Capitulo 18

542 34 2
                                    

Maratón 2/2

Hasta que Katniss entró en el salón de Netherfield y buscó en vano entre el grupo de casacasrojas allí reunidas a Gale, no se le ocurrió pensar que podía no hallarse entre los invitados. La certezade encontrarlo le había hecho olvidarse de lo que con razón la habría alarmado. Se había acicalado con másesmero que de costumbre y estaba preparada con el espíritu muy alto para conquistar todo lo quepermaneciese indómito en su corazón, confiando que era el mejor galardón que podría conseguir en elcurso de la velada. Pero en un instante le sobrevino la horrible sospecha de que Gale podía haber sidoomitido de la lista de oficiales invitados de Finnick para complacer a Peeta. Ése no era exactamente elcaso. Su ausencia fue definitivamente confirmada por el señor Denny, a quien Johanna se dirigióansiosamente, y quien les contó que el señor Hawthorne se había visto obligado a ir a la capital para resolverunos asuntos el día antes y no había regresado todavía. Y con una sonrisa significativa añadió: 

––No creo que esos asuntos le hubiesen retenido precisamente hoy, si no hubiese querido evitarencontrarse aquí con cierto caballero. 

Johanna no oyó estas palabras, pero Katniss sí; aunque su primera sospecha no había sido cierta,Peeta era igualmente responsable de la ausencia de Gale, su antipatía hacia el primero se exasperó detal modo que apenas pudo contestar con cortesía a las amables preguntas que Peeta le hizo al acercarse aella poco después. Cualquier atención o tolerancia hacia Peeta significaba una injuria para Gale.Decidió no tener ninguna conversación con Peeta y se puso de un humor que ni siquiera pudo disimular alhablar con Finnick, pues su ciega parcialidad la irritaba.Pero el mal humor no estaba hecho para Katniss, y a pesar de que estropearon todos sus planespara la noche, se le pasó pronto. Después de contarle sus penas a Glimmer Heavensbee, a quien hacía unasemana que no veía, pronto se encontró con ánimo para transigir con todas las rarezas de su primo y sedirigió a él. Sin embargo, los dos primeros bailes le devolvieron la angustia, fueron como una penitencia. Elseñor Collins, torpe y solemne, disculpándose en vez de atender al compás, y perdiendo el paso sin darse cuenta, le daba toda la pena y la vergüenza que una pareja desagradable puede dar en un par de bailes.Librarse de él fue como alcanzar el éxtasis.Después tuvo el alivio de bailar con un oficial con el que pudo hablar del señor Hawthorne,enterándose de que todo el mundo le apreciaba. Al terminar este baile, volvió con Glimmer, yestaban charlando, cuando de repente se dio cuenta de que el señor Mellark se había acercado a ella y leestaba pidiendo el próximo baile, la cogió tan de sorpresa que, sin saber qué hacía, aceptó. Peeta se fueacto seguido y ella, que se había puesto muy nerviosa, se quedó allí deseando recuperar la calma. Glimmer trató de consolarla. 

––A lo mejor lo encuentras encantador. 

––¡No lo quiera Dios! Ésa sería la mayor de todas las desgracias. ¡Encontrar encantador a unhombre que debe ser odiado! No me desees tanto mal. 

Cuando se reanudó el baile, Peeta se le acercó para tomarla de la mano, y Glimmer no pudo evitaradvertirle al oído que no fuera una tonta y que no dejase que su capricho por Gale le hiciese parecerantipática a los ojos de un hombre que valía diez veces más que él. Katniss no contestó. Ocupó su lugaren la pista, asombrada por la dignidad que le otorgaba el hallarse frente a frente con Peeta, leyendo en losojos de todos sus vecinos el mismo asombro al contemplar el acontecimiento. Estuvieron un rato sin decirpalabra; Katniss empezó a pensar que el silencio iba a durar hasta el final de los dos bailes. Al principioestaba decidida a no romperlo, cuando de pronto pensó que el peor castigo para su pareja sería obligarle ahablar, e hizo una pequeña observación sobre el baile. Peeta contestó y volvió a quedarse callado. Despuésde una pausa de unos minutos, Katniss tomó la palabra por segunda vez y le dijo: 

––Ahora le toca a usted decir algo, señor Mellark. Yo ya he hablado del baile, y usted debería haceralgún comentario sobre las dimensiones del salón y sobre el número de parejas. 

Orgullo y Prejuicio (Everlark)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora