Capítulo 3.

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Después de buscar y probarme vestidos de diferentes modelos y colores, me observo en el espejo de cuerpo completo. Vaya ¡Es hermoso! Un vestido color vino ceñido al cuerpo, me queda unos cinco dedos más arriba de mis rodillas y con un escote de escándalo en la espalda. Haciendo resaltar cada parte de mi cuerpo, elijo unos tacones plateados, el maquillaje de una perfecta manera sin exagerar, mi cabello en una cola de caballo y flequillos que caen en mi rostro de manera sutil y elegante, el último detalle es un brazalete plateado con unos diamantes, regalo de mis abuelos maternos cuando cumplí 15 años; recuerdo ese día perfecto, hace ya 5 años.

Ando por las calles de Toledo en un Audi rojo, escuchando música, viajan diferentes sentimientos en mi al pensar que voy aquel lugar donde pase momentos de mi niñez con mis padres. Ahí aprendí habilidades y cualidades que hoy poseo, pero es lo que me queda, aparte de recuerdos.

Me dirijo a la entrada donde hay un hombre alto, fortachón con traje formal y semblante intimidante.

-Buenas noches. Le doy una media sonrisa.

-Bienvenida señorita. Responde en tono serio.

Alcanzo a ver como se toma el tiempo para echarme un vistazo al pasar por su lado.

Me encuentro en uno de los casinos más populares de Toledo, es muy amplio, lujoso, elegante, moderno, pero frió o así lo es para mí. Lámparas elegantes abundan en forma de lluvia iluminándolo todo, fuentes de agua, grandes mesas y máquinas. Hombres y mujeres con trajes impecables y yo; una joven de 20 años de edad, con un objetivo pavoneando por el lugar de manera elegante y sensual sintiendo las miradas detrás de mí. Me irrita el pensar que algunos hombres imaginan morbosidades a mi paso, pero yo lo busque al presentarme con esta imagen, es la consecuencia.

Recorro el lugar con la mirada para localizarlo y tras unos minutos ahí se encuentra Francisco Cooper. Un hombre mayor de unos 50 años, rubio aunque con canas debido a su edad, ojos verdes aceituna e imagen dura. Respiro hondo y armandome de valor me encamino hacia la mesa donde está en compañía de unos tres hombres más jugando a las cartas.

-Buenas noches caballeros.- ¿Me hacéis el honor de permitirme jugar con ustedes? Digo sutilmente.

Sus miradas se posan en mí, menos la de Francisco. Los demás parecen que me están haciendo una radiografía.

-No perderemos tiempo con una aprendiz. -Contesta secamente Francisco, el despreciable Francisco.

-Podrías jugar otra cosa preciosa. dice el otro hombre recorriéndome el cuerpo de arriba hacia abajo. - O si deseas puedes quedarte a mi lado.

Estoy a punto de rodar los ojos pero contengo las ganas. Hay uno en especial que capta mi atención, es el más joven y trae puesta chaqueta de cuero.

-A mí me da igual, no consideréis un problema. -Se encoge de hombros dedicándome una mirada fugaz. - Este sí que es atractivo, parece sacado de revista de chicos malos con semblante muy bueno. Esa mirada y chaqueta de cuero solo da un aire a chico rudo pero no tengo que ser prejuiciosa.

Uno habla detrás del otro como si hubieran ensayado, es el turno del hombre mayor, tiene completamente el cabello blanco por sus canas.

-No hay ningún problema, toma asiento, ya empezaremos una nueva ronda. - Me dedica una sonrisa llena de amabilidad.

Esta primera ronda la gana el chico atractivo de la chaqueta, demasiado atractivo. Debo concentrarme, este tío ha tenido una buena jugada. Viene otra ronda y mis cartas son muy buenas, un par de estrategias y funciona, he ganado, las dos siguientes vuelvo a ganar. ¡Oh sí!

-Suerte de principiante.- Dice el tipo que no dejaba de verme los pechos por muy cubiertos que estén. - Se levanta y se va sin dinero, lo perdió todo.

-Lamentablemente tengo asuntos por atender.-Espero verla seguido por aquí señorita, soy el dueño del casino. -Cooper me tiende la mano.

-Gracias. Respondo con formalidad estrecho su mano y se retira. Teniendo la otra mano cerrada en un puño de la impotencia por escucharle decir "el dueño del casino".

Una ronda más, esta vez gana el chico joven con sonrisa de ensueño. Y es aquí cuando el otro hombre se despide.

-Excelente jugada. -Sabía que eras una joven inteligente, un placer chicos.

-Gracias. Le despido con la mano, es muy amable, por un momento pensé en mi abuelo.

El chico asiente y su mirada se clava en mis ojos, es muy intensa y sus ojos verdes con marrón ¿esa combinación era posible? No había visto algo parecido, otra cosa que logra llamar mi atención ¿De dónde salió ese hombre? Me dispongo a amontonar el dinero y guardarlo en mi bolsa.

-¿Ya te vas? -Creo que no hemos terminado. Dice en tono relajado.

Madre mía, esa voz es de lo más cautivadora...

Juegos peligrosos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora