Capítulo 23: ÉL

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Killian estaba destruido. Se sentía más triste de lo que se había sentido en mucho tiempo. La noticia de que Rumpelstiltskin era Robert Gold, le cayó como un balde de agua helada. Agarró una botella de ron y se encerró en su habitación. No podía soportar estar cerca de Emma en ese momento, no cuando ella había sabido eso desde hace tiempo y se lo había escondido.

Entre trago y trago, se dedicó a pensar en todo lo que significaba esa cruda verdad. Millah había sido novia de Rumpelstiltskin. Millah había sido novia de Arthur y había tenido dos hijos con él, Ava y Nickolas. Millah había abandonado a su familia para protegerlos de Robert Gold. Y luego, en algún momento, lo conoció a él. ¿Lo habría amado de verdad o solo habría sido una distracción? ¿Por qué no le había confiado su complicado pasado? ¿Alguna vez se habría preocupado de que Rumpelstiltskin pueda encontrarlos y lastimarlos? De hecho eso era lo que había pasado, Rumpelstiltskin la había matado delante de sus ojos. También había intentado matarlo a él, pero no lo consiguió, él sobrevivió. Killian sentía que su corazón se partía a pedazos. La mujer que había sido tan importante en su vida, que había sido su primer amor, dejó de tener la perfección que siempre había creído. Sentía que al final nunca la había conocido bien y eso lo ponía triste. ¿Habría sido real el amor que tuvieron?

Siguió tomando y se repitió a si mismo una y otra vez que Robert Gold era Rumpelstiltskin, el asesino lunático serial. Rumpelstiltskin no solo había asesinado a Millah, sino que había asesinado a muchas personas inocentes. Rumpelstiltskin había asesinado a los padres de Emma. Rumpelstiltskin ponía la vida de Emma en peligro constantemente. Su cabeza se vio invadida con los recuerdos de la muerte de Millah, el suceso de la falsa bomba en el colegio, y el secuestro de Emma. ¿Cómo se suponía que iba a cuidar de Emma cuando no había podido hacerlo con Millah? ¿Cómo podía hacer para atrapar a Rumpelstiltskin y hacer justicia? Y así, entre trago y trago, se quedo dormido.

Se despertó cuando los rayos del sol empezaron a molestar en sus ojos. Lo primero que sintió fue un gran dolor de cabeza, por culpa de todo el alcohol que había tomado. Después de unos minutos de tomar fuerzas, se levantó y se metió en la ducha. Dejó que el agua lo calme y lo despeje de su resaca, mientras volvía a repensar lo que había pasado la noche anterior. Todo lo que se había enterado de Millah le dolía, y que Emma se lo haya ocultado también le dolía. ¿Por qué Emma se lo había ocultado? ¿No confiaba en él? Pensó y repensó una y mil veces la situación, y por más que estaba enojado y probablemente lo iba a seguir por un largo tiempo, entendió la decisión que ella había tomado. Emma había querido protegerlo. Quizás no lo había hecho de la mejor forma, pero esa había sido su intención. Y pensando todo, se dio cuenta que si él habría estado en su situación probablemente habría hecho lo mismo. Se vistió con ropa limpia, y salió de su habitación para desayunar y tomar una aspirina. Fue hacia el living y se sorprendió al ver que Emma no estaba en el sillón. Él había pensado que ella se había quedado. De repente todo lo que había pasado le cayó con más fuerzas, y sintió un poco de culpa al pensar en lo mal que la había tratado. Él sabía que a Emma le costaba confiar en las personas, que le costaba abrir su corazón. Y él, con su brusquedad, seguramente la había alejado. Pero él no podía soportar eso, no podía dejar que las cosas queden tensas sin hablarlas bien, y no podía dejar que ella ande libremente por ahí cuando su vida estaba en peligro por Rumpelstiltskin. Decidido a ir por ella, y recorrer toda la ciudad hasta encontrarla si era necesario, salió de su casa. Sin embargo, al salir, algo lo detuvo. Emma estaba allí, sentada en un banco en su deck de madera mirando el océano. Su cabello estaba despeinado, sus ojos rojos e hinchados por todo lo que había llorado, sus brazos estaban abrazando sus piernas en búsqueda de no sentir tanto frío, su postura lucía tensa y cansada como si estaría totalmente derrotada.

- Estás acá. – Comentó él uniéndose al banco junto a ella.

- ¿Dónde más iba a estar? – Preguntó ella confundida.

Breaking GlassDonde viven las historias. Descúbrelo ahora