Capítulo 10

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Despertó enredado entre las sábanas, encontrándose de primeras con la espalda de Jensen que reposaba sobre su vientre con la cabeza apoyada en sus brazos. Los insolentes rayos de sol que entraban por la ventana acariciaban sus músculos y la preciosa curva que llevaba hasta sus firmes nalgas.
Jared permaneció unos quince minutos en la misma posición, temeroso de despertar al chico a su lado si hacía un solo movimiento en falso.
Se quedó observando y contando cada una de las pecas que cubrían su espalda.
Pensó que Jensen realmente debía estar loco si creía que cualquier otro ser en el mundo podría ofrecerle lo que sentía en ese mismo momento recorriendo cada rincón de su cuerpo, mente y alma.
Él estaba convencido de que el rubio sería el único hombre en su vida y no era porque tuviera muchas experiencias con las que comparar... Era consciente de su juventud y su falta de experiencia en el porno pero, siempre había sido una persona muy intuitiva y se conocía bien.
Jensen se había colado en algún lugar profundo de su ser y ya nunca iba a abandonarlo.
De repente, el mayor comenzó a retorcerse y poco a poco sus párpados se fueron levantando dejando que el hermoso verde brillara sutilmente por el sol.
Cansado se frotó los ojos, gruñendo un poco.

-Jay, cierra las cortinas...
-Es hora de despertar Jen- sonrió, pegando su frente a la del pecoso, restregándose contra él como si fuera un enorme gatito.
-Lo sé, solo quítame todo este sol de la cara- protestó.

Jared besó la nuca de su amante, suspirando sobre ella antes de ponerse en pie.
Cerró las cortinas, corriendo de vuelta para acurrucarse junto al fuerte cuerpo del rubio y empezar a cubrir con besos su cuello.

-Mmmm- ronroneó el mayor- Un poco más abajo.

El castaño sonrió bajando hasta el hombro de Jensen, deleitándose con la imagen de los vellos de su cuerpo erizándose a su paso.
El mayor siguió gimiendo de gusto, moviéndose sutilmente para que su joven amante prosiguiera su camino hacia su espalda y, así lo hizo, acariciando sus omóplatos con la lengua.

-¿Aquí?- sonrió sobre su piel.
-¿Podrías ir un poco más abajo?
-Tus deseos son ordenes- dibujó su columna vertebral con la lengua hasta llegar a sus lumbares.

Besó y mordisqueó mientras se recolocaba entre las piernas del rubio, apoyándose sobre sus caderas.

-Supongo que no estará mal, bajar solo un poco más.
-Solo un poco más- corroboró el mayor, aunque sonó un poco a ruego al tiempo que se humedecía los labios.

Jared retiró la sábana que tapaba su parte inferior y amasó las nalgas del pecoso con sus fuertes manos, separándolas para poder contemplar ese palpitante agujerito que hizo saltar su polla.
No quería tardar más en sentir su sabor.
Se lanzó con ansias a chuparlo, a penetrarlo con su lengua. Los fuertes jadeos de Jensen animándole a ir un poco más profundo, a girar la sin hueso en círculos para memorizar los contornos de aquellas paredes que intentaban apretarle.
Él mismo gimió cuando, al fin, metió un dedo en la entrada de su amante.
Su tacto era tan prefecto, su cuerpo tan hermoso, su sabor, sus sonidos...
Jared se sentía intoxicado, intoxicado de Jensen, intoxicado de amor, más no necesitaba la cura.
Su única medicina estaba allí, entre esas bonitas piernas arqueadas.

-Date la vuelta- gruñó con la voz enronquecida por la lujuria- Quiero verte. Necesito verte Jen.

El mayor obedeció. Se puso boca arriba y clavó sus ojos verdes en los de Jared mientras este se colocaba para empezar a penetrarle.

-Jay- sonrió subiendo su mano derecha hasta apoyarla en la nuca del pequeño, donde jugueteó con sus finos cabellos.

El joven posicionó su sexo y sintió las contracciones de la entrada de Jensen que le informaban de lo deseoso que estaba su pecoso. Tanto como lo estaba él.

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