La X

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Se sacó con brusquedad la blusa provocando que uno de los pequeños botones transparentes saltara lejos, de la misma forma se quitó la falda celeste, los calcetines y los zapatos.

Se observó en el espejo trayendo puesto solo el sostén y los cuadros. Se miro detenidamente, luego evocó una imagen de la otra mujer. No se parecían, definitivamente eran demasiado diferentes, y aun que la sacerdotisa ya no existía, parecía aun ser un muro entre los dos.

Abrió la llave y el agua comenzó a salir inmediatamente, mientras la observaba caer frunció el ceño recordando el porque de su animo.

Después de la muerte definitiva de Kikyou, y la despedida de Kouga, había creído que quizás la relación hipotética que tenían entre ellos podría tomar más fuerza y equilibrio. Pero no, había sido peor. InuYasha parecía empeñado en mantener una distancia prudente con ella, lo más raro era que solo con ella y con el resto del grupo no.

"InuYasha ¿qué te pasa?"- le preguntó horas antes de volver a su casa indignada y dispuesta a relajarse con un buen baño.

"nada"-fue su única respuesta, y ni siquiera se lo dijo mirándola, si no que dándole la espalda.

"InuYasha no me mientas, te conozco bien, y mírame cuando te hablo ¡Por favor!"-le dijo poniendo la mano en el hombro de él, pero se sintió rechazada cuando él movió su hombro inmediatamente, como si el tacto de ella le quemara-"no tengo nada contagioso"-apretó sus puños hasta palidecer.

"Me incomoda tú presencia"- soltó al fin mirándola con intensidad y un brillo peculiar.

"eres cruel, es porque me parezco a Kikyou..." -sus ojos se oscurecieron tristemente-"me deberías haber dicho que te incomodaba mi presencia cuando te pregunte si podía seguir a tú lado, ¿no crees que ya es demasiado tarde"-alzo la voz y puso sus manos en jarra con el rostro sombrío y la boca curvada hacia abajo

"Kagome, estas entendiendo ma…"

"¡Abajo!"-echo a correr al poso y desapareció de esa era lastimada.

"Estas entendiendo mal…" -le dijo a la nada con su cara enterrada en la tierra.

Apoyo su frente en la helada pared mientras el agua escurría esparciéndose por su frágil espalda y perdiéndose en su bien formado trasero, para continuar por sus largas piernas hasta llegar al suelo de la cerámica.

"es un estúpido"-bufó-"no puedo creer que este enamorada de un tipo así"-suspiró-"genial… estoy hablando sola… pronto estaré completamente loca y en un manicomnio, con esta vida que tengo"

Una leve brisa le llego, lo que le produjo un escalofrío y por acto de lógico sus pezones se endurecieron. Corrió la cortina de la ducha para ver si había olvidado cerrar la puerta del baño, cuando se encontró cara a cara con dos orbes doradas pero con unas pupilas extremadamente dilatadas y oscuras.

"Inu…InuYasha"-se quedó estática, que por unos segundos olvido su desnudez, pero cuando lo recordó-"Eres un perverti…"

No pudo continuar porque de un rápido movimiento él se saco su Aori y la arrinconó contra la pared con su cuerpo, en donde el agua de la llave aun caía mojándolo también.

Kagome abrió sus ojos sorprendida, no entendía bien que pretendía InuYasha, pero se veía muy sensual con su pelo húmedo que se apegaba al contorno del rostro y las gotas cayendo por el pecho desnudo y exquisitamente fornido de él.

"No quise decir que me incomodara tú presencia de mala manera"-dijo con voz ronca.

"¿eh?"-"se esta refiriendo a la conversación de la mañana…"-"Inu"- no dijo nada más, ya que cuando él acerco el rostro quedando a milímetros de la cara su cara. Dios, se veía demasiado masculino, misterioso, sensual…demasiado imponente.

One-Shot Inuyasha Donde viven las historias. Descúbrelo ahora