Capítulo 27: ÉL

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Cuatro días después de que Rumpelstiltskin fue arrestado, comenzó el juicio. Él ya se había recuperado de las balas que había recibido y el juez encargado de su caso no quería perder más tiempo. Killian estaba tranquilo porque sabía que tenían suficientes pruebas para demostrar que Robert Gold era Rumpelstiltskin y había asesinado a todas esas personas inocentes. Lo único que lo ponía nervioso era tener que testificar, porque eso significaba que iba tener que recordar y relatar su triste pasado delante de todos. Cuando llegó su turno, no resulto tan malo como había creído. Relató como Rumpelstiltskin había asesinado a Millah, como lo hirió a él hasta que perdió la conciencia, y como despertó en el hospital sin una mano. También tuvo que relatar el episodio ocurrido en la comisaría.

Después de él, tocó el turno de Emma de testificar. Killian sabía que ella estaba igual de nerviosa que él y le habría gustado poder evitar que ella tenga que pasar por eso, pero la realidad era que su testimonio era uno de los más importantes. Emma habló de la muerte de sus padres, de las investigaciones que había hecho durante todos esos años, del episodio de las bombas en el colegio, del secuestro de Henry, de la muerte de Jefferson. Estaba empezando a comentar sobre el arresto en la comisaría, cuando Rumpelstiltskin reaccionó gritando desde su lugar que la iba a matar a ella y a todos sus seres queridos, todo porque ella no lo había salvado. Rumpelstiltskin fue retirado de la sala y el juez indicó que se tomarían un receso. Killian siguió a Emma hacia fuera de la sala, la hizo sentar en un banco, y le dio una botella de agua para intentar calmarla.

- ¿Mejor? – Preguntó él después de unos largos minutos de silencio.

- No lo sé... – Respondió ella con sinceridad.

- Emma sé que fue difícil escuchar todas sus amenazas, pero él ya no puede lastimarte. – Le recordó él, tratando de contenerla.

- ¿Podrías simplemente abrazarme? – Pidió ella suavemente.

Killian la refugió en sus brazos. Le acarició el cabello y la espalda, sabiendo que eso siempre la tranquilizaba. La mantuvo en sus brazos hasta que sonó la alarma que indicaba que el receso había terminado. Se separó de ella, le secó las lágrimas que había en sus mejillas, se puso se pie, y la agarró de la mano para guiarla devuelta hacia la sala.

- ¿Emma? – Preguntó él cuando sintió como ella hacia fuerzas para que él no se mueva.

- No puedo volver a entrar ahí. – Dijo ella algo avergonzada.

- Entiendo. – Aceptó él dejando de tironear de la mano de ella. - ¿Vas a estar bien acá? ¿Queres que me quede con vos? – Preguntó preocupado.

- No, anda, y no bien sepas la decisión del jurado y el juez, me avisas. – Indicó ella.

- ¿Segura? – Pidió saber él, asegurándose de que eso era lo que ella quería y necesitaba.

- Si, segura. – Asistió ella.

Le dio un beso tierno en la frente y volvió a entrar a la sala. Se ubicó entre Rose y su hermano, para esperar a que lean los resultados. Killian estaba nervioso y ansioso, quería que todo eso termine de una vez por todas. Sabía y estaba seguro de que lo iban a encontrar culpable, pero los minutos de espera a saber los resultados parecían ser interminables. De repente sintió que alguien agarraba su mano, Emma. Ella finalmente había vuelto a entrar a la sala, y se paró junto a él porque necesitaba su contención. Él también necesitaba la contención de ella, así que se aferró a su mano con todas sus fuerzas.

El juez se paró frente a la sala y empezó a leer el veredicto:

Ante la causa del asesinato de Cora Mills el acusado es encontrado culpable.

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