Inuyasha estaba nervioso. Muy nervioso. Subido en la rama de un árbol, no podía hacer nada que no fuera esperar. Esperar a que ocurriera algo. Lo que fuera. Que Sango se despertara y matara al monje por tenerla abrazada mientras dormía, que Myoga picara a Shippo y le hiciera gritar, que hubiera un derrumbamiento y el suelo del campamento se viniera abajo, que una horda de demonios les atacara… Lo que fuera. Pero no podía soportar por más tiempo esa tranquilidad. Esa maldita paz que le dejaba tiempo para pensar. Demasiado tiempo para su gusto. Porque lo único que se le venía a la mente era la urgente necesidad de reclamar a su hembra. A una en concreto. A Kagome.
Hacía semanas que se encontraba en esa situación. Semanas. Y cada día que pasaba era peor. El primer detonante había sido la llegada de Kagome al Sengoku. Sus clases habían terminado así que tenía pensado pasar todo el verano allí, sin tener que estar viajando continuamente a través del pozo. Todo hubiera sido normal hasta ahí si a la chica no se le hubiera ocurrido la brillante idea de cambiar de vestuario. Ahora, lo único que utilizaba eran pequeñas prendas que apenas la cubrían. Ella las llamaba "tops", "shorts" y "vestidos". Aunque esas prendas tenían tan poca tela que lo ponían nervioso.
Después, el maldito calor. A él no le afectaba demasiado ya que el traje de rata de fuego le protegía de los cambios de temperatura. Lo mismo que en invierno no sentía frío, el calor del verano tampoco le preocupaba. Pero a Kagome sí. Las largas caminatas a plena luz del sol la agotaban. Él tenía que realizar verdaderos esfuerzos para no abalanzarse sobre la mujer cuando veía las gotas de sudor que se perdían en el interior de su escote. Y en una ocasión llegó a clavarse las garras en la palma de la mano para desviar su atención de la muchacha después de que ésta se echara por encima un cubo de agua fría para calmar la temperatura de su cuerpo.
El recuerdo de la forma en que el agua había pegado las delgadas telas al cuerpo femenino hizo que su cuerpo reaccionara de inmediato. Maldito verano. Maldita Kagome, con sus prácticamente inexistentes ropas, su sonrisa, su suave piel y su sedoso cabello. Maldita y mil veces maldita. ¿Por qué de pronto su olor había cambiado? Ya no era el de una chiquilla, era diferente. Era el olor de una hembra preparada para aparearse. Y él era el macho más cercano. ¿Sería ella consciente de ese pequeño detalle?
Escuchó un sonido a sus pies y miró hacia abajo. En el suelo, varios metros más abajo, Kagome se agitaba en sueños. Podía escuchar su respiración agitada y ver como el flequillo se le pegaba a la frente. ¿Una pesadilla? Bajó de un salto para cerciorarse de que todo estaba bien. Kagome gimió ligeramente y él se quedó helado. Ese sonido apagado fue una bomba en sus orejas. Gemidos. Cuerpos que se aman. Kagome. Marcarla como a su hembra. Hacerle el amor a Kagome. Sacudió la cabeza y se contuvo para no gritar. ¿Cómo un simple sonido lo alteraba de esa forma? Volvió a fijar su vista en la muchacha dormida.
Shippo había rodado desde su posición inicial para dormir junto al cuerpo de la joven. Tenía la cabeza apoyada en el hueco que formaba su largo cuello y una de sus manitas tocaba el pecho más cercano de su 'almohada'. Maldito cachorro con suerte, pensó Inuyasha, no pienses que saldrás bien parado después de esto. De una zancada se colocó junto a la pareja y, con una sonrisa de satisfacción, cogió al cachorro por la ropa y lo lanzó al aire. Kirara, que también se había despertado con el gemido de Kagome se apresuró a transformarse en su forma de pelea, para que el kitsune no sufriera daños en su aterrizaje. Después de recogerlo a pleno vuelo, se hizo un ovillo manteniendo a Shippo entre sus patas y se durmió. Fueran cuales fueran las intenciones de Inuyasha, ella no tenía ninguna intención de intervenir.
El hanyou se arrepintió de no haber golpeado a Shippo por su atrevimiento. En fin, pensó, mañana buscaría cualquier excusa para darle su merecido. La respiración de la muchacha se había pausado al verle libre del pequeño cuerpo que la asfixiaba. La noche calurosa y la brisa inexistente eran más que suficientes como para que a todo eso se añadiera un cachorro en busca de cariño. Kagome se movió hasta quedar boca abajo, echando su cabellera a un lado para que no le diera más calor sobre la espalda.

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One-Shot Inuyasha
FanfictionPues como dice el titulo estos son unos one shots de inuxkag. Perdonen los errores ortográficos 😄