Capítulo 12

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Cuando llegaron a Santa Mónica los primeros rayos de sol ya estaban chocando sobre el agua del mar.
Jared miraba por la ventanilla de un lado a otro como si de un niño pequeño se tratara, provocándole a Jensen una amplia sonrisa mientras lo tomaba de la mano.

-¿Te gusta?
-¿Qué si me gusta? Esto es precioso Jen.
-Aún no has visto nada- levantó la mano de su chico para besarle en los nudillos.

La sonrisa del joven se hizo más amplia, mientras se apoyaba sobre el hombro del rubio, observando las casas de lujo que poblaban la zona por la que estaban pasando en ese momento.
De repente, Jensen giró hacia el garaje de una de aquellas viviendas y el menor se quedó asombrado mirando la casa de arquitectura moderna con grandes ventanales.

-¿En serio esta es tu casa?
-Sí- contestó abriendo la puerta del garaje con el mando a distancia.

Una vez hubo aparcado, Jensen salió del coche llevando una de las bolsas de viaje, observando cómo Jared se giraba en su asiento para coger la segunda y acompañarle.
Le guió hasta la puerta de la cochera que conducía directamente a la casa, permitiéndole hacer los honores.
Con una amplia sonrisa el moreno abrió la puerta y se quedó maravillado con la vista de una amplia cocina con encimeras de mármol y una gran isla justo en el centro con taburetes para poder sentarse.
La casa era de concepto abierto, de modo que el comedor y el salón estaban a continuación.
Todo estaba decorado y amueblado con tonos tierra y azules claros que recordaban a la playa.
Jensen le dejó ojearlo todo antes de guiarle para que subiera las escaleras que les conducirían al segundo piso.
El pequeño abrió la puerta al fondo del pasillo como su anfitrión le había indicado y un dormitorio con una amplia cama de cuatro postes apareció ante sus ojos.
Todo parecía impecable y sobrio, la definición perfecta de Jensen que se encontraba detrás de él sin quitarle el ojo de encima mientras acariciaba la ropa de cama antes de tirarse sobre ella de cualquier manera.
El más mayor se rió, dirigiéndose a abrir el balcón de puertas acristaladas.
El olor a mar inundó las fosas nasales del castaño mientras miraba como la silueta de su chico se vía a contraluz igual a la de un Dios.
Sus miradas se encontraron cuando el pecoso se giró hacia el lecho, tirando el equipaje a un lado.

-¿Qué?- preguntó acercándose hasta apoyar las manos sobre el colchón.
-Te quiero.

Jensen se permitió perderse un segundo en esos ojos marrones, salpicados con tonos turquesa antes de acercarse para besar a su pequeño con lentitud y cariño.

-Yo también te quiero.
-Ven- le cogió del brazo instándole a tumbarse a su lado.

El rubio se echó sobre el musculoso pecho de Jared, suspirando levemente, cuando olió la suave colonia mezclada con el olor de su niño.

-Estaría bien desayunar en la cama- bromeó Jensen con una amplia sonrisa.
-Vayamos a comprar unos bollos y unos cafés y nos tumbamos de nuevo.
-Si hubiera llamado a Emily...
-¿Emily?
-Mi asistenta.

Jared rió echando la cabeza hacia atrás.

-En serio Jen, después dices que no eres el típico niño rico.
-No lo soy- dijo haciendo un mohín encantador.

El pequeño sostuvo a Jensen entre sus brazos mientras rompía en una sonora carcajada.
Estaba sintiéndose cada vez más enamorado de su rubio. Le quería solo para él y sabía que eso funcionaba en la misma dirección para Jensen, de tal modo, que no conseguía comprender por qué seguía su chico teniendo miedo a decir abiertamente que era su pareja.
Él le amaba, le amaba con todas sus fuerzas y no conseguía entender como Jensen no podía verlo.
Quería dar saltos en la cama y gritarle que fuera su novio, tenerle encerrado durante días hasta que le dijera que sí, exiliarle en cualquier lugar, no importa cual, mientras consiga que se quede para siempre a su lado...
El mayor, sin embargo, parecía tener otros planes y empezó a revolverse en sus brazos para dejar un poco de distancia entre ellos. Le miró con una fingida mueca de disgusto, hablando con un tono serio al tiempo que en sus ojos verdes se vislumbraba un brillo de diversión.

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