Capítulo 18: ÉL

315 32 3
                                    

Navegar era algo que siempre le daba paz. El mar tenía el poder de traer calma a la mente y el alma. Por eso compartirlo con Emma y Henry le resultaba maravilloso. Henry disfrutaba del mar tanto con él, podía notarlo en su sonrisa y en su forma de moverse cada vez que estaban en su velero. Siempre seguía sus indicaciones, y de a poco estaba aprendiendo todos los trucos de marinero que podía enseñarle. Emma también lo disfrutaba, como ella le había dicho el día que le había enseñado "su lugar", el mar le daba paz y le hacía aclarar su mente. Así que pasar la tarde los tres juntos navegando, fue una de las mejores ideas que Killian había tenido en mucho tiempo.

- Deberías venir a cenar a casa. – Dijo Henry a Killian mientras amarraban el velero al muelle.

- Mmm, no sé que piensa tu madre al respecto. – Dijo Killian dedicándole una pequeña mirada a Emma para ver si ella estaba de acuerdo.

- No importa lo que piense, hoy es noche de tacos. Los tacos de mamá son los más ricos, así que no podes perdértelos. – Insistió Henry.

- Creo que Killian podría ser un gran asistente de cocina. – Intervino Emma en la conversación. - ¿No crees? – Preguntó a su hijo.

- ¡Si! ¡Será genial! – Exclamó Henry a modo de festejo.

Como Emma había dicho, él se convirtió en su asistente de cocina. Emma le enseñó a cocinar la masa de los tacos y el relleno. Henry ayudó, y dio también sus propias indicaciones demostrando que ya había aprendido a hacer esa comida. Killian disfrutó del pequeño momento tan cotidiano y familiar. Sin dudas, no tendría ningún problema en acostumbrarse a eso. Henry se fue a hablar por teléfono, mientras Emma y él continuaron preparando la comida. Una vez que terminaron de hacer la comida, tendieron la mesa y se sentaron a esperar a Henry.

- ¿Quién era? – Preguntó Emma alcanzándole el plato de comida a su hijo.

- Papá. – Respondió Henry agarrando el plato. – Llamó para contarme que mi hermano va a ser un nene. ¿Ahora que ya sé que va a ser, puedo comprarle un regalo? – Explicó con la boca llena de comida.

- Claro. – Asistió Emma después de un largo silencio.

- Perdón, no tendría que estar hablando de ésto, yo sé que te lastima... - Comenzó a decir Henry arrepentido de haber sacado ese tema de conversación.

- Henry, ese nene va a ser tu hermano, y está perfecto que hables de él, y está perfecto que lo ames. – Lo interrumpió Emma, devolviéndole la calma a su hijo al asegurarle que estaba bien.

- Killian vos tenes un hermano. – Dijo Henry centrando su atención en Killian, quien por ahora había estado callado.

- Si, Liam, lo conoces. – Asistió Killian.

- ¿Qué se siente tener un hermano? – Preguntó Henry con curiosidad.

Killian fue sincero, tener un hermano era lo mejor que le había pasado en la vida. Liam y él eran inseparables, se llevaban bien y se amaban aún cuando se molestaban, o hacían cosas que él otro detestaba o no estaba de acuerdo. Tener un hermano, era tener a alguien que estaba con él siempre, tanto en las buenas como en las malas. Liam era su héroe y su ejemplo a seguir. Killian le relató varias anécdotas graciosas. Henry se mostró agradecido y atento, lo cuál lo hizo sentir feliz. Al terminar de cenar, Killian se ofreció a lavar los platos, para que Emma pueda ir a acostar a Henry tranquila ya que al otro día había colegio.

Mientras lavaba los platos pensó en Neal, y se dio cuenta que sabía muy poco sobre ese hombre. Neal era el padre de Henry, era el ex novio de Emma. Killian sabía que la relación de ellos no había terminado bien, pero no sabía porqué, no sabía que era lo que había pasado entre ellos. El pequeño intercambio que Henry y Emma tuvieron en la cena, le hizo dar cuenta que incluso el niño comprendía que había cosas sobre su padre que lastimaban a su madre. Perdido en sus pensamientos, se sorprendió cuando los brazos de Emma lo abrazaron por detrás. Sonrió ante el pequeño gesto y se apuró en terminar de lavar los platos. Cuando todo estuvo listo, se acomodaron en el sillón a ver televisión.

- Emma. – Llamó él su nombre para obtener su atención.

- ¿Si? – Preguntó ella quitando la vista de la televisión y dirigiéndola a él.

- ¿Puedo hacerte una pregunta? – Pidió saber algo nervioso.

- Claro. – Asistió ella.

