Caliope se admiro en el espejo y sonrió, le gustaba su aspecto, se veía hermosa, elegante. Pero toda su tranquilidad se fue al garete cuando recordó donde iba, una fiesta, con la gente de la alta sociedad de Grecia. Gente a la que ella no conocía y que seguramente ahora la halagarían por tener una fortuna cuando en el pasado la criticaron por ser una hija ilegitima.
-Caliope –Leda asomo la cabeza por la puerta y se quedo mirándola sonriente –Esta preciosa
-Gracias –Ella suspiro y cogio su bolso –Es la hora
-¿Quiere llevarse alguno de los autos? –Leda le pregunto sin borrar su sonrisa
-No te preocupes, tengo auto –Caliope sonrió y camino hacia la puerta de su habitación
Al parar el auto frente a la entrada del hotel el aparcacoches se acerco a ella y le abrió la puerta, sonrió al hombre y bajo de su auto dejándole la llave. Mientras su coche desaparecía Caliope centro su vista en el hotel, era precioso Las grandes cristaleras relucían ante la luz de las farolas, una gran puerta de cristal y filos dorados se encontraba guardada por dos hombres vestidos con su uniforme que abrían para permitir el paso a los invitados.
-Caliope –Sebastián la esperaba sonriente junto a la puerta, se acerco y tomándole la mano se la beso educadamente –Estas preciosa
-Gracias Sebastián –Ella sonrió y después se tomo a su brazo tal y como el se lo ofreció. Mientras caminaban hacia la puerta ceñía mas su brazo sobre el de el.
-Tranquila –El la miro de reojo –Recuerda tu lugar, ahora eres una Durtzed y ellos te ven como tal
¿Una Durtzed? Caliope Durtzed, jamás pensó que algún día la llamarían así Pero su abuelo había estipulado que aceptara el apellido, otra de sus exigencias. Mientras estaba sumergida en sus pensamientos hizo el camino hacia el hotel, cuando al fin regreso al mundo real se encontraba ante una sala repleta de gente.
-Sebastián amigo –Un hombre de mas o menos la misma edad que el abogado le apretó la mano fuertemente –Te veo bien acompañado
-Mauricio te presento a la señorita Caliope Durtzed –Al presentarla los ojos del hombre se abrieron sorprendidos –Clienta mía y buena amiga
-Señorita Durtzed –Mauricio le tomo la mano y la beso elegantemente –Es un placer conocerla
-Todo a quedado estupendo –Medea sonreía encanta con una copa de vino blanco en su mano -¿No os parece?
-Por supuesto tía –Damian asintió sonriente
-Una fiesta muy glamorosa –Néstor suspiro –así como aburrida
-Denea querida –Mauricio se paro junto a su esposa, que se hallaba al lado de Medea, sonriente –Ven a conocer a Caliope Durtzed, es una autentica belleza griega
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Pasión Griega
RomanceUna llamada, un billete de avión y una cita con un abogado. Eso era lo único que Caliope esperaba encontrar al regresar a Grecia. Siete años llevaba ya fuera de casa, ¿Por qué? Por ella, por lo que era, por quien era. Con tan solo dieciséis años...