Capítulo 4: ELLA

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Killian la invitó a una cita y ella dijo que no. ¿Estaba loco? ¿Por qué la había invitado a una cita? Ella lo había estado evitando e ignorando, había estado literalmente escapando de él. Esos pocos días en los que se habían llevado bien como compañeros, habían hecho que conozca lados de Kilian que le gustaban. Cuando Killian le ofreció ayudarla con el papeleo, vio que cuando quería era una persona considerada y amable. Cuando le curó su mano vio su lado atento y delicado. Cuando la defendió de Neal, vio su lado protector y honorable. Cuando lo vio interactuar con su hijo, vio su lado humano. Emma no quería ver todas esas cosas buenas de Killian, no quería porque si lo hacía sabía que perfectamente podía caer por él y sus encantos. Y Emma no se permitía volver a caer por nadie, por eso corría. Emma era buena corriendo.

Después de llevar a Henry al colegio y escucharlo todo el camino hablar maravillas de Killian, regresó a la comisaría. Allí le informaron del hombre que con Killian habían arrestado semanas atrás. Se sorprendió de que él supiera cosas de ella y la haya pedido como la única persona con la que estaba dispuesta a hablar. Emma no se sentía cómoda haciendo un interrogatorio sabiendo que había personas viéndola y escuchándola, pero tenía que hacerlo porque necesitaba respuestas. Quería saber quién era ese hombre, cómo es que sabía esas cosas de ella y que quería con ella.

- Un placer volver a verte Emma. – Dijo el hombre al verla entrar a la sala de interrogatorios.

- Diría lo mismo, pero no sé tu nombre. – Dijo ella sentándose frente a él.

- Jefferson, me llamo Jefferson. – Informó.

- Un placer Jefferson. – Dijo ella cordialmente. - ¿Me vas a contar que hacemos acá? – Pidió saber.

- Necesito tu ayuda. – Respondió Jefferson.

- ¿Con qué? – Preguntó ella sorprendida.

- Con Rumpelstiltskin. – Contestó él.

- ¿Qué pasa con él? – Preguntó Emma intentando no mostrarse afectada ante la mención de ese hombre.

- Me tuvo secuestrado y por lo que supe de él vos lo haz estado intentando encontrar desde hace tiempo. – Informó Jefferson. – Estoy dispuesto a decirte todo lo que recuerdo y sé sobre él, a cambio de que me des protección. – Propuso.

- ¿Cómo sé que estás diciendo la verdad? ¿Cómo sé que ésto no es un plan que organizaste con él? – Cuestionó Emma seriamente.

- Porque vos y yo somos más parecidos de lo que pensas. – Respondió Jefferson señalando a ella y a él.

- ¿Nosotros somos parecidos? – Preguntó Emma con cierta ironía, esperando que haya una trampa en todo eso.

- Rumpelstiltskin mató a las personas que yo amaba. – Explicó Jefferson el motivo que los relacionaba.

- ¿Eres Jefferson Hatter? – Preguntó Emma después de pensar por un instante y lograr reconocerlo.

- Ese soy yo. – Asistió Jefferson.

Ese hombre era Jefferson Hatter, el esposo de Cora (la víctima "Reina de Corazones") y el padre de Grace (la victima "Alicia en el país de las maravillas"). Emma pasó largo rato hablando con él. Jefferson informó sobre el lugar donde Rumpelstiltskin lo había tenido secuestrado y dio una descripción física al asistente gráfico de identidades. Esa misma tarde fueron a la dirección que habían ubicado como lugar donde había estado secuestrado, pero como era de esperar Rumpelstiltskin ya no estaba y no había ningún rastro capaz de ayudarlos. El gráfico tampoco sirvió de mucho ya que Jefferson siempre lo había visto con una máscara de cocodrilo, la misma con la que Emma lo había visto asesinar a sus padres y le había dado tantas pesadillas.

Al final del día Emma estaba completamente frustrada, y sentía que lo que Jefferson había podido aportar no había servido de nada. Lo único que rescataba de la situación es que podían poner bajo a protección a una posible victima. Cuando salió de su trabajo fue a un restaurante cercano a cenar con Mary Margaret. No se sentía con ánimos de cenar, pero después del día que tuvo creía que iba a ser reconfortante pasar un rato con una amiga.

