Capitulo 19

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 Al día siguiente, hubo otro acontecimiento en Longbourn. Cato se declaró formalmente.Resolvió hacerlo sin pérdida de tiempo, pues su permiso expiraba el próximo sábado; y como tenía plenaconfianza en el éxito, emprendió la tarea de modo metódico y con todas las formalidades que considerabade rigor en tales casos. Poco después del desayuno encontró juntas a la señora Everdeen, a Katniss y a unade las hijas menores, y se dirigió a la madre con estas palabras: 

––¿Puedo esperar, señora, dado su interés por su bella hija Katniss, que se me conceda el honorde una entrevista privada con ella, en el transcurso de esta misma mañana? 

Antes de que Katniss hubiese tenido tiempo de nada más que de ponerse roja por la sorpresa, laseñora Everdeen contestó instantáneamente: 

––¡Oh, querido! ¡No faltaba más! Estoy segura de que Katniss estará encantada y de que notendrá ningún inconveniente. Ven, Possy, te necesito arriba. 

Y recogiendo su labor se apresuró a dejarlos solos. Katniss la llamó diciendo: 

––Mamá, querida, no te vayas. Te lo ruego, no te vayas. El señor Collins me disculpará; pero notiene nada que decirme que no pueda oír todo el mundo. Soy yo la que me voy. 

––No, no seas tonta, Kat. Quédate donde estás. 

Y al ver que Katniss, disgustada y violenta,estaba a punto de marcharse, añadió: 

––Katniss, te ordeno que te quedes y que escuches al señor Collins. 

Katniss no pudo desobedecer semejante mandato. En un momento lo pensó mejor y creyó mássensato acabar con todo aquello lo antes posible en paz y tranquilidad. Se volvió a sentar y trató dedisimular con empeño, por un lado, la sensación de malestar, y por otro, lo que le divertía aquel asunto. Laseñora Everdeen y Possy se fueron, y entonces Cato empezó: 

––Créame, mi querida Katniss, que su modestia, en vez de perjudicarla, viene a sumarsea sus otras perfecciones. Me habría parecido usted menos adorable si no hubiese mostrado esa pequeñaresistencia. Pero permítame asegurarle que su madre me ha dado licencia para esta entrevista. Ya debesaber cuál es el objeto de mi discurso; aunque su natural delicadeza la lleve a disimularlo; mis intencioneshan quedado demasiado patentes para que puedan inducir a error. Casi en el momento en que pisé esta casa,la elegí a usted para futura compañera de mi vida. Pero antes de expresar mis sentimientos, quizá seaaconsejable que exponga las razones que tengo para casarme, y por qué vine a Hertfordshire con la idea debuscar una esposa precisamente aquí. 

A Katniss casi le dio la risa al imaginárselo expresando sus sentimientos; y no pudo aprovecharla breve pausa que hizo para evitar que siguiese adelante. Cato continuó: 

––Las razones que tengo para casarme son: primero, que la obligación de un clérigo encircunstancias favorables como las mías, es dar ejemplo de matrimonio en su parroquia; segundo, que estoyconvencido de que eso contribuirá poderosamente a mi felicidad; y tercero, cosa que tal vez hubiese debidoadvertir en primer término, que es el particular consejo y recomendación de la nobilísima dama a quientengo el honor de llamar mi protectora. Por dos veces se ha dignado indicármelo, aun sin habérselo yoinsinuado, y el mismo sábado por la noche, antes de que saliese de Hunsford y durante nuestra partida decuatrillo, mientras la señora Jenkinson arreglaba el silletín de la señorita de Bourgh, me dijo: «SeñorCollins, tiene usted que casarse. Un clérigo como usted debe estar casado. Elija usted bien, elija pensandoen mí y en usted mismo; procure que sea una persona activa y útil, de educación no muy elevada, perocapaz de sacar buen partido a pequeños ingresos. Éste es mi consejo. Busque usted esa mujer cuanto antes, tráigala a Hunsford y que yo la vea.» Permítame, de paso, decirle, hermosa prima, que no estimo como lamenor de las ventajas que puedo ofrecerle, el conocer y disfrutar de las bondades de lord Snow deBourgh. Sus modales le parecerán muy por encima de cuanto yo pueda describirle, y la viveza e ingenio deusted le parecerán a ella muy aceptables, especialmente cuando se vean moderados por la discreción y elrespeto que su alto rango impone inevitablemente. Esto es todo en cuanto a mis propósitos generales enfavor del matrimonio; ya no me queda por decir más, que el motivo de que me haya dirigido directamente aLongbourn en vez de buscar en mi propia localidad, donde, le aseguro, hay muchas señoritas encantadoras.Pero es el caso que siendo como soy el heredero de Longbourn a la muerte de su honorable padre, que ojaláviva muchos años, no estaría satisfecho si no eligiese esposa entre sus hijas, para atenuar en todo lo posiblela pérdida que sufrirán al sobrevenir tan triste suceso que, como ya le he dicho, deseo que no ocurra hastadentro de muchos años. Éste ha sido el motivo, hermosa prima, y tengo la esperanza de que no me harádesmerecer en su estima. Y ahora ya no me queda más que expresarle, con las más enfáticas palabras, lafuerza de mi afecto. En lo relativo a su dote, me es en absoluto indiferente, y no he de pedirle a su padrenada que yo sepa que no pueda cumplir; de modo que no tendrá usted que aportar más que las mil libras alcuatro por ciento que le tocarán a la muerte de su madre. Pero no seré exigente y puede usted tener lacerteza de que ningún reproche interesado saldrá de mis labios en cuanto estemos casados. 

Orgullo y Prejuicio (Everlark)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora