Capitulo 30

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Maratón 3/3

Sir Plutarch no pasó más que una semana en Hunsford pero fue suficiente para convencerse de quesu hija estaba muy bien situada y de que un marido así y una vecindad como aquélla no se encontraban amenudo. Mientras estuvo allí, Cato dedicaba la mañana a pasearlo en su calesín para mostrarle lacampiña; pero en cuanto se fue, la familia volvió a sus ocupaciones habituales. Katniss agradeció que conel cambio de vida ya no tuviese que ver a su primo tan frecuentemente, pues la mayor parte del tiempo quemediaba entre el almuerzo y la cena, Cato lo empleaba en trabajar en el jardín, en leer, en escribir o enmirar por la ventana de su despacho, que daba al camino. El cuarto donde solían quedarse las señoras dabaa la parte trasera de la casa. Al principio a Katniss le extrañaba que Glimmer no prefiriese estar en elcomedor, que era una pieza más grande y de aspecto más agradable. Pero pronto vio que su amiga teníaexcelentes razones para obrar así, pues Cato habría estado menos tiempo en su aposento,indudablemente, si ellas hubiesen disfrutado de uno tan grande como el suyo. Y Katniss aprobó la actitudde Glimmer.Desde el salón no podían ver el camino, de modo que siempre era Cato el que le daba cuenta delos coches que pasaban y en especial de la frecuencia con que la señorita Snow cruzaba en su faetón,cosa que jamás dejaba de comunicarles aunque sucediese casi todos los días. La señorita solía detenerse enla casa para conversar unos minutos con Glimmer, pero era difícil convencerla de que bajase del carruaje.Pasaban pocos días sin que Cato diese un paseo hasta Rosings y su mujer creía a menudo undeber hacer lo propio; Katniss, hasta que recordó que podía haber otras familias dispuestas a hacer lomismo, no comprendió el sacrificio de tantas horas. De vez en cuando les honraba con una visita, en eltranscurso de la cual, nada de lo que ocurría en el salón le pasaba inadvertido. En efecto, se fijaba en lo quehacían, miraba sus labores y les aconsejaba hacerlas de otro modo, encontraba defectos en la disposición delos muebles o descubría negligencias en la criada; si aceptaba algún refrigerio parecía que no lo hacía másque para advertir que los cuartos de carne eran demasiado grandes para ellos.Pronto se dio cuenta Katniss de que aunque la paz del condado no estaba encomendada a aquellagran señora, era una activa magistrada en su propia parroquia, cuyas minucias le comunicaba Cato, ysiempre que alguno de los aldeanos estaba por armar gresca o se sentía descontento o desvalido, lord Snow se personaba en el lugar requerido para zanjar las diferencias y reprenderlos, restableciendo laarmonía o procurando la abundancia.La invitación a cenar en Rosings se repetía un par de veces por semana, y desde la partida de sirPlutarch, como sólo había una mesa de juego durante la velada, el entretenimiento era siempre el mismo.No tenían muchos otros compromisos, porque el estilo de vida del resto de los vecinos estaba por debajodel de los Collins. 

A Elizabeth no le importaba, estaba a gusto así, pasaba largos ratos charlandoamenamente con Glimmer; y como el tiempo era estupendo, a pesar de la época del año, se distraíasaliendo a caminar. Su paseo favorito, que a menudo recorría mientras los otros visitaban a lord Snow,era la alameda que bordeaba un lado de la finca donde había un sendero muy bonito y abrigado que nadiemás que ella parecía apreciar, y en el cual se hallaba fuera del alcance de la curiosidad de lord Snow.Con esta tranquilidad pasó rápidamente la primera quincena de su estancia en Hunsford. 

Seacercaba la Pascua y la semana anterior a ésta iba a traer un aditamento a la familia de Rosings, lo cual, enaquel círculo tan reducido, tenía que resultar muy importante. Poco después de su llegada, Katniss oyódecir que Peeta iba a llegar dentro de unas semanas, y aunque hubiese preferido a cualquier otra de susamistades, lo cierto era que su presencia podía aportar un poco de variedad a las veladas de Rosings y quepodría divertirse viendo el poco fundamento de las esperanzas de la señorita Odair mientras observaba laactitud de Peeta con la señorita Snow, a quien, evidentemente, le destinaba lord Snow. Su Señoríahablaba de su venida con enorme satisfacción, y de él, en términos de la más elevada admiración; y parecíaque le molestaba que Clove y Katniss ya le hubiesen visto antes con frecuencia.  

Su llegada se supo en seguida, pues Cato llevaba toda la mañana paseando con la vista fija enlos templetes de la entrada al camino de Hunsford; en cuanto vio que el coche entraba en la finca, hizo sucorrespondiente reverencia, y corrió a casa a dar la magna noticia. A la mañana siguiente voló a Rosings apresentarle sus respetos. Pero había alguien más a quien presentárselos, pues allí se encontró con dossobrinos de lord Snow. Peeta había venido con el coronel Marvel, hijo menor de su tío Lord; ycon gran sorpresa de toda la casa, cuando Cato regresó ambos caballeros le acompañaron. Glimmer losvio desde el cuarto de su marido cuando cruzaban el camino, y se precipitó hacia el otro cuarto para poneren conocimiento de las dos muchachas el gran honor que les esperaba, y añadió: 

––Katniss, es a ti a quien debo agradecer esta muestra de cortesía. El señor Melllark no habríavenido tan pronto a visitarme a mí. 

Katniss apenas tuvo tiempo de negar su derecho a semejante cumplido, pues en seguida sonó lacampanilla anunciando la llegada de los dos caballeros, que poco después entraban en la estancia.El coronel Marvel iba delante; tendría unos treinta años, no era guapo, pero en su trato y supersona se distinguía al caballero. Peeta estaba igual que en Hertfordshire; cumplimentó a la señoraCollins con su habitual reserva, y cualesquiera que fuesen sus sentimientos con respecto a Katniss, lasaludó con aparente impasibilidad. 

Katniss se limitó a inclinarse sin decir palabra. El coronel Marvel tomó parte en la conversación con la soltura y la facilidad de un hombre bien educado, era muy ameno;pero su primo, después de hacer unas ligeras observaciones a la señora Collins sobre el jardín y la casa, sequedó sentado durante largo tiempo sin hablar con nadie. Por fin, sin embargo, su cortesía llegó hastapreguntar a Katniss cómo estaba su familia. Ella le contestó en los términos normales, y después de unmomento de silencio, añadió: 

––Mi hermana mayor ha pasado estos tres meses en Londres. ¿No la habrá visto, por casualidad? 

Sabía de sobra que no la había visto, pero quería ver si le traicionaba algún gesto y se le notabaque era consciente de lo que había ocurrido entre los Odair y Annie; y le pareció que estaba un pococortado cuando respondió que nunca había tenido la suerte de encontrar a la señorita Everdeen. No se hablómás del asunto, y poco después los caballeros se fueron.

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Holi, perdon por no haber actualizado el jueves pero tuve un jueves medio triste para mi y no queria hacer nada, pero hoy regrese con animos xD

¿Que les dije? Que iba a haber algo interesante en el viaje de Katniss: se encontro con Peeta xD ah pero eso no es todo *se va poco a poco*

Bueno este es un pequeño maraton. Bueno esto es todo, Bye 

Orgullo y Prejuicio (Everlark)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora