Capítulo 11

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Oculte mi rostro tras mis manos asimilando la conversación, no era cierto, mi concepto de el era otro, aquí debía haber una explicación, o al menos eso quería mi corazón.

-Tiene que venir, capitán – un policía entró – en el parque está Roger Bloom dando un comunicado al pueblo, pero está alterando a muchos. – palidecí.

-Este muchacho no se cansa – el capitán dejó unas hojas y se aproximó a donde yo estaba.

Salí de la delegación a grandes pasos, sabía lo que estaba haciendo Roger y no podía permitirlo, minutos después vi a Enrique correr a mi lado, no fue mucho el tiempo que me demore en llegar al parque, el mismo parque en el que había sido recibido Erick semanas atrás.

-Así es, ciudadanos – Roger alardeaba desde una de las banquetas – hemos tenido a un impostor en nuestra iglesia, el padre Parra esta secuestrado por ese infeliz que usó el nombre de Erick Mendoza, el asesino a su mejor amigo cuando esté descubrió la traición de la cual era víctima...

-¡Cállate, ya! – me abrí paso entre la multitud – no sabes de lo que hablas.

-Miren todos – me señaló – la respetada María de los Ángeles Reese, protagonista de múltiples comentarios en estos últimos días por culpa de ese hombre que la engaño como a todos – me miro – tu sacerdote mató a su mejor amigo, le quito a la novia primero y cuando este se enteró no dudó en sacarlo de la partida así como hizo con ella y, para no pagar su deuda con la sociedad huyó y vino a refugiarse aquí no sin antes usurpar la identidad de un sacerdote ¿como se le llama a eso? – la gente empezó a murmurar con más euforia.

-Roger Bloom – el capitán apareció – para ya este espectáculo que para ejercer la autoridad estoy yo.

-Solo quería que todos supieran a quien teníamos en nuestra iglesia – se bajo de la banqueta – no puede impedirme ese derecho, capitán.

-Vete a tu casa.

-Todo lo que dijo Roger es una mentíra. – mire a Enrique.

-No lo es, señorita Reese – el capitán se acerco a mi – aquí están las pruebas – me extendió una carpeta – puede quedarse con esa copia pero mañana deberá devolvérmela, pase buenas tardes.

El capitán se fue al igual que toda la multitud empezó a disiparse, mire la carpeta que tenía en mis manos y no quería abrirla, Enrique me abrazo y me condujo hacia la fuente de agua – lo siento, Ángeles.

-Yo no creo en nada de lo que dijo Roger – lo mire – yo conocí a Erick y se que no es un asesino, no es el monstruo del que todos hablan – le extendí la carpeta – no la quiero.

Enrique la tomo y la abrió – creo que deberías leer esto – dijo después de unos minutos sin quitar la vista de los papeles – no te cierres, Ángeles. - no articule palabra por lo que continuo, esos expedientes decían lo mismo que Roger contaba, habían fotos del cadáver de un hombre, el estaba identificado como sospechoso y la policía lo estaba buscando desde hace ya un año, el mundo se me vino encima cuando Enrique término de leer todo lo que hay decía ¿como puede existir tanta maldad en un hombre que solo se había dedicado a hacer el bien en un pueblo casi olvidado? Algunas cosas no cuadraban.

-Me voy a mi casa – mire a Enrique – te veo después. – salí del parque y tome un taxi, mi casa no estaba lejos pero no quería caminar ni mucho menos escuchar los murmullos de todo ese pueblo, a mi mente vino la frase de Erick o mejor dicho Daniel, "pueblo chico, infierno grande."

Entre a la sala y mamá estaba ahí, fijamente mirando hacia la ventana, sintió mi presencia pero no se inmuto, lo cual agradecí porque no quería escuchar sus regaños o reclamos, subí las escaleras y me encerré en mi cuarto, no fue necesario llegar a la cama, con la puerta cerrada me deje caer al suelo, abrace mis rodillas y empecé a llorar, sentía rabia y estaba muy confundida, mis recuerdos no encajaban con el monstruo que todos describían, Daniel había huido y no sabía a donde, quería verlo, quería una explicación de su parte, la merecía al menos después que me hizo sentir culpable por un sentimiento que jamás fue prohibido, en mis labios aún reposaba el contacto de sus labios, ese beso, ese único beso que me había llevado al cielo y al mismo tiempo al infierno porque fue el fin de todo ¿como podía olvidar al hombre que había despertado en mi las ilusiones del amor? No quería olvidarle, no podía hacerlo.

ME ENAMORÉ DE TIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora