Emma abrió los ojos. Estaba mareada y su cabeza dolía, seguramente eran los efectos de la droga que Rumpelstiltskin le había dado. Parpadeó un par de veces hasta acostumbrarse a la luz, y empezó a observar sus alrededores. Estaba atada a una silla, en el comedor de una casa que parecía vieja y abandonada. Sus ojos de repente reconocieron a otra figura atada frente a ella en otra silla, Jefferson. Sus miradas se encontraron y se entendieron al instante, ambos sabían que estaban en serios problemas. En la mesa había grandes cantidades de telas de distintos colores, tijeras y cintas de medidas métricas.
- Que lindo finalmente tenerlos reunidos. – Comentó Rumpelstiltskin apareciendo con su máscara de cocodrilo. – Es hora de volver a la tierra donde los finales felices son posibles y ustedes me van a ayudar. – Informó seriamente. Se acercó a Jefferson, le sacó la cinta que sellaba sus labios y le desató los brazos. – Necesito que me construyas un sombrero. – Exigió apuntándolo con una pistola en la cabeza.
- ¿Un sombrero? – Preguntó Jefferson confundido. – Yo no sé... - Comenzó a decir.
- Respuesta equivocada. – Dijo Rumpelstiltskin. Se acercó a Emma y le hizo un corte en el brazo con una de las tijeras. – Cada vez que te niegues a hacer algo o que falles en hacer lo que te pido, ella será herida. – Dijo soltando una pequeña risa repugnante.
- De acuerdo, voy a intentarlo. – Asistió Jefferson.
- En la mesa tenes todo lo que necesitas, así que manos a la acción. – Dijo Rumpelstiltskin señalando la mesa con su arma.
Los siguientes minutos pasaron lentamente y fueron una tortura. Cada vez que Jefferson terminaba de hacer un sombrero, Rumpelstiltskin lo probaba y al no funcionar los descartaba. Cada vez que eso sucedía Emma recibía un corte en alguno de sus brazos, una quemadura de cigarillo en sus manos o en su cuello, o algún golpe en la cara. Jefferson estaba nervioso y le dolía la situación tanto como a ella. Emma podía notar lo mucho que sufría cada vez que fallaba y ella recibía una herida. Emma intentaba mantener las fuerzas y soportar el dolor, recordando que tenía el colgante de Killian con ella. Henry iba a estar a salvo y les iba a informar del colgante para que puedan encontrarla.
- ¡Al fin! ¡Éste es el que va a funcionar! – Exclamó Rumpelstiltskin alegremente aceptando el sombrero.
- ¿Funcionar para qué? ¿Qué vamos a hacer con el? – Pidió saber Jefferson.
- Bueno, la verdad es que tu misión ya terminó Sombrero Loco, así que como no te necesito para lo que viene es hora de tu fin. – Dijo Rumpelstiltskin con calma.
Rumpelstiltskin agarró el arma que había dejado por un rato en la mesa, y le pegó un tiro en la cabeza a Jefferson. Emma gritó ante el miedo, el dolor y la tristeza de la situación. Su gritó fue apaciguado por la cinta que tenía en su boca, pero las lágrimas comenzaron a caer incontrolablemente por su cara. Jefferson estaba muerto. Podía verlo sin vida en su silla, su cabeza había quedado apoyada contra la mesa, la sangre de su herida cayendo y manchando las telas de los sombreros.
- Hora de dar el siguiente paso. – Dijo Rumpelstiltskin sentándose a su lado y enfrentándola. – Necesito que dejes de llorar para poder explicarte como seguir. – Indicó quitándole la cinta de la boca.
- Jefferson. – Susurró Emma mirando con tristeza al cuerpo sin vida. - ¿Cómo te atreviste? Él hizo lo que le pediste – Le reprochó con gran enojo.
- Él no importa, solo era otro inútil personaje de cuento. – Dijo Rumpelstiltskin. – Lo que importa es que vos sos la salvadora, sos la única que tiene magia en éste mundo y puede hacer funcionar éste sobrero. – Explicó colocando el sobrero en la mesa frente a ella.
- ¿Magia? ¿Hacer funcionar el sombrero? – Cuestionó Emma confundida, todavía incapaz de razonar ante el shock del asesinato que acaba de testiguar.
- Tenes que abrir un portal con el sombrero que me va a permitir volver al mundo de la magia, al mundo donde los finales felices son posibles. – Respondió Rumpelstiltskin expresando su plan.
- ¿Al mundo de la magia? – Preguntó Emma aún más confundida que antes. – Éste es el único mundo que hay y la magia no existe. – Discutió.
- Hay millones de mundos, solo que los humanos son demasiados egocéntricos para darse cuenta. Algunos tienen magia, otros no, otros la necesitan. – Dijo Rumpelstiltskin con convicción. – Ahora haz un portal. – Exigió desatándole las manos y entregándole el sombrero.
- Yo no puedo, yo no tengo magia. – Dijo Emma con sinceridad.
- ¡Tus padres eran amor verdadero, así que por supuesto que tenes magia! ¡No me hagas perder la paciencia y haz funcionar el sombrero o te pegaré un tiro como a Jefferson! – Exclamó Rumpelstiltskin con rabia e ira irradiando de cada parte de su cuerpo.
Emma agarró el sombrero en sus manos y cerró los ojos. Ese era el fin, iba a morir en manos de ese maldito asesino solo porque no tenía magia, y no podía hacer funcionar el sombrero, ni crear portales hacia otros mundos. Ella siempre había sabido que Rumpelstiltskin estaba loco, pero esa noche comprendió que su locura no tenía nada más que ver con su maldad, sino con su percepción de la realidad. Sin embargo, no quería que sus últimos pensamientos sean las frustraciones que había dejado en ella la persona que arruinó gran parte de su vida. Pensó en Henry, pensó en Killian, pensó cada uno amigos y cada una de amigas. Emma no quería dejarlos, sabía que todos iban a sufrir su partida y se iban a culpar por mucho tiempo por lo sucedido. Emma quería más tiempo, quería ser feliz. En ese momento habría deseado tener magia, aún si eso le permitiera a Rumpelstiltskin escapar a otro mundo. Pero finalmente se resigno, ella no tenía magia y no podía hacer funcionar el sobrero, así que Rumpelstiltskin iba a matarla.
- ¿Qué es eso? ¿Qué hiciste? – Cuestionó Rumpelstiltskin al escuchar sirenas de policía a lo lejos.
- Nada, yo no hice nada. – Respondió Emma abriendo los ojos.
- ¿¡Podes hacer que vengan a ayudarte con tu magia, pero me vas a decir que no podes hacer funcionar el sombrero!? – Gritó Rumpelstiltskin enojado.
- Yo no tengo magia. – Volvió a decir Emma.
- Me tengo que ir, pero ésto no va a quedar así. – Dijo Rumpelstiltskin amenazadoramente. – ¡Y si yo no puedo usar el sombrero, vos tampoco podrás usarlo para salvarte de mí! – Exclamó rompiendo el sombrero en varios trozos con una tijera. – Veremos si pueden salvarte, o si vos lo haces renaciendo como un fénix. – Dijo volviéndole a atar los brazos a la silla y tapando con cinta su boca.
Rumpelstiltskin sacó un encendedor de su bolsillo y prendió fuego a las telas que había en la mesa, luego desapareció del comedor decidido a escaparse antes que llegue la policía. Emma empezó a intentar moverse con todas sus fuerzas, pero estaba atada completamente y le era imposible. Todo su cuerpo estaba atado: las piernas, los brazos, el tronco, la boca. El fuego empezaba a crecer a gran velocidad, invadiendo todos sus alrededores. Lo único que logró hacer fue que la silla cayera al piso, con su cuerpo todavía aprisionado. Podía sentir las sirenas acercándose cada vez más, pero el humo comenzaba a generarle dificultades para respirar y mantenerse despierta. De repente sus fuerzas se agotaron y todo se puso negro. Recién volvió a la conciencia cuando unas manos acariciaron sus mejillas. Abrió los ojos, y vio que la persona que estaba con ella era Killian. Él le estaba hablando, pero ella no podía escucharlo ni contestarle. Cortó las sogas que la tenían atada con una de las tijeras, y la sacó en sus brazos de la casa.
- Emma. – Dijo él llamando su nombre con desesperación.
- Killian. – Dijo ella reaccionado finalmente.
- ¿Estás bien? – Preguntó él preocupado, colocándola en el césped con cuidado, pero sin soltarla.
- Me encontraste. – Dijo ella con una pequeña sonrisa.
- Siempre te voy a encontrar. – Aseguró él descansado su frente contra la de ella.
Killian la había encontrado. Killian estaba con ella y la había salvado del fuego. Emma pudo respirar aliviada, sabiendo que él estaba con ella e iba a protegerla y cuidarla. Se sentía sin energías, así que se refugió en sus brazos dejando que él la abracé y le examine sus heridas. Y como en sus brazos se sentía a salvo, dejo que la oscuridad vuelva a invadirla.
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Breaking Glass
ФанфикEllos creían que los corazones eran como el vidrio, una vez rotos no tenían arreglo. Pero intentando resolver los casos que atormentan sus vidas, quizás puedan descubrir que el amor es lo único que puede curarlos.