- ¿Qué fue lo que pasó entre Neal y vos? – Preguntó él, después de dar un largo suspiro para tomar coraje.

Emma se sorprendió ante la pregunta, cada gesto de su cara lo demostraba. Se quedo callada un largo instante, simplemente mirándolo a los ojos con su expresión llena de dolor. El aire entre ellos se puso tenso, y él se arrepintió por haber dejado que su curiosidad gane y haber preguntado. Él no quería causarle dolor, hacerla sentir triste o incomoda. Estuvo a punto de disculparse, pero Emma apagó la televisión y se volvió a hacia él dispuesta a hablar tranquilos.

- Neal y yo nos conocimos cuando salí del sistema de adopciones. Él también estuvo en el sistema, así que podíamos entendernos en ese sentido. Éramos jóvenes y nos enamoramos. – Relató ella lentamente, pensando lo que quería decir. – Neal era un ladrón, pero eso nunca me importó porque lo amaba. Quizás si me habría importado, las cosas habrían salido distintas... - Dijo con la mirada perdida en sus recuerdos.

- ¿Qué pasó? – Preguntó él, sintiendo que debía intervenir para que ella pueda continuar.

- Me tendió una trampa, y tuve que pasar un tiempo en prisión pagando un crimen que él había cometido. – Respondió ella con la voz temblorosa.

- ¿Estuviste en prisión por su culpa? – Preguntó él horrorizado ante a la idea y confirmándola ante la asistencia de ella. – Eso es terrible. ¿Cómo pudo haber hecho eso cuando te amaba? – Expresó lo que pensaba y sentía.

- Al parecer no me amaba tanto como a su libertad. – Dijo ella en un tono agridulce. – Lo peor de todo es que estando en prisión me enteré que estaba embarazada. – Agregó dejando caer varias lágrimas de sus ojos.

Descubrir la historia de lo que había pasado entre Neal y Emma fue como recibir una gran patada en el estómago, la historia era peor de lo que había imaginado. Sintiendo la necesidad de consolarla, le secó las lágrimas con delicadeza y luego la rodeó con sus brazos en un reconfortante abrazo. Killian no podía entender como Neal la había lastimado de esa manera. Él no podía imaginarse ningún escenario donde él sería capaz de hacer algo tan terrible como eso. Él jamás iba a dejarla, y menos traicionarla de esa forma. Le acarició el cabello y la espalda, mientras prometía para si mismo que siempre iba a cuidar su corazón. Él no podía hacer nada para borrar las heridas de su pasado, pero podía asegurarse de que su presente y futuro sean lo más felices posibles.

- Millah y yo nos conocimos en Irlanda, en un bar. – Dijo él.

- Killian, no es necesario que me cuentes sobre... - Comenzó a decir ella.

- Pero quiero hacerlo. – Aseguró él interrumpiéndola.

- De acuerdo, te escucho. – Aceptó ella al notar su sinceridad.

- Fuimos una cosa de una noche. – Dijo él retomando la historia.

- ¿Por qué no me sorprende eso casanova? – Bromeó ella.

- No sé a lo que te referís. – Respondió él haciéndose el inocente, pero sin poder evitar una pequeña risa. – La única mujer que logró enamorarme antes de tener relaciones con ella, fuiste vos amor. – Dijo con sinceridad y haciendo que ella se sonroje. – Millah y yo pasamos una linda noche, y lo seguimos haciendo cada vez que nos encontrábamos. Hasta que finalmente nos enamoramos. – Continuó el relato.

- ¿Cómo terminaron viviendo en Nueva York? – Preguntó ella con cierta curiosidad.

- Fue decisión de ella. Un día me dijo que se venía para acá, y yo decidí venirme con ella. – Contestó él con una pequeña sonrisa triste.

Después de compartir sus historias, se quedaron un rato en silencio. Se mantuvieron abrazados, disfrutando de la calidez que el cuerpo del otro irradiaba. Los ritmos de sus corazones y de sus respiraciones estaban en sintonía, y eso lo hizo sonreír. Sus historias eran distintas, pero tenían algo en común, ambas terminaban con corazones rotos. ¿Podían dos personas con corazones rotos volver a amar? Ellos se amaban, no había dudas de eso. ¿Pero qué pasaba ahora con los pedazos rotos de sus corazones? Killian sentía que el amor lo estaba curando. ¿Sería eso posible? ¿Podría Emma sentir eso también? Killian sintió que ella quería decirle algo más, pero no lo hizo y él respetó su necesidad de mantenerse en silencio. Cada cosa llegaba a su debido tiempo.

Breaking GlassDonde viven las historias. Descúbrelo ahora