Capítulo 11: ELLA

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Relatar su relación con el caso de Rumpelstiltskin no fue fácil, ni sencillo. Revolver su pasado siempre era algo complicado y doloroso. Pero él la hizo sentir segura y contenida, él la entendía. Emma se sintió a salvo en poder confiar eso en él, y no se equivocó. Él no le dio la mirada de pena y lastima que la mayoría de las personas le daban, sino que le dio una mirada de comprensión y empatía. Lo mejor de todo fue que eligió abrazarla, y no llenarse la boca con palabras y discursos que no iban a tener ningún sentido.

Emma se sintió agradecida de que sus amigos los hayan invitado al bar, después de acabar de vivir una situación tan intensa le venía perfecto tener una distracción con sus amigos. Camino al bar, dejo que su cabeza por momentos se acomode en el hombro de Killian. Había algo lindo en eso, algo que la hacía sentir protegida y querida. Él la estaba haciendo sentir tantas cosas que jamás se imaginó que iba a sentir.

Una vez en el bar se unieron a la mesa junto con sus amigos, y se pusieron a conversar y tomar cerveza. A Emma le gustó estar rodeada de sus amigos, y de a poco se empezó a relajar y a reír de las tonterías que iban sucediendo. Sin embargo, a pesar de que le encantaba que sus amigos le hagan olvidar de sus problemas, se mantuvo cerca de Killian. Era como si después de contarle toda la verdad del caso, necesitaba tenerlo cerca. Él por suerte era bueno leyéndola y cada vez que necesitó un contacto, para recordar que él era real y estaba con ella, su mano estuvo sobre la suya.

- ¿Cómo es que se odiaban? – Preguntó Regina con curiosidad al verlos tan sintonizados, como si habrían estado juntos toda la vida.

- Bueno, Killian me odiaba porque no caí por sus encantos seductores como todas las demás mujeres. – Respondió Emma y todos rieron.

- Y Emma me odiaba porque la ignoraba. – Agregó Killian.

- La ignorabas porque sos un tonto celoso y envidioso. – Le reprochó Robin, medio en chiste y medio en verdad.

- Lo soy. – Admitió Killian haciendo que todos vuelvan a reír.

La ignoraba. Si, ella sabía perfectamente que él la había ignorado por mucho tiempo. Pero escucharlo admitir eso a él, por algún motivo le generó cierto dolor. ¿Por qué la ignoraba cuando la conoció? La forma en que él la había ignorado y evitado por tanto tiempo, la había hecho volver loca más de una vez. Intentó evitar que los pensamientos negativos invadan su cabeza y volvió a concentrarse en la conversación con sus amigos. Cuando decidieron dar por cerrada la noche, Killian la acompañó hasta su departamento. La caminata fue tranquila y silenciosa, cada uno sumergido en sus propios pensamientos.

- ¿Por qué te pusiste mal cuando dije que te ignoraba? – Preguntó él cuando llegaron a la puerta del edificio de ella.

- Porque fue verdad. Vos me ignorabas y eso me volvía loca. – Confesó ella. – Siempre te veía con una mujer distinta, y en el fondo eso me hacía sentir mal. Porque quería que me quieras y me desees. Pensaba que debía haber algo malo en mí, para que nunca intentaras seducirme como a todas las demás. – Explicó ella con honestidad.

- No hay nada de malo en vos, y no tendrías que pensarte en cuanto a lo que los demás opinan o actúan en base a tu persona. – Dijo él, después de recuperarse del asombro de que ella le haya contestado tan sinceramente.

- ¿Realmente me vas a dar una lección sobre ésto? – Preguntó ella quejándose.

- Emma... - Comenzó a decir él.

- Después de que mis papás murieron, pasé toda mi infancia en el sistema de adopciones. Crecí yendo de familia en familia, creyendo que había algo malo en mí porque todos me devolvían, nadie me quería, nadie me elegía. Ni siquiera Neal. – Relató ella a modo de confesión. – Es difícil pensar algo distinto, cuando aprendí que siempre soy yo el problema. – Dijo con cierta rudeza.

Breaking GlassDonde viven las historias. Descúbrelo ahora