Capítulo 25: ÉL

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Killian estaba nervioso, ese día iba a conocer a su sobrina. Liam y Elsa finalmente habían sido aprobados por el Estado para adoptar a una niña. La niña se llamaba Lily y tenía seis años. Según su hermano y su cuñada le contaron, tuvieron una conexión desde el primer momento que la conocieron. Lily había sido abandonada por sus padres a los días de haber nacido, y hasta el momento ninguna familia había querido adoptarla. Liam y Elsa conectaron con ella desde el momento que la conocieron, por eso continuaron visitándola al hogar. Y cuando finalmente decidieron ofrecerle de ir a vivir con ellos, no hubo nada que habría hecho a ellos y a la niña más felices que eso. Por eso Killian estaba nervioso, porque eso era importante para Liam y Elsa. Eso era parte de la felicidad de ellos, y Killian quería que sean felices. Por eso Killian quería tener una buena relación con Lily y ganarse su cariño. Pero tenía miedo que la niña no lo acepte. ¿Era tonto tener miedo de conocer a una niña? Emma le aseguró que todo iba a estar bien, y le recordó que tenga paciencia con la niña, que probablemente iba a difícil ganarse su confianza y cariño por lo cual no debía tomárselo como algo personal.

- Lily él es Killian, mi hermano. – Lo presentó Liam.

- Y ella es Lily, nuestra hija. – La presentó Elsa.

- Un placer conocerte. – Dijo Killian con una sonrisa.

- Hola. – Saludó Lily tímidamente sin despegarse del lado de Elsa.

Después de presentarse, almorzaron tranquilos como solían hacerlo. Conversaron como si nada habría cambiado. La única diferencia es que ahora había una niña con ellos. Lily hizo muy pocos comentarios, comió mucho, y dedicó unas cuantas miradas curiosas a Killian como si lo estaría descifrando o probando.

- ¿Puedo probar una? – Preguntó Lily a Killian, señalando las frutillas que estaba comiendo.

- Claro. – Respondió Killian pasándole el plato de él.

- Si eres el hermano de Liam, ¿Eso te convierte en mi tío? – Pidió saber la Lily mojando una de las frutillas en la crema.

- Exactamente. – Asistió Killian.

- Mmm, que rico. – Dijo Lily después de probar las frutillas.

- Podes quedártelas, yo me serviré más cuando Liam y Elsa vuelvan. – Dijo Killian.

- Gracias. – Agradeció Lily sonrojándose mientras se llevaba otra frutilla a la boca. – Si eres mi tío, ¿Qué hay de mi tía? ¿Tengo primos? – Cuestionó con curiosidad.

- Algo así. – Contestó Killian. – Estoy enamorada de una hermosa mujer que tiene un hijo, así que si queres podes conocerlos otro día. – Explicó.

- De acuerdo. – Aceptó Lily.

A la tarde fueron a navegar, y ahí es donde pudo notar que la niña finalmente se relajó. La calma del mar parecía divertirla y hacerla sentir segura, haciéndola recordar el cariño que Liam y él tenían por navegar. Jugaron un rato con espadas de madera, y le contaron historias de cuando eran pequeños y navegaban con su padre.

- ¿Por qué tenes una sola mano? – Preguntó Lily.

- Porque la perdí en un accidente. – Respondió Killian, evitando los detalles trágicos ya que no eran apropiados para una niña.

- Podrías ser el Capitán Garfio. – Dijo Lily pensando en voz alta.

- Si, podría. – Dijo Killian aceptando como algo divertido la propuesta de la niña.

- Pero no, yo quiero ser la Capitana. – Protestó Lily, pero cuando dijo eso se quedo callada y se tapo la boca con sus manos expresando miedo.

- Esa es una buena idea, creo que podrías ser una gran capitana. – Comentó Killian con una pequeña sonrisa.

- ¿Puedo ser la capitana? – Preguntó Lily sorprendida.

- Por supuesto. – Aseguró Killian.

- ¿Puedo llamarme "Tiger Lily" como el personaje de Peter Pan? – Preguntó Lily entusiasmada.

- Gran nombre capitana. – Aprobó Killian.

- ¡Liam, Elsa! ¡El tío Killian dice que puedo ser la capitana! – Exclamó Lily corriendo hacia la pareja cuando salieron del interior del velero.

Esa noche Killian se acostó sintiéndose más feliz de lo que se sentía desde hace tiempo. Ese día pudo ver lo feliz que eran Liam y Elsa de finalmente haber sumado un integrante a la familia, y pudo ver lo feliz que era Lily de que la hayan encontrado y elegido. Sabía que ellos tenían un largo y difícil camino por delante a partir de ese momento, pero sabía que lo iban a hacer bien. Porque Lily ahora era parte de la familia, y la familia para ellos era para siempre.

Y Killian también estaba empezando a formar su familia, o al menos eso creía cuando pensaba en Emma y Henry. Emma era el amor de su vida, ya no tenía ninguna duda sobre eso. Henry no sería su hijo y tendría a su padre, pero se querían y habían formado una hermosa relación. Killian podía imaginarse perfectamente viviendo junto a ellos dos, y en un futuro quizás poder agrandar la familia, tener un hijo/a con Emma.

Al otro día fue a la comisaría ilusionado, pensando en contarle todo a Emma sobre Lily. Sabía que Emma se iba a poner feliz con todas las noticias sobre la niña, y que iba a querer conocerla. Pero cuando llegó, Emma no estaba allí, lo cual era raro porque ella siempre llegaba temprano. Así que se dedicó a hacer papeleo, mientras esperaba que llegue.

- ¿Tenes los papeles del accidente de transito de ayer? – Preguntó Robin interrumpiendo sus pensamientos.

- Si, acá están. – Respondió Killian luego de encontrarlos y se los alcanzó.

- Gracias. – Agradeció Robin agarrando los papeles. – Termino esto y me voy a hacer patrulla con August. – Informó.

- ¿No te tocaba ir con Emma hoy? – Preguntó Killian confundido.

- Si, pero ella no viene hoy. – Respondió Robin.

- ¿Cómo que no viene? – Preguntó Killian, aún más confundido que antes. ¿Le había pasado algo a Emma y nadie le había avisado?

- ¿Killian no sabes que día es hoy? – Preguntó Robin.

- ¿Jueves 3? – Preguntó Killian comprobando la fecha en el calendario.

- Si, hoy es tres de diciembre, hoy hace veintiséis años que Rumpelstiltskin asesinó a los padres de Emma. – Contestó Robin.

Escuchar eso fue como si le habrían dado un fuerte cachetazo en la cara. ¿Cómo es que no se había dado cuenta de eso antes? Estaba bien que con Emma nunca habían hablado de fechas específicas cuando hablaban de las tragedias de sus pasados, pero esos eran detalles que tenían que saber y recordar. Emma seguramente lo necesitaba en ese momento, y él quería estar para ella. Intentó llamarla pero ella no respondió. Eso lo hizo sentir un poco de miedo, pero después recordó que no iban a ningún lado sin los oficiales de custodia y eso lo hizo tranquilizarse un poco. Terminó rápidamente los papeles que tenía que hacer, y después se dirigió al único lugar donde pensó que la iba a poder encontrar, el cementerio. Dio un par de vueltas, hasta que la encontró sentada en un banco. Estaba abrazando sus piernas, y junto a ella tenía dos ramos de flores "campanitas de nieve".

- Hola. – Saludo él suavemente para no asustarla.

- Killian. – Dijo ella sorprendida al verlo. - ¿Qué haces acá? – Preguntó.

- Me enteré que día es hoy. ¿Puedo hacerte compañía? – Dijo él señalando el banco y ella asistió con la cabeza.

- ¿Cómo sabías que iba a estar acá? – Preguntó ella dejando caer su cabeza en el hombro de él.

- Porque te conozco y me conozco, sé que solemos hacer lo mismo en éste tipo de situaciones. – Explicó él con sinceridad.

- Gracias por haber venido. – Agradeció ella cerrando sus ojos.

Killian la refugió en sus brazos por un largo rato, disfruto de tenerla segura junto a él. Le acarició el cabello y la espada, mientras respiraba su fascinante aroma. Ella no le habría advertido de que día era ese en un principio, pero ahora que él la había encontrado supo que ella estaba agradecida de eso. Ella lo necesitaba, aún cuando más de una vez no podía o no sabía como expresárselo. Y él iba a estar para ella de cualquier manera que necesite, porque él sabía que también la necesitaría a ella cuando la situación fuera al revés.

Breaking GlassDonde viven las historias. Descúbrelo ahora