes, sonrió, recordándole mientras fregaba los platos del almuerzo.

-Se te ve más animado hoy- dijo Mack.
-No, solo...- sonrió de nuevo.
-¿Has seguido mi consejo de llamar a Jared?
-¡No! ¿Por qué lo preguntas?
-Es que me parece que estás muy demasiado contento para alguien que últimamente solo pensaba: Jamás volveré a verle, ¡oh, la he cagado!, ¿para qué seguir viviendo?- dramatizó la muchacha, alzando el puño.
-Yo no he estado así- se quejó.
-¿Bromeas?

Jensen bufó apagando el grifo y secándose las manos en un paño de cocina.

-Bueno, entonces dime, ¿qué ha pasado?
-Solo... Me han reorganizado el rodaje de una peli...
-Entiendo- sonrió de manera siniestra- No solo podrás ver a ese morenazo de nuevo sino que, además, podrás sentirlo chocando contra ti...
-¡Mack!- la cara del rubio tomó un matiz rojo brillante.
-¿Qué pasa? ¿Acaso he dicho alguna mentira?
-A veces, me das miedo hermanita...

La muchacha se fue de la cocina, riendo por el comentario de su hermano.
Él la observó alejarse pensando en lo que le había dicho la pequeña.
Tenía razón. Volvería a grabar con Jared y podría volver a tener su miembro en la boca, podría correrse mientras le penetraba, podría...
Sacudió la cabeza de un lado a otro, tratando de disipar sus pensamientos calenturientos que le estaban empezando a afectar en los pantalones.
Decidió salir de la casa para dar un paseo y despejarse.
En aquellos últimos días solo había salido cuando había sido estrictamente necesario por trabajo, así que, cuando puso un pie en la calle, notando la brisa sin más, se sintió mucho más relajado.
Esto que le estaba pasando con Jared le estaba haciendo pensar más en sí mismo y en sus sentimientos.
Antes, nunca se paraba a comprobar cómo se sentía ante las cosas, solamente apechugaba con lo que viniera, disfrutaba de lo que podía y desechaba todo lo que no le interesaba sin pensar en nada más.
Ahora, parece que sus sentimientos han tomado el control de su cuerpo.
Por una parte está bien porque realmente, antes no vivía, solo se movía con el tiempo pero, por otra... por otra duele como el infierno.
Superar el dolor... ¿Cuántas veces le dijo eso su psicólogo sin que él entendiera ni una puta palabra de lo que quería decir?
No lo entendía porque él no afrontaba el dolor, ni siquiera lo pensaba, lo escondía en un lugar oscuro de su mente y nada más.
Nunca se permitió sentir, nunca se permitió superar.
¿Y ahora? ¿Estaba sintiendo algo por Jared? Esa era la pregunta del millón de dólares y Jensen no sabía qué contestar.
Demasiado desentrenado en las emociones cómo para reconocer algo tan complejo como el amor.
¿Pero qué decía? ¿Amor? ¿Relaciones? Él sabía que esas cosas no funcionaban y que, entre la gente de su mundillo, era poco menos que una burda patraña sin sentido...
Ya descubrió hace tiempo que de esas ilusiones no se puede vivir.
Caminó hasta llegar a un gran parque en el que nunca había estado, a pesar de que se encontrara a menos de dos manzanas de su casa, y se sentó en un banco viendo cómo los niños jugaban en los columpios y observando de vez en cuando, a algunas chicas que salían a correr.
Prácticamente en frente de él había un puesto de helados, de modo que, al final, cuando ya estuvo sentado allí por cosa de cuarenta y cinco minutos su puñetero subconsciente le gritó que eso era justo lo que le apetecía en ese momento, un helado.
Fue al puesto y compró helado de vainilla y cookies para él y otro de yogur para su hermana.
Estaba guardando el dinero de las vueltas en su bolsillo, cuando alzó la cabeza, y vio aquella alta figura caminando por la acera opuesta a la del parque.
Iba con un hombre.
Jensen sintió como le recorría la ira al ver a Jared riendo de forma distraída mientras ese chico golpeaba su hombro con delicadeza.
Sin pensarlo, empezó a caminar a paso rápido hasta ellos. Ni si quiera sabía qué coño iba a decir y, en un segundo, ya estaba frente al castaño, mirándole directamente a los ojos y sin poder evitar una sonrisa cuando el niño se deshizo en hoyuelos al verle.

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