Capitulo 10; Una dulce agonía

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-¡No! –La voz de Ángel resonó por todo el panteón -¡Nunca!

-Ángel escúchame –Caliope suspiro nerviosa –No podéis estar viviendo aquí eternamente

-¡No vamos a ir a ningún centro! –El caminaba por todo el lugar -¡No permitiré que nos vuelvan a alejar! ¡No dejare que mis hermanos pasen por ese infierno!

-¡¿Y que pretendes hacer?! –Caliope estallo furiosa -¡¿Mantener a tus hermanos encerrados en el panteón de un cementerio hasta que sean mayores de edad?!

-¡Hasta que yo lo sea puede! –Ángel la miro a los ojos

-¿Pretendes hacerte cargo de ellos? –Ahora comenzaba a entenderlo todo, quería tener a los niños cerca y cuando fuera mayor de edad convertirse en su tutor –No te darán su custodia

-Haré lo que sea –El se sentó en el suelo y cubrió la cara con sus hermanos –Son lo único que me queda

-Lo se –ella se sentó a su lado –Pero no es tan fácil, aunque seas mayor de edad, no tienes casa, ni trabajo, no puedes proporcionarles lo necesario.

-Buscare la forma e hacerlo –Ángel levanto la vista para mirarla a la cara –Por favor

-Esta bien –Caliope le abrazo ¿Cómo podía hacerlo? Separarle de sus hermanos le destruiría y a los pequeños tambien.

-¿Nos vas a llevar lejos de Ángel? –Alejandro estaba frente a ellos sosteniendo a su hermana de la mano

-No cariño –Caliope contuvo las lagrimas  Ahora sabia que jamás pondría hacer eso, encontraría una manera –Venid

De nuevo todos juntos se abrazaron, buscando el consuelo y el cariño que de alguna forma todos necesitaban.  

Mientras regresaba a la casa Caliope no podía dejar de dar vueltas a ese tema, tenia que encontrar una solución y cuanto antes mejor.  Al aparcar el auto frente a la casa vio el de Sebastián allí estacionado  ¿Por qué no le dijo que vendría? Entro a la casa esperando encontrárselo pero lo único que vio fue el rostro de una Medea muy enfadada.

-¿Ya te crees con suficiente derecho para traer aquí a tus miserables amistades? –la miraba con unos ojos fríos pero llenos de reproche

-Medea –Damian la miro molesto y ella se marcho indignada

-¿Qué ocurre? –Caliope frunció el ceño No era la primera vez que Sebastián venia ¿Por qué se molestaba?

-Caliope –Sebastián salio de la sala con una gran sonrisa, la tomo de la mano y tiro de ella llevándola al lugar del que había salido –Tengo una sorpresa para ti

-¿Una sorpresa? –se dejo guiar sabiendo que Damian venia tras ella, Néstor estaba en el sofá sentado y parecía mirar a un lugar de la sala.  Cuando Caliope centro la vista en ese sitio su corazón se sintió aliviado, todo su cuerpo se sintió así  ¡Ya no estaba sola!

Pasión GriegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora