Capítulo 1: ELLA

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Emma era una mujer fuerte e independiente. Desde chica había aprendido que la vida era difícil y que todas las personas tenían el poder de lastimarla, así que era mejor cuidarse, salvarse y sobrevivir uno mismo como podía. Emma era una cazarrecompenzas, y por más que ese no era un trabajo muy apropiado y seguro, ya que tenía un hijo de once años, era el único trabajo que sabía y disfrutaba de hacer. Emma era experta encontrando personas que no querían ser encontradas, tal vez porque ella había sido una de esas personas en algún momento cada vez que había escapado del sistema de adopciones. Tenía buen instinto y sabía defenderse, eso la complementaba en lo que hacía.

Emma se sorprendió cuando recibió un llamado de su amigo David pidiéndole que vaya a la comisaría. Ella solo iba a la comisaría cuando iba a entregar a alguna persona buscada por la justicia, por eso era raro que su amigo la llame. Emma dejo a su hijo Henry en el colegio, fue a comprar cafés y luego fue a la comisaría a ver a su amigo. David era más que un amigo, era como un hermano, era como familia. Se saludaron con un abrazo y fueron a su oficina para estar más tranquilos. Resulta que a la comisaría de David le habían ofrecido trabajar en el caso de Rumpelstiltskin, y él quería ofrecérselo a ella.

- Rumpelstiltskin ha vuelto a matar. – Dijo David después de tomar un sorbo de su café.

- Lo sé. – Asistió Emma dando un largo suspiro.

- Necesitamos tu ayuda para este caso. – Dijo David con convicción.

- No lo sé, no creo que sea buena idea que trabaja acá. – Dijo Emma sacudiendo su cabeza, su cabeza llena de dudas.

- Es una gran idea, estamos August, Robin y yo. – Justificó David.

- Pero yo tengo un pasado en prisión. – Le recordó Emma.

- Por un crimen que no cometiste. – Dijo David seriamente al recordar a Neal.

- No sé David. – Dijo Emma mordiéndose el labio de los nervios y jugando con la cuchara que tenía en su café.

- Emma sé que este caso es difícil para vos y muy personal, sé que haz estado trabajando en el desde que pudiste hacerlo. – Dijo David agarrándole la mano para poder contenerla. – Quizás hacerlo desde acá, desde la justicia, te permita lograr más avances y tener más acceso a información para poder encontrarlo de una vez por todas. – Agregó pensativamente.

- Si, quizás tengas razón. – Aceptó Emma dejando escapar unas lágrimas de sus ojos. – Yo quiero encontrarlo David, quiero que pagué por todo lo que hizo. – Confesó.

- Yo también. – Coincidió David secándole las lágrimas.

Emma tenía cinco años cuando sus padres fueron asesinados. Ella fue testigo de sus muertes, pero el asesino nunca lo supo porque ella había estado escondida en el ropero. Años más tarde, cuando ella misma decidió hacerse cargo de buscar justicia, descubrió que el asesino de sus padres era el famoso asesino serial Rumpelstiltskin. Desde entonces que estaba en su búsqueda, queriendo hacer justicia por sus padres y todas las demás victimas. Pero una de las cosas más complicadas de buscar a Rumpelstiltskin era que él era una persona muy imprecisa, y que se tomaba largos tiempos entre muerte y muerte. Esta vez había pasado cuatro años desde que no mataba. Después de un par de días de pensarlo, finalmente aceptó la propuesta. David tenía razón, quizás intentar resolver el caso desde otra instancia y ámbito le iba a permitir avanzar, lograr su finalización.

Trabajar en la comisaría resulto ser mucho más efectivo y gratificante de lo que pensaba que iba a ser. Hacer las patrullas le resultaba algo agradable, sobretodo cuando le tocaba con Robin o August. Y el tiempo que pasaba en la comisaría en si, lo podía usar haciendo investigaciones e hipótesis sobre su caso. Emma se sentía cómoda y contenta de la decisión de haber aceptado el trabajo, excepto por Killian Jones.

Breaking GlassDonde viven las historias. Descúbrelo ahora