- ¿Emma? – Preguntó un hombre alto de cabello castaño.

- ¿Te conozco? – Preguntó ella al no reconocer al hombre.

- Soy Walsh. – Se presentó. – Soy tu cita, el conocido de Mary Margaret. – Agregó al notar que su nombre no generó ningún efecto en ella.

- La voy a matar, no puedo creer que me haya hecho ésto. – Dijo ella pensando en voz alta al darse cuenta de las intenciones de su amiga. – Perdón, pero yo no estaba al tanto de ésta cita, así que prefiero irme. – Explicó.

- Espera, ya que estamos acá, ¿Por qué no cenamos? – Sugirió Walsh. – Sin compromisos, solo una cena. – Intentó convencerla.

- Bien. – Aceptó ella.

Tenía hambre y ese era uno de sus restaurantes favoritos, así que decidió aceptar cenar con Walsh. Cuando vea a su amiga se iba a encargar de matarla por haber arreglado eso para ella sin avisarle. Sabía que Mary Margaret lo había hecho con buenas intenciones, pero Emma odiaba esas situaciones forzadas y aceptadas por compromiso. Una vez que hicieron el pedido, Emma vio entrar al restaurante a Killian con una mujer rubia. Emma reconoció a la mujer, la había visto un par de veces encontrarse con él fuera de la comisaría. Verlo con esa mujer le hizo sentir furia. ¿Se había dado por vencido con ella tan rápido? ¿Había sido verdad que había querido una cita con ella o había sido solo un chiste? Emma sabía que no tenía lógica que le enoje verlo allí con otra mujer, cuando ella era quien había rechazado su cita y lo había estado evitándolo. ¿Había algo entre ellos para que ella se sienta de esa forma? No, nada, no podía haber nada, ella no quería nada...

La noche se volvió cada vez peor. Walsh no dejaba de hablar un segundo, contando historias de su trabajo y de su numerosa familia con la que tan buena relación tenía. Emma no soportaba escuchar todo eso, su situación de en su trabajo le daba dolor de cabeza y no tenía familia. Aparte ver a Killian estar tan feliz con esa mujer en la otra mesa hacía que todo sea peor. Cuando llegó al punto de no soportar estar más ahí, le dejo la mitad del dinero de la cuenta a Walsh y salió del restaurante a toda velocidad para poder tomar aire. Se apoyó contra la pared y dejo que el frío viento de la noche la reconforte. Todo lo que había pasado con Killian y Jefferson durante ese día se repetía una y otra vez en su cabeza.

- ¿Estás bien? – Preguntó Walsh uniéndose a ella.

- Estoy bien. – Asistió ella. – Solo necesitaba tomar aire. – Sintió la necesidad de justificar su rápida partida.

- Entiendo. – Aceptó Walsh. - ¿Por qué no vamos a un lugar más íntimo como mi casa? – Propuso.

- No, gracias pero no. – Negó ella.

- Entonces déjame acompañarte a tu casa. – Dijo Walsh invadiendo su espacio personal.

- No quiero, ni necesito que me acompañes. – Dijo ella seriamente.

- Dale, no seas así, vayamos a divertirnos. – Insistió Walsh agarrándole los brazos.

- Soltame. – Exigió ella.

- ¿Por qué sino que? – Preguntó el desafiadoramente.

- Ya la escuchaste, soltala. – Dijo Killian interrumpiendo la situación.

Cuando Walsh la siguió hacia fuera supo que algo en la situación no iba a terminar bien. Cuando le agarró los brazos y siguió haciendo comentarios insinuadores, le dieron ganas de partirle la cabeza. Pero aguantó su temperamento e intento liberarse por las buenas, después de todo creía que era mejor evitar los golpes y usar las palabras. ¿Por qué su día tenía que ser tan malo? Y entonces apareció Killian Jones con su actitud protectora, dispuesto a salvarla del momento incomodo que estaba viviendo, y haciendo que todo se vuelva peor. Si Killian seguía haciendo cosas maravillosas, como defenderla, no iba a poder evitar caer rápidamente por él.

Breaking GlassDonde viven las historias. Descúbrelo ahora