Capitulo 31

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El coronel Marvel fue muy elogiado y todas las señoras consideraron que su presencia sería unencanto más de las reuniones de Rosings. Pero pasaron unos días sin recibir invitación alguna, como si, alhaber huéspedes en la casa, los Collins no hiciesen ya ninguna falta. Hasta el día de Pascua, una semanadespués de la llegada de los dos caballeros, no fueron honrados con dicha atención y aun, al salir de laiglesia, se les advirtió que no fueran hasta última hora de la tarde.Durante la semana anterior vieron muy poco a lord Snow y a su hija. 

El coronel Marvel visitó más de una vez la casa de los Collins, pero a Peeta sólo le vieron en la iglesia.La invitación, naturalmente, fue aceptada, y a la hora conveniente los Collins se presentaron en elsalón de lord Snow. Su Señoría les recibió atentamente, pero se veía bien claro que su compañía ya nole era tan grata como cuando estaba solo; en efecto, estuvo pendiente de sus sobrinos y habló con ellosespecialmente con Peeta mucho más que con cualquier otra persona del salón.El coronel Marvel parecía alegrarse de veras al verles; en Rosings cualquier cosa le parecía unalivio, y además, la linda amiga de la señora Collins le tenía cautivado. Se sentó al lado de Katniss ycharlaron tan agradablemente de Kent y de Hertfordshire, de sus viajes y del tiempo que pasaba en casa, delibros nuevos y de música, que Katniss jamás lo había pasado tan bien en aquel salón; hablaban con tantasoltura y animación que atrajeron la atención de lord Snow y Peeta. Este último les había mirado yavarias veces con curiosidad. Su Señoría participó al poco rato del mismo sentimiento, y se vio claramente,porque no vaciló en preguntar:

––¿Qué estás diciendo, Marvel? ¿De qué hablas? ¿Qué le dices a la señorita Everdeen? Déjameoírlo. 

––Hablamos de música, señor ––declaró el coronel cuando vio que no podía evitar la respuesta. 

––¡De música! Pues hágame el favor de hablar en voz alta. De todos los temas de conversación esel que más me agrada. Tengo que tomar parte en la conversación si están ustedes hablando de música. Creoque hay pocas personas en Inglaterra más aficionadas a la música que yo o que posean mejor gusto natural.Si hubiese estudiado, habría resultado una gran discípula. Lo mismo le pasaría a Anna si su salud se lopermitiese; estoy segura de que habría tocado deliciosamente. ¿Cómo va Primrose, Peeta? 

Peeta hizo un cordial elogio de lo adelantada que iba su hermana. 

––Me alegro mucho de que me des tan buenas noticias ––dijo lord Snow––, y te ruego que ledigas de mi parte que si no practica mucho, no mejorará nada. 

––Le aseguro que no necesita que se lo advierta. Practica constantemente. 

––Mejor. Eso nunca está de más; y la próxima vez que le escriba le encargaré que no lo descuide.Con frecuencia les digo a las jovencitas que en música no se consigue nada sin una práctica constante.Muchas veces le he dicho a la señorita Everdeeen que nunca tocará verdaderamente bien si no practica más; yaunque la señora Collins no tiene piano, la señorita Everdeen será muy bien acogida, como le he dicho amenudo, si viene a Rosings todos los días para tocar el piano en el cuarto de la señor Jenkinson. En esaparte de la casa no molestará a nadie. 

Peeta pareció un poco avergonzado de la mala educación de su tía, y no contestó.Cuando acabaron de tomar el café, el coronel Marvel recordó a Katniss que le habíaprometido tocar, y la joven se sentó en seguida al piano. El coronel puso su silla a su lado. Lord Snow escuchó la mitad de la canción y luego siguió hablando, como antes, a su otro sobrino, hasta que Peeta ladejó y dirigiéndose con su habitual cautela hacia el piano, se colocó de modo que pudiese ver el rostro de lahermosa intérprete. Katniss reparó en lo que hacía y a la primera pausa oportuna se volvió hacia él conuna amplia sonrisa y le dijo: 

––¿Pretende atemorizarme, viniendo a escucharme con esa seriedad? Yo no me asusto, aunque suhermana toque tan bien. Hay una especie de terquedad en mí, que nunca me permite que me intimide nadie.Por el contrario, mi valor crece cuando alguien intenta intimidarme. 

––No le diré que se ha equivocado ––repuso Peeta–– porque no cree usted sinceramente que teníaintención alguna de alarmarla; y he tenido el placer de conocerla lo bastante para saber que se complace aveces en sustentar opiniones que de hecho no son suyas. 

Katniss se rió abiertamente ante esa descripción de sí misma, y dijo al coronel Marvel: 

––Su primo pretende darle a usted una linda idea de mí enseñándole a no creer palabra de cuantoyo le diga. Me desola encontrarme con una persona tan dispuesta a descubrir mi verdadero modo de ser enun lugar donde yo me había hecho ilusiones de pasar por mejor de lo que soy. Realmente, señor Mellark, esmuy poco generoso por su parte revelar las cosas malas que supo usted de mí en Hertfordshire, ypermítame decirle que es también muy indiscreto, pues esto me podría inducir a desquitarme y saldrían arelucir cosas que escandalizarían a sus parientes. 

––No le tengo miedo ––dijo él sonriente. 

––Dígame, por favor, de qué le acusa ––exclamó el coronel Marvel––. Me gustaría sabercómo se comporta entre extraños. 

––Se lo diré, pero prepárese a oír algo muy espantoso. Ha de saber que la primera vez que le vi fueen un baile, y en ese baile, ¿qué cree usted que hizo? Pues no bailó más que cuatro piezas, a pesar deescasear los caballeros, y más de una dama se quedó sentada por falta de pareja. Señor Mellark, no puedenegarlo. 

––No tenía el honor de conocer a ninguna de las damas de la reunión, a no ser las que meacompañaban.  

––Cierto, y en un baile nunca hay posibilidad de ser presentado... Bueno, coronel Marvel,¿qué toco ahora? Mis dedos están esperando sus órdenes. 

––Puede que me habría juzgado mejor ––añadió Peeta–– si hubiese solicitado que me presentaran.Pero no sirvo para darme a conocer a extraños. 

––Vamos a preguntarle a su primo por qué es así ––dijo Katniss sin dirigirse más que al coronelMarvel––. ¿Le preguntamos cómo es posible que un hombre de talento y bien educado, que ha vividoen el gran mundo, no sirva para atender a desconocidos? 

––Puede contestar yo mismo a esta pregunta ––replicó Marvel–– sin interrogar a Peeta. Esoes porque no quiere tomarse la molestia. 

––Reconozco ––dijo Peeta–– que no tengo la habilidad que otros poseen de conversar fácilmentecon las personas que jamás he visto. No puedo hacerme a esas conversaciones y fingir que me intereso porsus cosas como se acostumbra. 

––Mis dedos ––repuso Katniss–– no se mueven sobre este instrumento del modo magistral conque he visto moverse los dedos de otras mujeres; no tienen la misma fuerza ni la misma agilidad, y nopueden producir la misma impresión. Pero siempre he creído que era culpa mía, por no haberme queridotomar el trabajo de hacer ejercicios. No porque mis dedos no sean capaces, como los de cualquier otramujer, de tocar perfectamente. 

Peeta sonrió y le dijo: 

––Tiene usted toda la razón. Ha empleado el tiempo mucho mejor. Nadie que tenga el privilegiode escucharla podrá ponerle peros. Ninguno de nosotros toca ante desconocidos. 

Lord Snow les interrumpió preguntándoles de qué hablaban. Katniss se puso a tocar denuevo. Lord Snow se acercó y después de escucharla durante unos minutos, dijo a Peeta: 

––La señorita Everdeen no tocaría mal si practicase más y si hubiese disfrutado de las ventajas de unbuen profesor de Londres. Sabe lo que es teclear, aunque su gusto no es como el de Anna. Anna habría sidouna pianista maravillosa si su salud le hubiese permitido aprender. 

Katniss miró a Peeta para observar su cordial asentimiento al elogio tributado a su prima, peroni entonces ni en ningún otro momento descubrió ningún síntoma de amor; y de su actitud hacia la señoritaSnow, Katniss dedujo una cosa consoladora en favor de la señorita Odair: que Peeta se habríacasado con ella si hubiese pertenecido a su familia. 

Lord Snow continuó haciendo observaciones sobre la manera de tocar de Katniss, mezcladascon numerosas instrucciones sobre la ejecución y el gusto. Katniss las aguantó con toda la paciencia queimpone la cortesía, y a petición de los caballeros siguió tocando hasta que estuvo preparado el coche de SuSeñoría y los llevó a todos a casa.  


Orgullo y Prejuicio (Everlark)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora