Capítulo 6: ELLA

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El operativo estaba preparado, David y Emma habían arreglado todo para que Jefferson sea llevado a otra ciudad con una nueva identidad. Todo estaba listo, sin embargo Emma no podía evitar sentirse nerviosa. El programa para protección de testigos solía ser eficaz y eficiente, pero Rumpelstiltskin había demostrado durante todos esos años que siempre lograba lo que quería. Emma había querido ser parte del operativo que llevaría a Jefferson a su nueva ubicación, pero por supuesto no se lo permitieron.

- ¿Todavía enojada por qué no podes acompañarme? – Preguntó Jefferson algo divertido. – No sabía que me había ganado tu cariño. – Bromeó.

- No seas ridículo. – Negó Emma soltando una pequeña risa. – La verdad me sentiría más tranquila acompañándote, pero mis superiores no me dejan. – Admitió frustrada.

- Entiendo. – Asistió Jefferson. – No te preocupes, ya haz hecho todo lo que pudiste por mí. – Dijo agradecido.

- Me gustaría poder hacer más, me gustaría poder a atrapar a ese maldito asesino de una vez. – Confesó Emma.

- A mi también me gustaría que lo hagas. – Coincidió Jefferson su sentimiento.

- ¿Hay algo más que te gustaría decirme antes de irte? ¿Algo que creas que podría ayudarme? – Preguntó Emma.

- No, todo lo que sé ya lo sabes y probablemente sepas más que yo. – Respondió Jefferson con sinceridad.

- Todo el tiempo que estuviste secuestrado... - Empezó a decir Emma.

- Ya sabes todo sobre eso, no me hagas volver a hablar y recordarlo por favor. – Pidió Jefferson interrumpiéndola. – Estoy loco, me volvió loco. Todavía me pregunto porque me dejo vivo, si tiene algún sentido que esté vivo y siga sobreviviendo. – Dijo tristemente.

- A veces yo también me preguntó lo mismo respecto a mí. – Admitió ella empáticamente. – Pero la vida sigue, y nosotros tenemos que seguir. – Dijo ella señalando a ambos.

- Suerte con resolver el caso. – Le deseó él.

- Suerte con tu nueva vida. – Le deseó ella.

- Que nos volvamos a ver. – Se despidió él.

Lo acompañó a que lo reciban los oficiales encargados del operativo y se despidieron con un abrazo. Después de eso volvió a la comisaría y se sumergió en el trabajo. Tenía que haber una forma de resolver ese caso, tenía que haber algo que no estaban dando cuenta o estaban olvidando. Era intento tras intento, para siempre fracasar. Tal vez no era todo culpa de ellos, tal vez Rumpelstiltskin era más inteligente que ellos. Estaba tan perdida en sus pensamientos y en el caso, que no se dio cuenta que Killian se había sentado frente a ella hasta que él habló. Killian le ofreció su ayuda y ella la rechazó. Pero él siguió insistiendo. Él quería ayudarla, y ella no sabía como dejarlo. Él quería que ella confíe en él, como él había confiado en ella. Y Emma quería confiar en él, en verdad quería... pero no sabía como confiar, simplemente no sabía como hacerlo.

- Yo no puedo, no sé como... - Dijo ella intentando pensar una manera de expresar lo que le pasaba.

- Emma no hace falta que confíes en mí lo personal que te une al caso, entiendo si necesitas obviar eso. – Aseguró él, no quería presionarla, ella iba a hablar de eso cuando este lista. – Pero déjame ayudarte a pensar y a calmar lo que sea que te está carcomiendo la cabeza. – Pidió de manera suplicante.

- Bien. – Accedió ella después de un largo silencio. – Dos cabezas piensan mejor que una, ¿No? – Agregó a modo de justificación.

- Exacto. – Asistió él con una pequeña sonrisa. - ¿Qué te parece un despeje de mente primero? – Sugirió.

- Me parece muy bien. – Aceptó ella levantándose de su silla. – Pero también pidamos algo para comer, tengo hambre. – Dijo.

- Como desees. – Dijo él guiñándole un ojo.

Pidieron comida china y luego salieron a la terraza a tomar un café. Cuando llegó la comida, volvieron a entrar a la comisaría y se ubicaron nuevamente en el escritorio de ella. Primero se dedicaron nada más a comer, para poder hacerlo tranquilos y relajados. Luego volvieron su atención al caso de Rumpelstiltskin.

- ¿Qué es lo que estabas intentando de buscar revolviendo todo ésto? – Preguntó él viendo los historiales de cada una de las victimas.

- Las nuevas victimas, no puedo encontrar un motivo por el cual los haya matado. – Respondió ella.

- ¿Tiene razones para matar? – Preguntó él algo curioso. – Pensé que los asesinos mataban simplemente porque si. – Dijo confundido.

- Algunos lo hacen, pero él no. – Dijo ella. – Hay un motivo para cada víctima. – Aseguró.

- ¿Podrías repasarlos conmigo? – Pidió saber él.

- Cora, la Reina de Corazones, fue su primera mujer y le rompió el corazón. – Dijo ella sobre la primera víctima.

- ¿Blanca Nieves y el Príncipe Azul? – Preguntó él volviendo su atención hacia las segundas víctimas.

- Fueron los que lo denunciaron, ellos eran vecinos de Cora y fueron testigos de su muerte. – Respondió ella intentando no mostrarse afectada ante esa parte del caso. – Alicia en el país de las maravillas, era la hija de Cora y Jeffeson. – Se apuró a quitar la atención de sus padres.

- ¿La Bella y la Bestia? – Preguntó él siguiendo el orden de las víctimas.

- Sus padres, que lo abandonaron cuando era chico. – Contestó ella. – Y después Merlín, el juez que decidió dar la orden de que se lo capture por persona peligrosa. – Informó.

- Y ahora, tenemos al Rey Arturo, y a Hansel y Gretel. – Dijo Killian mirando los expedientes de las víctimas más recientes.

- Correcto, pero no puedo encontrar nada sobre ellos que los relacione con Rumpelstiltskin y eso me suena raro. – Dijo ella pensativamente.

- ¿Qué hay con las otras víctimas? ¿Tienen relación con ellos? – Cuestionó él ofreciendo otra opción.

- Tampoco. – Negó ella. – Igual todavía falta que me entreguen un par de pruebas de adn. – Agregó recordando todo lo que había mandando a analizar.

- Quizás en eso puedas encontrar algo. – Dijo él con cierta esperanza.

- Eso espero. – Dijo ella dando un largo suspiro.

Discutieron varias teorías y posibilidades por las que esas tres personas habían sido víctimas. Por ahora no tenían forma de saber que era en realidad lo que los unía, pero pensar las distintas opciones se sintió bien. Cuando decidieron dar por cerrada la noche de trabajo porque se sentían agotados, se dieron cuenta que habían perdido la noción del tiempo y eran las dos de la mañana. Emma sonrió al ver como Killian se ponía su campera. Killian había estado maravilloso con ella esa noche y Emma se sentía plenamente agradecida. Quizás no se sentía todavía lista para contarle lo que la unía al caso de Rumpelstiltskin, pero se sentía bien que él lo acepte, le de su tiempo, y que elija ayudarla.

- ¿No tienes a Henry hoy? – Preguntó él.

- Henry está con Neal, sino no me habría quedado hasta tan tarde. – Respondió ella. – Gracias por todo ésto. – Agradeció. Su compañía, su respeto hacia sus tiempos y espacios, y sus ganas de ayudarla la hicieron sentir en paz.

- De nada. – Dijo él. - ¿Queres que te lleve a tu casa? – Ofreció señalando su auto.

- Eso sería grandioso. – Aceptó ella con una sonrisa.

Emma se acostó con una sonrisa. Haber pasado la noche con Killian, trabajando juntos, había sido una de las mejores noches que tuvo ese último tiempo. Killian había logrado calmarla. Mientras estaban en la terraza y mientras cenaban, la hizo olvidarse de todos sus problemas; y mientras estaban discutiendo el caso, la hizo sentir que no era la única desconcertada con todo eso, que no era la única que se sentía en medio de un gran laberinto sin resolver cuando pensaba en el caso.

Toda la paz y alegría que sintió esa noche, se desvaneció a la mañana siguiente cuando recibió un llamado de Rumpelstiltskin. Un llamado que no pudieron rastrar, y un llamado que dejo un mensaje muy claro, Jefferson estaba nuevamente secuestrado en su poder.

Breaking GlassDonde viven las historias. Descúbrelo ahora